- No, Miguel, el presidente es peronista, no va a un bloque macrista.
Ramón Hernández truncó, con diplomacia pero sin vacilaciones, el deseo de Miguel Ángel Pichetto de sumar a Carlos Saúl Menem a su bloque de peronistas cambiemitas. "El presidente", en la frase de Hernández, es Menem.
Pichetto estrenaba, en esas horas de junio pasado, su candidatura como vicepresidente de Mauricio Macri y cuerpeaba, en persona, una maniobra para sumar PJ al macrismo. Menem, como muchos -casi todos-, le dijo que no.
Aquel argumento voceado por Hernández, secretario histórico del ex presidente, volvió a escena la última semana de noviembre cuando el formoseño José Mayans fue anunciado como jefe del bloque del Frente de Todos y se coronó la unidad de la unidad del panperoniso en el Senado.
Menem, frente a ese ensayo de unidad grande, mandó a hacer algunos sondeos. Hernández y su hija Zulemita lo escoltaron en esos días de incertidumbre. El entorno del ex presidente comprobó, tras unas pocas consultas, que no habría dos bloques peronistas sino uno solo, alineado con la fórmula Fernández-Fernández.
El riojano hizo consultas con otros senadores para saber qué harían y supo que todos, o la mayoría, integraría el Frente de Todos (FdT) a pesar de tensiones políticas históricas con Cristina de Kirchner y/o con el kirchnerismo.
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Todos: de Carlos Caserio, el cordobés que sonó para ministro de Transporte y será presidente de la Comisión de Presupuesto, a Adolfo Rodríguez Saá, puntano que antes de las PASO, y luego de perder la elección por gobernador con su hermanos, posó con Macri y Pichetto.
Pero su caso era especial. Su entorno temió que eso pueda toparse con el rechazo de Cristina, vicepresidente electa, inminente jefa del Senado.
Mayans y el senador por Jujuy, Guillermo Snopek, operaron como correos y gestores. Mayans nunca dejó de hablar con Menem y Snopek lo tiene a centímetros: están sentados juntos. El riojano, con poca movilidad, ocupa la banca número uno, en la primera fila y pegada al pasillo de ingreso al recinto.
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Hubo preguntas cruzadas y una respuesta. "Es con todos, la situación es muy mala, vamos a necesitar el mayor respaldo político", fue el mensaje que llegó hasta Menem como un OK a la posibilidad de que se incorpore al bloque.
Con el mismo objetivo, sumar un bloque numeroso o sólido, Cristina se reunió con Adolfo Rodríguez Saá, ex presidente interino, senador por San Luis, que perdió en la carrera por la gobernación contra su hermano, Alberto, otro histórico duelista de la ex presidente que se amigó con ella a partir de un rechazo unívoco hacia Macri.
Hubo un mensaje más desde el entorno de Menem. "A Carlos lo pone mal, lo angustia cuando critican los años 90. Pide que eso se termine", fue el planteo desde las oficinas del riojano.
La respuesta. "Ella siempre tuvo un buen trato con él, trato institucional y así seguirá siendo. De respeto", explicaron desde el entorno de la ex presidenta para terminar de soldar el ingreso de Menem al bloque.
Con esa garantía, Menem dio el paso formal y se sumó al Frente de Todos, incorporación que se cristalizó en la reunión de bloque de este miércoles, donde Cristina pidió unidad y hacer esfuerzos para enfrentar una "crisis económica muy dura".
Luego saludó uno por uno a los senadores, entre ellos a Menem.
En esa cumbre, para los registros anecdóticos, hubo tres ex presidentes -Cristina, Menem y Adolfo- y se hizo en la oficina que lleva el nombre de Néstor Kirchner. Una postal del panperonismo explícito.
El antagonismo entre Menem y los Kirchner bajó de intensidad en los últimos años.
Desde 2015, Cristina orientó todas sus críticas hacia Macri y su gobierno y dejó de lado lo que fue, en otros años, el puching ball preferido del kirchnerismo: atribuir desastres políticos y sociales al menemismo.
En verdad, la disputa fuerte fue en 2003 cuando Menem y Kirchner, con Rodríguez Saá como tercer competidor del peronismo, se enfrentaron por la presidencia. En la primera parte de los '90, Kirchner había estado -como casi todo el peronismo- ligado al menemismo aunque tomó distancia, y se volvió crítico, en la segunda parte de esa década cuando Néstor se ensambló, con juego propio, al armado de Eduardo Duhalde. Aquel grupo Calafate.
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