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El Mazuco, 1937: La defensa imposible
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Asturias, 1937

El Mazuco (La defensa imposible)
Juan Antonio de Blas ("La guerra civil en Asturias" Ed. Silverio Cañada)

En el aspecto militar dos son las batallas que deciden el final del frente Norte después de la llegada de los nacionales a la línea divisoria astur–santanderina: La del Mazuco y la del Sella. Las dos se distinguen por ser operaciones de resistencia en la que la cantidad de efectivos y la calidad del armamento deciden el resultado final. Son batallas perdidas de antemano por el ejército popular asturiano, que, aislado y con una constante disminución de hombres, se aferra a estas dos líneas de defensa y hace pagar muy cara a las Brigadas navarras su segura victoria. Pero lo que extraña no es el resultado, lo que sorprende es que el mermado ejército republicano del Norte fuese capaz de resistir la ofensiva del contingente nacional desde los primeros días de setiembre hasta el trágico 21 de octubre de 1937.

El plan del general Dávila, jefe del ejército franquista del Norte, consistía en una operación combinada en la que la Asturias republicana sería atacada desde la frontera santanderina y desde León en una operación envolvente, en la que el mar sería la única salida para los defensores; y el Cantábrico era ya coto nacional en el que el crucero “ Almirante Cervera “ y el resto de los buques nacionales dominaban por completo, a pesar d la presencia del destructor republicano “ Císcar “ y dos submarinos “ C “ en el puerto del Musel.

Para las victoriosas tropas de Dávila, Asturias prometía ser una repetición del ”paseo militar“ de Santander. Su entusiasmo y su capacidad ofensiva perforaron con rapidez la línea defensiva asturiana del río Deva, y en una franja de menos de 20 Km, entre la costa Cantábrica y Peñamellera, se volcaron las unidades nacionales con apoyos masivos de artillería y aviación, iniciando su nueva conquista.

En el sector oriental el movimiento nacional pretendía ser una tenaza, que avanzando por la costa y al sur por la carretera de Cabrales se cerrase sobre Arriondas, después de machacar Ribadesella y Cangas de Onís. La columna de la costa logró llegar a Llanes el día 5 de setiembre, mientras que las fuerzas que actuaban al sur de esta quedaban detenidas hasta el día 8 en Peñamellera por las fuerzas que mandaba Manolín Alvarez. El plan inicial tuvo que ser desechado y el ataque pasó a hacerse entres frentes. La IV Brigada de Navarra por la costa, la I por la sierra del Cuera y la V y la VI por la carretera de Cabrales.

El avance de estas tropas y la decidida resistencia de los republicanos en la sierra del Cuera va a tener un nombre épico para los asturianos: El Mazuco.

EL TERRENO
El principal obstáculo natural era la sierra del Cuera, una fortaleza agreste en la que las máximas alturas eran Pico Turbina con 1.315 m, 1.176 m en Peña Blanca y 1.003 en Vierzo, pero las estructuras de sus vertientes, en general casi cortadas a pico, la hacían difícilmente accesible. Al sur de la sierra del Cuera discurría la carretera de Panes a Cabrales, encajonada en el valle del río Cares, que se continuaba con el río Casaño. Estos valles tenían al sur las estribaciones de los Picos de Europa, con unas vías de comunicación casi inexistentes, por lo que el ejército nacional debía seguir la carretera de Cabrales.

Al norte de la sierra del Cuera el terreno es ondulado y sin grandes elevaciones, en el que predominan las huertas y algunos pequeños bosques, pero la carretera de Llanes se bifurca en dos, y la más meridional, que enlaza con la de Cabrales, cruza el desfiladero del Mazuco, teniendo en su mitad el puerto de la Tornería. A la derecha del puerto, bajando de Llanes, está sierra Llabres, que domina las dos carreteras al no haber ninguna otra altura de importancia, convirtiéndose junto con Cabezo, en las dos posiciones más importantes de esta zona. Al sur, y casi frente a ellas, se levanta Peña Blanca y Vierzo, que serán junto con el Turbina, las posiciones que defenderán los republicanos asturianos a toda costa (1).

Un factor muy importante en esta defensa será el clima. El mes de setiembre de 1.937 estuvo lleno de constantes nieblas y “orbayos“, que se transformaban en fuertes aguaceros. Las dificultades propias del terreno se vieron acentuadas por el frío y el agua, haciendo dificilísimas las operaciones militares. Pero el clima fue un enemigo por igual de los dos bandos contendientes, que solo sirvió para aumentar las penalidades de los soldados en las cumbres y en las penosas ascensiones (2).

LOS CONTENDIENTES
Las fuerzas nacionales que atacaban en la zona oriental de Asturias eran las Brigadas de Navarra I, IV, V y VI, a las órdenes directas del general Solchaga.

La I Brigada, al mando de García–Valiño, estaba dividida en cuatro agrupaciones que mandaban los tenientes coroneles Gual, Tejero, Vara del Rey y Pérez Salas. La formaban soldados del regimiento de San Marcial y América, requetés de los tercios de Navarra, Lácar, San Fermín, Montejurra, Zumalacárregi y Mola y falangistas de las Banderas II y V de Navarra, III de Palencia y II de Burgos. La artillería se componía de una batería de 65, una de 70 y cuatro de 105 mm. Tenía una sección de blindados y otra de ingenieros y servicios, con un total de cerca de 10.000 hombres. Esta unidad operó por la costa y en el Mazuco.

La IV Brigada de Navarra, al mando del coronel Alonso Vega, que fue herido y sustituido en este tiempo por el coronel Tella, se componía de tres agrupaciones mandadas por el teniente coronel Pacheco y los comandantes Ib.... te e Hidalgo de Cisneros (este era hermano del jefe de la aviación republicana). La formaban tres batallones del Regimiento de Flandes, uno de Bailén, uno de Sicilia, uno de San Quintín, uno de la Victoria, uno de San Marcial, uno de Melilla, el Batallón de las Navas y el V Tabor (moros regulares) de Tetúan. Contaba con una dotación artillera de una batería de 65 y dos de 105 mm. , con una sección de zapadores y servicios. Sus efectivos se cifraban en unos 9.000 hombres. Esta unidad combatió en la franja costera de Llanes.

La V Brigada de Navarra, al mando del coronel Juan Bautista Sánchez, con tres agrupaciones al mando de los tenientes coroneles Capalleja y Suárez y el comandante Montenegro, estaba compuesta por dos batallones del Regimiento de Zamora, uno de Argel, uno de Zaragoza, dos de San Quintín, uno de Valladolid y uno de ametralladoras; requetés del Tercio de San Miguel y falangistas de dos banderas de Palencia y el IV Tabor de Alhucemas. Contaba con cuatro baterías de artillería, ingenieros y servicios. Sus efectivos se acercaban a los 8.000 hombres. Con esta unidad, que fue la que llevó el peso de la lucha en la sierra del Cuera, actuaba un grupo artillero de la Legión Condor, que se instalaría en la zona de Cabrales (3).

La VI Brigada de Navarra, mandada por el coronel Abriat, y dividida en dos agrupaciones, las de los tenientes coroneles Serrano y Mora, contaba con dos batallones de Zamora, dos de Zaragoza, uno de Arapiles, uno de Ceriñola, uno de Mérida, uno de América y uno de San Fernando. Contaba además con dos baterías de artillería y servicios, con un total de 6.290 hombres (4).

Pintura de A. Arteta

Esta masa de más de 33.000 hombres venía apoyada por la aviación nacional que operaba sin impedimentos desde el aeródromo de Llanes. La aviación alemana de la “Legión Condor“ en este campo estaba compuesta por cazas y bombarderos que formaban los grupos 1 y 2 de la J – 88 (5). La aviación de caza se componía de tres escuadrillas, dos con Messermitch 109 y una de Heinkel 51 al mando de Adolf Galland (futuro jefe de toda la aviación alemana de caza en la segunda guerra mundial). La aviación de bombardeo que actuaba en Llanes eran los modernos aviones Dornier 17 (6). Además de la aviación de la primera línea se operaba constantemente con “ junkers “ desde Santander. La aviación española del ejército nacional se componía del grupo de caza de García Morato con aviones italianos Fiats CR – 32, el grupo de H–51 de Cipriano Rodríguez, una escuadrilla de Aéreo 101, otra de hidroaviones (que operaban desde Santander y Ribadeo) y el grupo de junkers J – 52 de Gallarza (7).

Para la defensa oriental de Asturias, el mando republicano reorganiza en la frontera santanderina dos divisiones “ A “ y “ B “, inicialmente al mando de los tenientes coroneles Ibarrola y Galán, que intentaron reorganizar el frente y recuperar las deshechas unidades republicanas, para lo que contaron con la ayuda de la División de Luis Bárzana que se había replegado con orden, a pesar de sus grandes pérdidas en la defensa de Santander.

En la primera clasificación, la división A de Llanes contó con la I y II Brigada Móvil y la 156. La División B, con cuartel general en Arenas de Cabrales contaba con las Brigadas 184, 192 y 199. La 184 era la de Manolín Alvarez y la 192 la de Higinio Carrocera, que junto con la Brigada vasca serían las más castigadas en los combates de este sector y que fueron reforzadas por las Brigadas 179, de Ladreda, la 185 de Manuel Alonso y la 191 del mayor José Fernández.

El baile de unidades fue constante, siendo sustituidos muchos batallones del principio de la batalla, pero el número de efectivos republicanos en el Mazuco y Cuera no superó nunca las cuatro brigadas, disminuidas en sus efectivos todas ellas, por lo que el total republicano no superaba los 5.000 hombres, con un escaso número de piezas de artillería al mando del comandante Flórez. La protección aérea republicana no existió, pues a las fuerzas aéreas del norte republicano solo le quedaban dos escuadrillas de caza, una de las cuales protegía constantemente Gijón. Además de carecer de defensas antiaéreas los combatientes republicanos sufrieron los impactos de la artillería de grueso calibre del crucero “ Almirante Cervera “ que disparaba frente a la costa de Llanes.SE INICIAN LOS COMBATES
La ofensiva nacional de primeros de setiembre desmoralizó a los defensores asturianos, que fueron desbordados en el río Deva. Según Azaña, el coronel Prada, jefe del ejército republicano del norte, fusiló a tres jefes de brigada, seis de batallón y algunos comisarios para evitar el desastre (8).
Es cierto que se tomaron medidas drásticas y que fueron fusilados oficiales que se habían replegado y alguno por negarse a cumplir órdenes. En la 54 División, que mandaba Luis Bárzana, pasaron por el paredón a los oficiales de esa unidad Tomás San Vicente, Alejandro Gijó y Jacinto Sanz, que fueron sorprendidos cuando intentaban evadirse en una motora con una considerable cantidad de dinero en plata (9).
También fueron ejecutados sobre el terreno y en plena desbandada algunos soldados y oficiales; un teniente fue muerto personalmente por Francisco Galán (10), pero no hemos encontrado pruebas de que la afirmación de Azaña sea cierta. Referida al ejército asturiano es falsa pues ninguno de los jefes de brigada asturianos fue fusilado por sus compañeros, y los únicos jefes de brigada vascos eran Miguel Arriaga y Cristóbal Errandones, que tampoco lo fueron. Creemos que las medidas eficaces no estuvieron en los castigos, sino en la reorganización y el ejemplo de mandos y comisarios, lo que motivó la decisión de los combatientes republicanos para seguir resistiendo.

En contra de lo que se hizo anteriormente (ocultación de las conquistas nacionales), el periódico CNT de Gijón publica el día 6: “Los rebeldes lograron avanzar hasta Llanes, cuya población había sido previamente evacuada por los nuestros. También el enemigo se apoderó de las alturas inmediatas a aquella villa“. Al día siguiente, y contradiciéndose, el mismo periódico publica un editorial en el que afirma que Llanes no ha caído, “pero caerá“. El editorial, dirigido contra los bulos de los quintacolumnistas, dice: “Llanes no tiene para nosotros la importancia de Belchite ni el valor de Quinto, pero caerá“ (11).
Afirmación con escasa validez, pues Belchite no cambiaba la situación republicana del Norte y Llanes estaba a un centenar de kilómetros de Gijón.

La primera unidad republicana que combate en el Mazuco es la Brigada 156, de la antigua División Vasca de choque, que manda el guipuzcoano Miguel Arriaga, formada por los batallones “Guipúzcoa“, “Larrañaga“ y el “Isaac Puente“. Frente a ellos, en la sierra del Cuera, operó el batallón de Infantería de Marina republicano que mandaba Benito Reola.

La I Brigada de Navarra sale de Llanes por la carretera, precedida por los bombardeos de la “ Legión Condor “, en dirección al puerto de Tornería y al pueblo del Mazuco. La resistencia de los vascos los frena en las cercanías del puerto. El movimiento nacional destinado a envolver Cabrales se esfuma. A la resistencia que ofrece la Brigada de Manolín Alvarez en la zona de Peñamellera, que detuvo a la V Brigada de Navarra, se suma el parón en seco de la I. Para reforzar estas, la VI opera desde la zona sur de Cabrales y se combate en la zona de Cuñaba.

La respuesta del mando nacional es intensificar los bombardeos aéreos y artilleros. Los alemanes practican aquí por primera vez el bombardeo “en alfombra“ (12), consistente en descargar todos los aviones y al mismo tiempo las bombas en un punto de la defensa enemiga. Como apenas se ven los escasos cazas republicanos, los pilotos vuelan a baja altura para localizar con exactitud sus objetivos. Esto les costará dos bombarderos Junker, uno abatido cerca de Llanes y otro derribado por el fuego de fusilería que le hacen los soldados del batallón 222 (el antiguo Izquierda Republicana) en la zona de Peñas Blancas (13).

Esta operación y el comienzo de la dura resistencia después de la caída de Llanes llena de alegría a los combatientes de otros frentes. Jesús Larrañaga, el jefe de choque comunista que ha sido desde comandante de un batallón de milicias hasta comisario político del Ejército del Norte, y que había sido herido en la zona de Potes, se escapa sin haber sido dado de alta, del hospital de Ribadesella para incorporarse a las tropas vascas que defienden el Mazuco.

El eco de la resistencia llega hasta la prensa, y así el día 7 Manolín Alvarez, jefe de la brigada 184, que ha hecho una defensa épica en Peñamellera, y su comisario político Fernando Fernández, publican en Avance una llamada de los combatientes del sur del Cuera para alentar a los que combaten en el sector de Llanes y el Mazuco.
La actuación de la Brigada Vasca en ese día es digna de mención por que supone una total ruptura con la actitud desmoralizada de los días precedentes, en que hubo un intento de motín y Arriaga tuvo que dar muerte a un soldado. Se llegó a pensar en hacer prisionero al jefe de la División Ibarrola, y solo la intervención moderada de este jefe logró enderezar la situación (14).

Cuando finaliza el día 6, por ambas partes se ha llegado a la conclusión de que la batalla del sector oriental es decisiva para el resultado de la campaña asturiana. Los nacionales concentran unidades, artillería y aviación, y al mismo tiempo acuden a la zona de Llanes el crucero “ Cervera “ y los transportes armados y “bous“ artillados de la base de Ribadeo. El cuartel general republicano de Gijón enviará refuerzos al Mazuco de la División de Bárzana e incluso de las unidades del frente de Oviedo.

En el orden de avance del ejército nacional la brigada más adelantada es la IV de Camilo Alonso Vega, que habiendo sido herido en Llanes fue sustituido por Tella. Paralela a ella esta la I Brigada de Navarra de García–Valiño, detenida en el desfiladero del Mazuco, y la V Brigada, parada en el Cares. Para apoyarlas fuerzas de la 81 División nacional avanzarán hacía el puerto del Pontón y la agrupación del coronel Moliner por el puerto de Piedrasluengas. La misión de todas estas unidades era conseguir la unión de los dos contingentes nacionales, el de Aranda y el de Solchaga, en la zona de Infiesto.

El día 7 de setiembre, en la carretera de la costa los navarros de Tella se apoderan del pueblo de Barro y llegan a Balmori. En la zona sur de la sierra del Cuera la V Brigada ocupa Robriguero y avanza hacía el norte hasta Cavandi, pero sin poder profundizar en la carretera de Cabrales. Puede decirse que el frente se ha estabilizado en ese día 7. Solo hace cuarenta y ocho horas que cayó Llanes y, por un momento, pareció que en Asturias se repetiría el hundimiento republicano producido en Santander. A pesar del empuje de los navarros y de la supremacía artillera y aérea la ofensiva se ha detenido. En Peña Turbina, en la sierra del Cuera, “cascó media bandera de la Coruña, cayendo como un héroe su comandante Marcial Holguín al que han propuesto para la medalla militar“ (15).
Las bajas nacionales empiezan a ser considerables. De este día, Avance informará de que los fascistas han bombardeado Trubia, y cita la conducta distinguida de los batallones “ Larrañaga “ e “ Isaac Puente “ y de la VII Brigada asturiana del socialista Maximino Canga.LLEGA HIGINIO CARROCERA
En la zona oriental, además de la Brigada Vasca y el batallón de Infantería de Marina, combatían los batallones asturianos 227 (Mártires de Carbayín), 237 (Piloña), 242 (Guerra Pardo), 220 (Gordón Ordax y por mal nombre “ recula “), 234 (Somoza), 211 (Tino), 219 (Galicia), 232 (Máximo Gorki núm. 3), 256 y el 165 (16).

En los combates de Paxúes había muerto, cubriendo con una ametralladora la retirada de sus hombres, el jefe de la brigada José Fernández (alias Pepe el Caleyu), y para sustituirle se nombró a Higinio Carrocera que se encontraba en aquellos momentos en Avilés; que junto con el comunista Ladreda, será la figura del Mazuco, sale para Cabrales el día 8 acompañado del comisario de su brigada, Manuel Aller. Al día siguiente saldrán los efectivos de la Brigada Móvil de Carrocera, la 192, compuesta por los batallones 210 (Carrocera), 207 (Onofre) y 214 (San Emeterio), A estos batallones hay que sumar el 233 (Bárzana), que también llega de refuerzo a la zona.

La presencia de Carrocera se hace notar. Aparece en los lugares más duros y personalmente acompaña a las unidades para establecer sus posiciones y defensas, lo que hace subir el entusiasmo de los milicianos que conocen su prestigio y valor. La inconfundible figura del anarquista, embutido en chaquetón de piel y empuñando su cachaba, sorprenderá a los enlaces en los sitios más desesperados para un jefe de brigada, que por cierto llevará el control de los batallones de su unidad desde primera línea de combate. Carrocera, ante la batalla que se avecina, ha reforzado el armamento de su brigada, y así cada uno de sus tres batallones cuenta con ocho ametralladoras, lo que le da una gran potencia de fuego, muy poco frecuente en las fuerzas republicanas asturianas (17).

Ante la defensa republicana, se suceden, constantes desde el amanecer hasta que oscurece, los vuelos de la aviación nacional. La “Legión Condor“ deja caer sus bombas normales y al ver que estas no rompen las defensas republicanas, las sustituyen por bombas incendiarias y ametrallamientos a baja altura. Los efectos de este castigo son sangrientos, ya que contra los aviones los soldados asturianos no tienen más protección que tenderse, disparar sus fusiles y confiar en que las bombas no les alcancen.

La artillería nacional establece su puesto de mando en unas peñas que hay a la izquierda del camino que sube al Mazuco. En el puesto de mando, en el Estado Mayor con Vigón, esta como turista de guerra José María Pemán, que sigue con interés los incidentes del combate (18). El frente oriental asturiano en esos momentos el centro de interés para “turistas“ y periodistas que pululan por el cuartel del general Solchaga, lo que se repite, en la zona leonesa, en el de Aranda.

En la zona del Cuera prosiguen los intentos de avance de la I Brigada de Navarra que son de nuevo cortados. Para apoyarles acude la aviación nacional que bombardea la zona tan precipitadamente que alcanzan a los moros del IV Tabor de Alhucemas, que sufre varias bajas.

Miembros de las Brigadas de Navarra

EL DÍA MÁS LARGO DEL MAZUCO
El 8 de setiembre, día de la Virgen de Covadonga, patrona de todos los asturianos, va a tener de todo: sol, nubes, claros, agua y hasta niebla. Los hombres de la Brigada de Ladreda, que habían descansado unas escasas jornadas en Celorio, se reincorporan al frente. El Batallón 210 de la Brigada de Carrocera, se sitúa como reserva en Cabrales, y el 207 y el 214 sé apostan en la loma llamada Crestacaballo, contra la que se estrella en ataque de los navarros.

Con niebla densa en el Mazuco y Cuera comienzan una serie de ataques en los que muere el comisario político Villa. En el combate los soldados del 207 (Onofre) no solo aguantan las embestidas continuas, sino que llegan a contraatacar tomando a los navarros armas y pertrechos. El sargento Elías Alvarez se apodera de una ametralladora y de un fusil ametrallador, y el soldado Eximio Alvarez se hace con una bandera monárquica (19). Pero las bajas de este batallón son tan grandes que éste y el 214 tendrán que ser sustituidos al día siguiente por el 210, que acude desde Cabrales a toda prisa.

En el sector sur del Cuera los nacionales intentan llegar a Camarmeña para apoderarse de la central eléctrica. El Batallón 242 de Quintela los detiene en la zona de Tresviso después de causarles muchas bajas. Para reforzar esta zona acude el 2† Batallón de la Brigada vasca, con lo que queda guarnecida la zona de Tresviso, Sotres, Camarmeña y la central de Viesgo.

También en la zona sur del Cuera, en las alturas de Alles, el Batallón “Mártires de Carbayín“ es cogido de flanco por el fuego enemigo, lo que le hace retroceder su línea cerca de medio kilómetro. En la posterior rectificación del frente vuelan dos curvas de la carretera y el puente de Alles. En la lucha, el citado batallón sufre 8 muertos, 22 heridos y 7 evadidos al campo nacional (20).

Sobre las seis de la tarde los navarros atacan las posiciones del Batallón 231 (M. Gorki), siendo rechazados dos veces, pero se corren a las alturas que debía defender el Batallón 252 y éste cede el terreno. La acción la protagoniza la infantería y alguna caballería nacional, que al desbordar la línea republicana produce un pánico que acaba en huida. Los oficiales corren junto a los soldados, y entre ellos va Cristóbal Errandonea, en una fuga vergonzosa. La ocupación de más de dos kilómetros por los nacionales se ve cortada por la llegada de la noche, lo que aprovecha Manolín Alvarez para reorganizar la línea defensiva (21). Esa noche habrá reconvenciones e insultos. El Batallón 233 está desmoralizado, el 252 tiene ya tres retiradas sin justificación, a Somoza se le acusa de no servir para dirigir su unidad, a Cristóbal de huir; pero a la mañana siguiente la nueva línea aguantará la presión nacional y todo el mundo olvidará el conato de caos del día anterior en el sur del Cuera, en el que se ha perdido la zona de Peñamellera.

Al norte de las fuerzas del Mazuco la 54 División del teniente coronel Ibarrola resiste como puede. Tiene a sus órdenes las Brigadas 179 (Ladreda), 185 (Manuel Alonso) y la 191 (que mandaba José Fernández hasta su muerte). El mayor peso lo lleva la Brigada de Baldomero Fernández Ladreda, que refuerza la línea de defensa del Batallón 214 (de la Brigada Carrocera) por orden de Ibarrola. En una operación ofensiva el Batallón 233 (el antiguo “ Bárzana “, que manda Casaprina) reconquista dos cotas perdidas por el 219, que al igual que en la zona sur del Cuera provocó un principio de huida que contagió a una parte del Batallón 236 (que manda Alfredo Noval). La reacción rápida y enérgica de Ladreda corta la desmoralización. Ladreda sigue aguantando a pesar de que se queja en su parte diario de que no tiene comisario, no tiene capitán – ayudante y se ha quedado sin enlaces, por lo que su Brigada necesita una reorganización (22).

Cuando llega el final del día de la “Santina“, de ese largo día para los defensores, los efectivos de la 54 División son los siguientes:
1. Brigada 179 (Ladreda):
• Batallón 224 (antiguo Ladreda), 294 hombres.
• Batallón 233 (antiguo Bárzana), 187 hombres.
• Batallón 224 (Noval), 201 hombres.

2. Brigada 185 (Manuel Alonso):
• Batallón 227 (Mártires de Carbayín), 133 hombres.
• Batallón 247 (Sangre de Octubre), 239 hombres.
• Batallón 259, 86 hombres.

3. Brigada 191 (José Fernández después de su muerte, a las órdenes de Carrocera):
• Batallón 1 (antes 223, el “ Juanelo “ de Laviana), 152 hombres.
• Batallón 2 (antes 228, el “ Mateotti “), 170 hombres.
• Batallón 3 (antes 234, el “ Somoza “, 182 hombres (23).

Los efectivos de una División de 6.000 hombres están reducidos a 1.734 hombres, menos de los que tendría una brigada normal. En el resto de las fuerzas la situación viene a ser la misma por lo que se puede calcular en tres brigadas los efectivos vasco–asturianos de la República que aguantan el ataque de más de 30.000 hombres del ejército nacional.

Ante la sangría de las unidades republicanas, el Consejo Soberano determina ese día 8 que “los obreros que no se incorporen al ejército recibirán diariamente instrucción militar“ para poder ser utilizados de inmediato como tropas de choque en caso necesario (24).

Medida que se dará varias veces antes de que termine la campaña.
Por orden general del Ejército Republicano del Norte se publica, en este día de la Santina, la concesión de la medalla de la Libertad a los mayores de milicias Ignacio Esnaola y Antonio de Teresa, jefes de los batallones “Larrañaga“ e “Isaac Puente“, por su actuación en el Mazuco (25). Por la defensa del sur de la sierra del Cuera se concede la medalla de la Libertad al mayor Manuel Alvarez y a Fernando Fernández, jefe y comisario político de la 10 Brigada asturiana, la actual 184. El coronel Prada, jefe del Ejército Republicano del Norte, propone el ascenso a teniente coronel efectivo, por méritos de guerra, del mayor de la Guardia Civil (Guardia nacional Republicana) Juan Ibarrola Orueta. También recibirán la medalla de la Libertad el capitán Pío Arias, de la Brigada 185, de Manuel Alonso y el teniente Manuel Ramos, de la 186 de José Recalde (26).

SIGUEN LOS COMBATES
El día 9, en cuanto amanece, empieza con los aviones y la artillería machacando las posiciones del Mazuco. Ante el castigo el Batallón 219 (Galicia) abandona la posición que ocupaba a la izquierda de la carretera y también se repliega parte del 214 (Emeterio). La situación a las 13,30 es difícil, por lo que Ladreda manda a su antiguo Batallón, el 224, que ocupe las posiciones antes que el enemigo. El “ Bárzana “ aguanta en sus posiciones, y en el combate muere el capitán José María Alvarez (hermano de Manolín Alvarez).

De Cabrales sube con toda urgencia, y por orden de Carrocera, el Batallón 210, que, al mando del comandante Jarín, entra en combate nada más llegar a las posiciones del Batallón 207, al que releva. En el primer momento de la lucha el 210 tiene veinte bajas, entre ellas el capitán Collado, sin tiempo a ocupar la línea defensiva por la intensidad del fuego enemigo.

Con la retirada, por estar diezmados, de los Batallones 207 y 214 la situación de los hombres de Carrocera se hace muy difícil, aunque muchos de los hombres útiles pasan a reforzar la posición del Batallón Bárzana. Carrocera recibe para reforzar su diezmada Brigada los Batallones 247 (Sangre de Octubre), cedido por la 185 Brigada, y el 220, con lo cual la línea que estuvo a punto de saltar se mantiene.

Ese día, a la altura de Nueva de Llanes es derribado un avión de transporte republicano que enlazaba con Francia. Los cazas Fíat CR–32 ametrallan el avión, que se estrella, muriendo su piloto, Abel Guides, amigo íntimo de André Malraux, fue uno de los primeros pilotos voluntarios que formaron la escuadrilla internacional “España“ y seguía combatiendo a favor de la República cuando la mayoría de los pilotos internacionales habían desaparecido. En el momento de su muerte Abel Guides dirigía el servicio postal aéreo con Francia y había transportado a varias personalidades asturianas a la zona central y Valencia (27).

En la zona del Cuera llueve con intensidad, lo que dificulta los movimientos de los navarros y de los defensores. La V Brigada de Navarra entra en Llonín. La IV de Navarra queda detenida en la costa antes de llegar a Niembro. Al sur del Cuera la VI Brigada navarra es sustituida por los soldados de la Agrupación Moliner y marcha a concentrarse en Llanes, de donde será llevada a la parte izquierda del Mazuco.

La relación personal entre Ladreda y Carrocera, el primero comunista y el otro anarquista, funciona muy bien, auxiliándose los dos jefes en los momentos difíciles y eludiendo toda clase de protagonismos personales o políticos.

LA RESISTENCIA IMPOSIBLE
Los combates prosiguen al día siguiente, monótonos e implacables. Los nacionales concentran su artillería en la zona del Mazuco, y en cuanto las nieblas se despejan, desde el cercano campo de Llanes los “ Dornier 17 “ de la “ Legión Condor “ descargan sus bombas con regularidad. Las bombas incendiarias, un precedente del napalm, queman la vegetación, las rocas y los hombres. Para evitar bombardeos sobre sus propias filas los nacionales señalaban sus líneas avanzadas con paneles y banderas, por lo que los republicanos solían avanzar lo más posible hacía esas señales para protegerse de las bombas. Una y otra vez se repetía el mismo espectáculo sangriento. Después de los cañonazos de la artillería y de las bombas y ametrallamiento de los aviones las fuerzas navarras saltaban de sus parapetos para ser segadas por las ametralladoras de los republicanos. Tras un breve forcejeo los navarros volvían a sus líneas y de nuevo empezaban a tronar los cañones.

Toneladas y toneladas de explosivos machacaban la zona, pero cuando parecía que nada vivo debía quedar en la zona volvía a escucharse el tableteo de las ametralladoras republicanas y se frenaba el avance nacional.

En el sector del Cuera la Brigada de Manolín Alvarez cubría una línea que bajaba desde el Pico Lodón hasta los montes de la Carria, pasando por el pueblo de Alles, y guarneciendo las siguientes posiciones: Sierra del Cuera, Pico de Lodón, Collado de Caramo (en las cercanías de Alles) y Monte de la Carria. En el flanco derecho de la carretera de Cabrales cubría las posiciones de Vallejo, la Mordal, Cabezón de Muros, el paso de San Esteban – Traspandio, Pico Jaya y la carretera de Tres Cares. Parece poco menos que imposible que la Brigada 184 pueda mantener un frente tan amplio con sus diezmadas tres batallones que llevan más de diez días de continuos combates por la zona, desde que el enemigo rompió la línea del río Deva en la frontera santanderina. En este sector el Batallón 242 de Quintela se repliega, cumpliendo órdenes, por lo que los nacionales llegan hasta Nedrina. Esta posición es una de las peores, ya que carecía de agua y se empleaban dieciséis horas en poder suministrarla, llegando a pensar los defensores en la posibilidad de rematar a los heridos de gravedad al no poder ser transportados (28).

En el Mazuco, los soldados de la I Brigada de Navarra, en ese día 10, se emplean a fondo para romper la resistencia del puerto de la Tornería. Con niebla densa avanzan, y después de dura lucha se apoderan de la altura del Biforco, a la derecha de la carretera, pero sin alcanzar Sierra Llabres, que es la llave de la defensa del Mazuco. Desde su mayor altura los hombres de Carrocera baten la zona, pero los navarros conservan, con tenacidad, el terreno conquistado. Aquí se inventa una “ nueva “ arma de combate: bidones de carburo son rellenados con dinamita y después de prenderles una mecha se dejan resbalar por las laderas hacía las posiciones enemigas más bajas. No era un arma muy efectiva en cuanto a causar bajas, pero sí aterradora.

Parte de las tropas de Carrocera protegen Pico Turbina y enlazan con las de Manolín por Arangas de Cabrales. La única pérdida importante es la de Pico Liño, y comienza en serio la política d relevo de las unidades, con comida caliente a los soldados. Las fuerzas de la Brigada vasca y las de carrocera y de Ladreda tendrán ese día, por primera vez desde el 6, alimentos adecuados y unas horas de descanso.

Peña Turbina se convierte en la línea más importante de defensa en la sierra del Cuera. Con sus 1.315 m domina una horizontal de 2 km. Y medio con un desnivel mayor de 1.100 m y más de cuarenta grados de pendiente. Desde allí las crestas descienden escalonadamente hacía el oeste, pero queda como posición de retaguardia la elevación de Peña Blanca con sus 1.176 m (29). Una posición que sin apoyo de la artillería y de la aviación no habían podido tomar los nacionales y que Higinio Carrocera va a cobrar a buen precio.SE INTENSIFICA

LA OFENSIVA FRANQUISTA
El día 11, ante el parón que se esta produciendo en el Mazuco, las unidades d la I Brigada de Navarra que manda García–Valiño son reforzadas por tropas de la IV Brigada que operan por su derecha. La situación de estancamiento de la ofensiva nacional esta creando un problema militar de suma importancia. Se acerca el otoño y la lluvia y la niebla de estos días de setiembre presagian un invierno duro. El general Dávila, jefe del Ejército del Norte y el asturiano Vigón, su jefe de Estado Mayor saben que si no se conquista Asturias antes de que llegue el invierno será muy difícil poder seguir el avance. Los puertos de montaña asturianos y la dureza del clima, que no facilitan la actuación aérea, junto con la decidida resistencia asturiana podrían retrasar la conquista de la región hasta la primavera del año siguiente, lo que destruiría los planes de conjunto del Cuartel General de Franco. Había, pues, que forzar la defensa asturiana y terminar cuanto antes la campaña. Sobre Asturias se vuelcan los efectivos nacionales, la casi totalidad d la aviación y se piensa en traer al Cuerpo de Tropa Voluntario (el CTV, Cuerpo Expedicionario Italiano), que había sido trasladado a Aragón después de la conquista de la provincia de Santander.

Por parte republicana también se comprende que el tiempo juega a favor de la defensa y así los llamamientos urgentes para trabajos de fortificación son constantes en la prensa. Incluso llega a parecer una nota firmada por el alcalde de Sama, Félix Vitoria, en la que se pide a los reclutas que estaban excedentes como facultativos, administrativos u obreros de minas que “deben presentarse para ser destinados a fortificación. En caso de no comparecer serán considerados desertores“. Al mismo tiempo la labor de vigilancia policial se extrema y se van sucediendo las detenciones, que son recogidas en los periódicos.

Casi diariamente aparece en la prensa republicana una nota, con distinto tipo de letra que el resto de las noticias, y sin firmar, que dice: “Al militar que abandone el puesto no hay que darle tiempo a explicar porqué lo abandonó. Se le fusila antes, sin que explique nada. No se puede perder tiempo en excusas de cobardes“. Esta draconiana observación es un arma de doble filo: por un lado sirve para atemorizar y conseguir que los soldados resistan ante el riesgo de enfrentarse a un pelotón, pero al mismo tiempo es el reconocimiento de que hacen falta medidas extremas y que por lo tanto se está al borde de la derrota.

En la sierra del Cuera la defensa de Pico Turbina por Carrocera y Peña Blanca por el Batallón de Infantería de Marina de Reola cambia el panorama para la V Brigada de Navarra. El coronel Sánchez González no puede proseguir el avance por la carretera que bordea el río Cares hasta Arenas de Cabrales. El encajonamiento de la ruta y las continuas curvas permiten la defensa republicana que cuando pierde una línea la reorganiza 50 m más atrás con los mismos obstáculos que ha dejado en la anterior. Ya no es suficiente flanquear la sierra del Cuera y proseguir el avance, y para poder continuar Juan Bautista Sánchez tiene que tomar la sierra.

La ascensión de los navarros no va a ser fácil, pues además tienen que subir su impedimenta y artillería de montaña a lomos de mulos. Los caminos, que no son más que angostas trochas, son una trampa por la que se despeñan soldados y mulos. Y como estos son muy importantes los cañones acaban siendo subidos a brazo por los soldados navarros, mientras detrás de ellos las compañías de zapadores, trabajando sin interrupción, construyen una pista para ganado.

Desde Llanes sale completa la VI Brigada de Navarra para operar al norte de la sierra del Cuera sobre Peñas Blancas. La V por el sur y la VI por el norte pretender ser las pinzas de una tenaza que aplasten la defensa del Cuera, pero en ese día 11 el tiempo sigue siendo malo y la aviación apenas puede operar sobre la zona, por lo que la línea defensiva permanece estable a pesar del continuo bombardeo de la artillería.

Lo duro del terreno es igual para los dos bandos, y así en la zona de la V Brigada de Navarra los convoyes de alimentos tardan treinta y seis horas en llegar a las primeras líneas y cuando se termine la pista que se está construyendo el tiempo de las expediciones se hará solamente en dieciocho horas (30).

Para completar la ofensiva nacional se ordena a Aranda que presione en la zona d Pajares–León, entrando en combate las fuerzas del coronel Muñoz Grandes, pero sin conseguir romper el frente. A la derecha de la División 81 que opera por el Pontón actúa la Agrupación Moliner, que presiona por la zona de Peña Labra y al norte de Cervera de Pisuerga, pero las montañas de los Picos de Europa siguen siendo una barrera infranqueable después de que haya caído la totalidad de la zona al sur del desfiladero de la Hermida (31).

En la zona del Mazuco, pueblo y desfiladero, el fuego de la artillería nacional en “sol de toro“, por lo que el Batallón 131 se empieza a desbandar, lo que impiden los jefes de milicias Ibarguen y Tuñón. Mientras, los navarros han conquistado Sierra Bautista, y desde esa altura machacan las posiciones del Batallón 247, en la que le jefe de la unidad, Salgado, herido, ha sido sustituido por el comisario político. El Batallón 227 (Mártires de Carbayín), ante lo crítico de la situación, envía un refuerzo de 60 hombres. El ataque nocturno no se da y los navarros conservan la posición (era frecuente que las posiciones perdidas por los republicanos durante el día a causa de la aviación y artillería, se recuperasen en violentos contraataques nocturnos).

Desde la posición conquistada la artillería nacional machaca las líneas defensivas del Batallón “Guipúzcoa“ y después presiona con fuerza hacia Caldueño y Vibaño por el Mazuco. Cuando termina el día los efectivos de la 15 Brigada se componen de 300 hombres totalmente desorganizados y agotados, que carecen de jefes, pues Manuel Alonso está en el Cuartel General (32). La Brigada se está desmoronando por el continuo castigo que sufre.

El Consejo Soberano anula este día todos los certificados de prórroga y exención para la incorporación a filas y anuncia que solo serán válidos los que se extiendan en lo sucesivo por la Comisión Calificadora y la Comisión de Guerra. Es una acertada medida destinada a reducir los “enchufados“ de la retaguardia, pero que se debió tomar varios meses antes para evitar la confusión y la acción de los “quintacolumnistas“.

El Batallón Larrañaga pasa a Peñas Blancas para reforzar a los Infantes de Marina republicanos que comienzan su dura resistencia, prolongándose incluso después de que haya caído el Mazuco. Otro de los batallones muy castigado es el 222 (Izquierda Republicana), que ha quedado reducido a 70 supervivientes después de los combates y bombardeos (33). De las bajas, más de la mitad han sido en combate. La aviación no solo ha actuado sobre los frentes de batalla de la zona, sino que también ha descargado sus bombas sobre Cangas de Onís y Pola de Gordón, en busca de alcanzar los cuarteles generales de esos sectores y produciendo bajas entre la población civil. Al día siguiente repetirá sus acciones contra Cangas de Onís y Arriondas y en la carretera de Arriondas a Ribadesella, para impedir la llegada de refuerzos republicanos a las zonas de combate.

En plenos combates del Mazuco en el periódico nacional ABC de Sevilla, el de mayor difusión en la zona franquista, se afirma “casi sin novedad en el frente“ y el parte oficial del cuartel general dice textualmente: “En el sector oriental del frente asturiano no hubo novedad“ (34).

Esta vez Pemán no escribe sobre gloriosas conquistas y permanece en silencio.

El día 12, con mal tiempo, siguen los combates por las crestas que avanzan hacia el Mazuco. Llegándose varias veces al cuerpo a cuerpo. La I y la IV Brigadas de Navarra sufren muchas bajas, pero son inferiores a las que la artillería produce a los defensores republicanos. El batallón 220, por mal nombre “Recula“, adscrito a la Brigada de Carrocera, inicia la desbandada abandonando sus posiciones. Higinio Carrocera, sin empuñar su pistola ametralladora “Mauser“ que lleva en una funda de madera a la cintura, les planta cara.
Los milicianos atemorizados se encuentran con que el jefe de la Brigada entre insultos, blasfemias y golpes de cachaba los devuelve a palos a sus posiciones defensivas. Higinio permanece con ellos aguantando la embestida navarra y los milicianos resisten sobre las rocas. A partir de ese momento el batallón se distinguirá en el resto de la batalla del Mazuco y en la retirada a la línea del Sella. Nunca más se le volverá a denominar con el infamante mote de “ Recula “.

SE ORGANIZA LA AGRUPACIÓN DE LOS PUERTOS
El día 13, después de una semana de continuos ataques nacionales, las fuerzas republicanas acusan el castigo y empieza a ceder la línea de resistencia. Los soldados de la IV Brigada de Navarra, que refuerzan a la I, saltan del Biforco hasta Sierra Llabres, la posición defensiva clave del Mazuco. Al mismo tiempo la V Brigada de Navarra consigue avanzar por la Sierra del Cuera hacía Peña Turbina, yendo en cabeza el Batallón de Valladolid, con una niebla tan densa que los soldados apenas se ven entre sí y conquistan dos cotas, Laguna y Pedrobulde, cerca ya de la cumbre de la sierra. A media consiguen llegar al Cotero de las Avispas, muy cerca de Peña Turbina, pero los hombres de Carrocera, en un contraataque con bombas de mano, se internan entre los nacionales creando gran confusión. Este tiempo de caos salva Peña Turbina, pues mientras los soldados se reorganizan llega la noche y se paraliza el avance por desconocimiento del terreno.

En el Cuartel General de Gijón el teniente coronel Linares y el comisario Roces firman una orden por la que se constituye la Agrupación de Defensa de los puertos de León. El Estado Mayor de Ejército del Norte, advertido de que la caída del frente oriental es ya inminente, comienza a preparar una línea más al oeste que se fijará sobre los ríos Bedón y Sella y cerrando el perímetro los puertos de montaña con León. Estos, que habían estado defendidos por las dos Brigadas de “ el Coritu “ y “ Antuña “, son ahora vulnerables a la mas de ataque del general Aranda, por lo que se crea la nueva unidad republicana..... con las tropas que ya había.

La Agrupación estará compuesta por dos Divisiones, la “ C “ y la “ D “. De la primera se hace cargo el mayor Luis Bárzana, con puesto de mando en Valgrande, y contará con los soldados de la III Brigada Expedicionaria, Brigada 183 del mayor Penido Iglesias y la 186 del mayor José Recalde. La División “ D “ estará a las órdenes de Arturo Vázquez, compuesta por los batallones de Puerto de Pinos, la 187 Brigada de Máximo Ocampos y los restos de la Brigada montañesa. El Cuartel General se establece en Villamanín. El mando supremo de esta “ nueva “ unidad lo recibe el teniente coronel Ibarrola, que tiene como jefe de Estado Mayor al comandante Bravo Quesada (35).

Entre tanto en la retaguardia se producen incidentes políticos que rebelan sectarismos y ajustes de cuentas. En Avance aparece la noticia de que Rafael Fernández, Consejero de Justicia, ordenó la detención de Luis López, Emilio Gutiérrez, Servando Bernardo y Arcadio González, responsables de dos organizaciones obreras de Colunga, por actos de carácter derrotista. Como no se señala que dos organizaciones obreras son, la CNT se considera obligada a aclarar en su periódico que los detenidos no pertenecen a la central sindical anarquista.

Mayor importancia tendrá la orden de detención cursada en Gijón contra un sargento, siete cabos y cuatro Guardias de Asalto a los que se acusa de deslealtad al régimen republicano y que serán enviados al batallón disciplinario. La Guardia de Asalto, que ha sido un cuerpo de total confianza en Gijón desde el primer día de la guerra civil, empieza a sufrir los efectos de la desmoralización, lo que indica que ésta va llegando a todo el estamento militar de la retaguardia. Desmoralización que, sin embargo, aún no se nota en el frente, pues al mismo tiempo el Batallón “Guipúzcoa“ es condecorado con la Medalla de la Libertad por su actuación en el frente oriental a propuesta del Jefe de Estado Mayor Ciutat.

Durante la batalla del Mazuco el valor de los combatientes asturianos será reconocido hasta en el bando nacional. En una de sus charlas radiofónicas nocturnas desde Sevilla, el general Queipo de Llano reconoce “la dura resistencia de ese Carroceda o Carrocera, pero ya le bajaremos los humos“.



CEDE LA RESISTENCIA EN EL MAZUCO
El día 14 de setiembre la I Brigada de Navarra lanza todos sus efectivos al combate y ocupa el Cabezo con lo que queda dividida la línea de resistencia republicana entre los que están en Sierra Llabres, los del pueblo del Mazuco y los de la Sierra del Cuera.

Desde su mayor altura los navarros dominan el pueblo del Mazuco que se puede considerar como perdido. Las Brigadas de Navarra I, VI y V se disponen para la conquista definitiva. Durante todo el día los combates serán constantes a lo largo del frente, pero apuntando el esfuerzo principal de las brigadas navarras hacía Sierra Llabres.

Sierra Llabres o Monte Cabeza como también se la llama, domina el valle del Mazuco, situado al este de dicho monte, y el dominio de esta posición supone el poder de avanzar por la carretera de Posada a Ortiguero.

Si la batalla del Mazuco no tiene resonancia en el extranjero (el frente norte después de la caída de Bilbao no llamó especialmente la atención a pesar de que en él se decidía la guerra), algo del espíritu de la resistencia republicana norteña se transmite a través del éxito del “Guernica“ de Picasso. El lienzo del pintor malagueño se exhibe en el pabellón español de la Exposición Internacional de París, en la que hacen cola largas multitudes para contemplar el cuadro. Pero si su visión recuerda el horror de la guerra, esta se olvida rápidamente porque esta lejos. Mientras los franceses contemplan el Guernica, Asturias agoniza bajo los mismos aviones que destrozaron la villa vasca.

Al día siguiente el parte nacional afirma escuetamente: “Se ocupó el pueblo de Mazuco, alturas al norte de dicho pueblo, alturas al oeste de Peña Villa, así como Peña Llabres“. La I Brigada de Navarra ha conseguido su objetivo y ha caído el Mazuco. Las tropas republicanas de este sector se repliegan ordenadamente hacía Meré.

Al mismo tiempo la VI Brigada llega a las proximidades del vértice de Peña Blanca (en realidad son tres elevaciones). Las tropas de la Brigada de Carrocera, después de todo el día de combates, se repliegan y la V Brigada de Navarra se apodera de Peña Turbina y, ocupando definitivamente los pueblos de Alles y Ruenes, llegan por la carretera de Cabrales hasta Mier.

El 16 cae Arangas de Cabrales y al día siguiente Arenas, donde estuvo el cuartel general de Manolín Alvarez y su Brigada. El jefe gijonés da la orden de retirada hacía Meré para unirse al resto de las fuerzas republicanas en retroceso.

Se reorganiza una nueva línea defensiva en el río Bedón, partiendo de su desembocadura, y en las Sierras Ardisana de Llanes y las estribaciones dl sur del Cuera. Pero la línea republicana de resistencia tiene un saliente: Peñas Blancas, en la que sus defensores aferrados al terreno, no piensan evacuar.

En la batalla del Mazuco el principal protagonista de la defensa republicana ha sido el mayor de milicias Higinio Carrocera, al que Ciutat propone para la medalla de la Libertad, que le es concedida al mes siguiente. Por orden general del Ejército del Norte del 3 de octubre, “el mando patentiza el mérito de un jefe que ha sabido en circunstancias difíciles mantener el espíritu de su Brigada y que hizo posible la magnífica labor llevada a cabo en el frente oriental de Asturias“. El Mazuco ya tiene su héroe popular y Asturias otra leyenda épica.

SIGUE DURO LO DE PEÑAS BLANCAS (36)
Si el Mazuco era una pesadilla de la que por fin despertaban las Brigadas navarras su desaparición, sin embargo, no produjo el derrumbe de toda la resistencia republicana como se había esperado. El espolón de Peñas Blancas es el objetivo que se señala el coronel Abriat jefe de la VI Brigada de navarra para que una vez conquistado se de por terminada la batalla.

El día 15, cuando el coronel preparaba su plan de operaciones, en unión del jefe de la artillería Díaz de Rivera, el puesto de mando es localizado por los cañones republicanos y batido (37). Es el prólogo de lo que espera a la VI Brigada en las alturas que tienen que conquistar. Ese mismo día, el teniente coronel Martínez Iñigo, al frente del 10† batallón de Zamora, llega a 50 m de la cumbre. El ataque es rechazado por los infantes de marina republicanos que deshacen dos nuevos intentos de los escuadrones de Villarrobledo. El fracaso de los tres ataques obliga a concentrar más fuerzas para los nuevos asaltos. El 16 de setiembre están ya preparados para intervenir diez batallones de la IV Brigada y seis de la VI. Una buena masa de fuerzas para atacar los tres picachos de Peñas Blancas (38).

Al día siguiente, sin bombardeos aéreos, aguantan los republicanos y los navarros son espectadores de la entrada de sus compañeros en Arangas. Asistirán como testigos a las luchas del valle en las que intervienen dos carros de combate republicanos, los únicos que debían de estar por la zona, y uno de los cuales es destruido por los cañones nacionales.

El 17 un nuevo intento de asalto de Peñas Blancas, aprovechando el claro entre dos chaparrones, cuesta muchas bajas al Batallón de Zamora. Se prefiere entonces la maniobra de ataque y la VI Brigada de Navarra va rodeando Peña Blanca hacia el sur. La operación se termina al enlazar las Brigadas navarras V y VI.

Sobre las crestas que defienden los republicanos caen los cañonazos de la artillería y los proyectiles de los morteros del 81. En las alturas la llovizna se transforma en nieve. Las condiciones del terreno son expresadas por el teniente coronel Martínez Iñigo en un informe: “ Los combates se desarrollan en un terreno dantesco, difícilmente imaginable, rocoso y lleno de obstáculos, con apariencia de paisaje lunar hasta el punto de carecer del más insignificante sendero. La lejanía de la carretera impide el apoyo de la artillería, la lluvia y la niebla, el de la aviación “ (39).

El 18 la aviación ametralla las posiciones republicanas una y otra vez en “ cadenas “. Después de su actuación, al mediodía, la infantería navarra inicia un ataque que será roto a base de bombas de mano. Después otra pasada de la aviación, y cuando los aviones se quitan de encima las bombas de mano republicanas cortan el segundo avance. En el tercer ataque intervienen 36 aviones entre junkers y fíats, pero en cuanto da la vuelta el último caza las ametralladoras republicanas rechazan el avance nacional. En este combate muere a la cabeza de sus hombres el comisario político del Batallón 249. La División “ D “, que es la que ahora defiende la línea republicana, se compone de la Brigada 187 (Máximo Ocampos), la I Brigada montañesa y los Batallones 241 (Silvino Morán) y 247 (Sangre de octubre).

Los días se repetirán, uno tras otro, monótonos y sangrientos. La aviación machacará las rocas de Peñas Blancas, la artillería nacional romperá sus defensas, pero cuando la infantería navarra suba a conquistar las cimas será constantemente rechazada. Hasta el día 22 la bandera roja ondeará en lo más alto de la peña; ese día la VI Brigada de Navarra consigue alcanzar Peñas Blancas. “Esto de Peñas Blancas ha sido una pesadilla“ (40)

La línea republicana retrocede al río Bedón. Durante una semana la obstinada defensa de la última posición de la Sierra del Cuera ha retrasado la ofensiva nacional.

El día 19 de setiembre, tres días antes de la caída de Peñas Blancas, en el cuartel general de Llanes, Von Richstoffen, el jefe alemán de las alas nazis sobre Guernica, expone que la “Legión Cóndor“ estima necesario bombardear masivamente los puertos asturianos, principalmente el Musel.
En Gijón, en el barco prisión, hay presos nacionales, familiares, amigos. Juan Vigón, el asturiano Jefe de Estado Mayor del Ejército franquista del Norte, llama por teléfono a su jefe el general Dávila y le pide autorización para que se verifiquen los bombardeos de los aviones alemanes.

El general Dávila dijo sí.


NOTAS:
(1)Martínez Bande: El final del frente Norte, pág. 128.
(2)El coronel Salas Larrazábal, soldado en una brigada navarra, me contó que lo había pasado muy mal en diversas ocasiones de la guerra civil, pero que no recordaba un cansancio y un frío igual a los que padeció en tierras asturianas.
(3)Estos artilleros alemanes actuaron siempre con notorio retraso sobre la línea de avanzada nacional. En Arenas de Cabrales se distinguieron más por lo bien que camuflaban sus piezas que por su ardor combativo. Testimonio de Daniel Casanova, de Arenas de Cabrales.
(4)Martínez Bande: obra citada, págs. 119 y 120.
(5)Cristopher Shores: Las fuerzas aéreas en la guerra civil española, pág. 33.
(6)Adolf Galland: Los primeros y los últimos, pág. 42. Por cierto, Galland habla que en el avance hacía Gijón fue capturado un automóvil, con tres oficiales alemanes, por desconocimiento del terreno. Creo que esto se refiere a una captura en Vizcaya, pues en Asturias los dos prisioneros alemanes de que tengo noticia son por derribo de su avión.
(7)Jesús Salas Larrazábal: La guerra de España desde el aire, pág. 260.
(8)Manuel Azaña: Obras completas, tomo IV.
(9)Comunicación de la 54 División a la comisión política del PC fechado en Meré el 7 de setiembre de 1.937.
(10)Testimonio de Miguel Bengoechea, oficial del servicio de información del general Gamir, testigo presencial del hecho.
(11)Periódico CNT, días 6 y 7 de setiembre de 1.937.
(12)Galland, libro citado.
(13)Testimonio de Daniel Casanova, sargento del 223 Batallón asturiano.
(14)Informe, sin fecha, firmado por Ania K – 87. SDS.
(15)José María Gárate: Mil días de fuego, pág. 320.
(16)Solano Palacios: La tragedia del Norte, págs. 192 y 195.
(17)Testimonio de Elías Fernández, capitán del Batallón 210 asturiano.
(18)Jorge Vigón: Cuadernos de guerra, pág. 165.
(19)La importancia de las banderas como trofeo era más propagandística que otra cosa. Cada batallón nacional llevaba doce banderas para acotar posiciones, señalar a la aviación, etc., por lo que la captura de alguna de ellas no tenía demasiado valor.
(20)Las deserciones en batallones de choque como el “ Mártires de Carbayín “ se explica por las sucesivas reorganizaciones de la unidad a causa de las bajas sufridas. Los voluntarios caídos iban siendo sustituidos por soldados movilizados por llamamientos de sus respectivas quintas y carecían del entusiasmo de los primeros voluntarios.
(21)Informe del día 8 que redacta la subcomisión política militar de Nueva del PC. AK – S.D.S.
(22)Hay que señalar que en la reunión de mandos del día 6 de setiembre, al día siguiente de la caída de Llanes, Ladreda era uno de los jefes que abogaba por la retirada total de la zona. Dos días después era uno de los héroes de la resistencia del Mazuco.
(23)Parte de la División 54 a la Comisión Político Militar del PC firmada en Meré el 8 – IX – 1.937 a las 12,40 horas del día por C. G. Roza. Documento original del archivo del autor.
(24)Periódico Avance del 8 – IX –1.937.
(25)Periódico Avance del 9 – IX –1.937 y Ramón Salas Larrazábal: Historia del Ejército Popular, pág 1.520.
(26)Las condecoraciones militares republicanas fueron creadas por un decreto del 5 de marzo de 1.937, que establecía las recompensas siguientes: Placa Laureada de Madrid (equivalente a la Cruz Laureada de San Fernando), Medalla de la Libertad (equivalente a la Medalla Militar Individual) y la Medalla de Sufrimientos por la Patria. Más tarde, en 1.938, se crearon la medalla del Deber, la Medalla del Valor y la Placa del Valor.
(27)El periódico CNT describe el avión derribado como un aparato francés, lo que no es cierto, pues pertenecía a las Líneas Aéreas Postales Españolas.
(28)Informe de la X Brigada del día 11 – IX –1.937. Archivo del autor.
(29)José María Gárate: libro citado, pág. 332.
(30)Idem, pág. 326.
(31)La ofensiva de Aranda sobre la zona de Pajares tendrá que ser detenida por la abundancia de bajas, el16 de setiembre. Las fuerzas de Arturo Vázquez y Luis Bárzana detienen a las de Aranda y Muñoz Grandes.
(32)Informe de la 15 Brigada del 11 – IX –1.937. Archivo del autor.
(33)Testimonio de Daniel Casanova, sargento de ese batallón.
(34)Periódico ABC de Sevilla de 10 – IX – 1.937.
(35)ramón Salas Larrazábal: libro citado, pág. 2.942.
(36)Anotación del diario del coronel Vigón correspondiente al martes 14 de setiembre de 1.937.
(37)Jorge Vigón: Cuadernos de guerra, pág. 166.
(38)José María Gárate: libro citado, pág. 337.
(39)Informe del coronel Tella, jefe de la IV Brigada de Navarra recogido en el libro de Gárate, pág. 341.
(40)Vigón: obra citada, pág. 168.

 

 

 

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