En
el aspecto militar dos son las batallas que deciden el final del frente
Norte después de la llegada de los nacionales a la línea
divisoria astursantanderina: La del Mazuco y la del Sella. Las
dos se distinguen por ser operaciones de resistencia en la que la cantidad
de efectivos y la calidad del armamento deciden el resultado final.
Son batallas perdidas de antemano por el ejército popular asturiano,
que, aislado y con una constante disminución de hombres, se aferra
a estas dos líneas de defensa y hace pagar muy cara a las Brigadas
navarras su segura victoria. Pero lo que extraña no es el resultado,
lo que sorprende es que el mermado ejército republicano del Norte
fuese capaz de resistir la ofensiva del contingente nacional desde los
primeros días de setiembre hasta el trágico 21 de octubre
de 1937.
El plan del general Dávila, jefe del ejército franquista
del Norte, consistía en una operación combinada en la
que la Asturias republicana sería atacada desde la frontera santanderina
y desde León en una operación envolvente, en la que el
mar sería la única salida para los defensores; y el Cantábrico
era ya coto nacional en el que el crucero Almirante Cervera
y el resto de los buques nacionales dominaban por completo, a pesar
d la presencia del destructor republicano Císcar
y dos submarinos C en el puerto del Musel.
Para las victoriosas tropas de Dávila, Asturias prometía
ser una repetición del paseo militar de Santander.
Su entusiasmo y su capacidad ofensiva perforaron con rapidez la línea
defensiva asturiana del río Deva, y en una franja de menos de
20 Km, entre la costa Cantábrica y Peñamellera, se volcaron
las unidades nacionales con apoyos masivos de artillería y aviación,
iniciando su nueva conquista.
En el sector oriental el movimiento nacional pretendía ser una
tenaza, que avanzando por la costa y al sur por la carretera de Cabrales
se cerrase sobre Arriondas, después de machacar Ribadesella y
Cangas de Onís. La columna de la costa logró llegar a
Llanes el día 5 de setiembre, mientras que las fuerzas que actuaban
al sur de esta quedaban detenidas hasta el día 8 en Peñamellera
por las fuerzas que mandaba Manolín Alvarez. El plan inicial
tuvo que ser desechado y el ataque pasó a hacerse entres frentes.
La IV Brigada de Navarra por la costa, la I por la sierra del Cuera
y la V y la VI por la carretera de Cabrales.
El avance de
estas tropas y la decidida resistencia de los republicanos en la sierra
del Cuera va a tener un nombre épico para los asturianos: El
Mazuco.
EL
TERRENO
El principal obstáculo natural era la sierra del Cuera, una fortaleza
agreste en la que las máximas alturas eran Pico Turbina con 1.315
m, 1.176 m en Peña Blanca y 1.003 en Vierzo, pero las estructuras
de sus vertientes, en general casi cortadas a pico, la hacían
difícilmente accesible. Al sur de la sierra del Cuera discurría
la carretera de Panes a Cabrales, encajonada en el valle del río
Cares, que se continuaba con el río Casaño. Estos valles
tenían al sur las estribaciones de los Picos de Europa, con unas
vías de comunicación casi inexistentes, por lo que el
ejército nacional debía seguir la carretera de Cabrales.
Al norte de la sierra
del Cuera el terreno es ondulado y sin grandes elevaciones, en el que
predominan las huertas y algunos pequeños bosques, pero la carretera
de Llanes se bifurca en dos, y la más meridional, que enlaza
con la de Cabrales, cruza el desfiladero del Mazuco, teniendo en su
mitad el puerto de la Tornería. A la derecha del puerto, bajando
de Llanes, está sierra Llabres, que domina las dos carreteras
al no haber ninguna otra altura de importancia, convirtiéndose
junto con Cabezo, en las dos posiciones más importantes de esta
zona. Al sur, y casi frente a ellas, se levanta Peña Blanca y
Vierzo, que serán junto con el Turbina, las posiciones que defenderán
los republicanos asturianos a toda costa (1).
Un factor muy importante en esta defensa será el clima. El mes
de setiembre de 1.937 estuvo lleno de constantes nieblas y orbayos,
que se transformaban en fuertes aguaceros. Las dificultades propias
del terreno se vieron acentuadas por el frío y el agua, haciendo
dificilísimas las operaciones militares. Pero el clima fue un
enemigo por igual de los dos bandos contendientes, que solo sirvió
para aumentar las penalidades de los soldados en las cumbres y en las
penosas ascensiones (2).
LOS
CONTENDIENTES
Las fuerzas nacionales que atacaban en la zona oriental de Asturias
eran las Brigadas de Navarra I, IV, V y VI, a las órdenes directas
del general Solchaga.
La I Brigada, al mando de GarcíaValiño, estaba dividida
en cuatro agrupaciones que mandaban los tenientes coroneles Gual, Tejero,
Vara del Rey y Pérez Salas. La formaban soldados del regimiento
de San Marcial y América, requetés de los tercios de Navarra,
Lácar, San Fermín, Montejurra, Zumalacárregi y
Mola y falangistas de las Banderas II y V de Navarra, III de Palencia
y II de Burgos. La artillería se componía de una batería
de 65, una de 70 y cuatro de 105 mm. Tenía una sección
de blindados y otra de ingenieros y servicios, con un total de cerca
de 10.000 hombres. Esta unidad operó por la costa y en el Mazuco.
La IV Brigada de Navarra, al mando del coronel Alonso Vega, que fue
herido y sustituido en este tiempo por el coronel Tella, se componía
de tres agrupaciones mandadas por el teniente coronel Pacheco y los
comandantes Ib.... te e Hidalgo de Cisneros (este era hermano del jefe
de la aviación republicana). La formaban tres batallones del
Regimiento de Flandes, uno de Bailén, uno de Sicilia, uno de
San Quintín, uno de la Victoria, uno de San Marcial, uno de Melilla,
el Batallón de las Navas y el V Tabor (moros regulares) de Tetúan.
Contaba con una dotación artillera de una batería de 65
y dos de 105 mm. , con una sección de zapadores y servicios.
Sus efectivos se cifraban en unos 9.000 hombres. Esta unidad combatió
en la franja costera de Llanes.
La V Brigada de Navarra, al mando del coronel Juan Bautista Sánchez,
con tres agrupaciones al mando de los tenientes coroneles Capalleja
y Suárez y el comandante Montenegro, estaba compuesta por dos
batallones del Regimiento de Zamora, uno de Argel, uno de Zaragoza,
dos de San Quintín, uno de Valladolid y uno de ametralladoras;
requetés del Tercio de San Miguel y falangistas de dos banderas
de Palencia y el IV Tabor de Alhucemas. Contaba con cuatro baterías
de artillería, ingenieros y servicios. Sus efectivos se acercaban
a los 8.000 hombres. Con esta unidad, que fue la que llevó el
peso de la lucha en la sierra del Cuera, actuaba un grupo artillero
de la Legión Condor, que se instalaría en la zona de Cabrales
(3).
La VI Brigada de Navarra, mandada por el coronel Abriat, y dividida
en dos agrupaciones, las de los tenientes coroneles Serrano y Mora,
contaba con dos batallones de Zamora, dos de Zaragoza, uno de Arapiles,
uno de Ceriñola, uno de Mérida, uno de América
y uno de San Fernando. Contaba además con dos baterías
de artillería y servicios, con un total de 6.290 hombres (4).
Pintura de A. Arteta
|
Esta
masa de más de 33.000 hombres venía apoyada por la
aviación nacional que operaba sin impedimentos desde el aeródromo
de Llanes. La aviación alemana de la Legión
Condor en este campo estaba compuesta por cazas y bombarderos
que formaban los grupos 1 y 2 de la J 88 (5). La aviación
de caza se componía de tres escuadrillas, dos con Messermitch
109 y una de Heinkel 51 al mando de Adolf Galland (futuro jefe de
toda la aviación alemana de caza en la segunda guerra mundial).
La aviación de bombardeo que actuaba en Llanes eran los modernos
aviones Dornier 17 (6). Además de la aviación de la
primera línea se operaba constantemente con junkers
desde Santander. La aviación española del ejército
nacional se componía del grupo de caza de García Morato
con aviones italianos Fiats CR 32, el grupo de H51
de Cipriano Rodríguez, una escuadrilla de Aéreo 101,
otra de hidroaviones (que operaban desde Santander y Ribadeo) y
el grupo de junkers J 52 de Gallarza (7).
Para la defensa oriental de Asturias, el mando republicano reorganiza
en la frontera santanderina dos divisiones A y
B , inicialmente al mando de los tenientes coroneles Ibarrola
y Galán, que intentaron reorganizar el frente y recuperar
las deshechas unidades republicanas, para lo que contaron con la
ayuda de la División de Luis Bárzana que se había
replegado con orden, a pesar de sus grandes pérdidas en la
defensa de Santander.
En la primera clasificación, la división A de Llanes
contó con la I y II Brigada Móvil y la 156. La División
B, con cuartel general en Arenas de Cabrales contaba con las Brigadas
184, 192 y 199. La 184 era la de Manolín Alvarez y la 192
la de Higinio Carrocera, que junto con la Brigada vasca serían
las más castigadas en los combates de este sector y que fueron
reforzadas por las Brigadas 179, de Ladreda, la 185 de Manuel Alonso
y la 191 del mayor José Fernández. |
El
baile de unidades fue constante, siendo sustituidos muchos batallones
del principio de la batalla, pero el número de efectivos republicanos
en el Mazuco y Cuera no superó nunca las cuatro brigadas, disminuidas
en sus efectivos todas ellas, por lo que el total republicano no superaba
los 5.000 hombres, con un escaso número de piezas de artillería
al mando del comandante Flórez. La protección aérea
republicana no existió, pues a las fuerzas aéreas del
norte republicano solo le quedaban dos escuadrillas de caza, una de
las cuales protegía constantemente Gijón. Además
de carecer de defensas antiaéreas los combatientes republicanos
sufrieron los impactos de la artillería de grueso calibre del
crucero Almirante Cervera que disparaba frente a la costa
de Llanes.SE INICIAN LOS COMBATES
La ofensiva nacional de primeros de setiembre desmoralizó a los
defensores asturianos, que fueron desbordados en el río Deva.
Según Azaña, el coronel Prada, jefe del ejército
republicano del norte, fusiló a tres jefes de brigada, seis de
batallón y algunos comisarios para evitar el desastre (8).
Es cierto que se tomaron medidas drásticas y que fueron fusilados
oficiales que se habían replegado y alguno por negarse a cumplir
órdenes. En la 54 División, que mandaba Luis Bárzana,
pasaron por el paredón a los oficiales de esa unidad Tomás
San Vicente, Alejandro Gijó y Jacinto Sanz, que fueron sorprendidos
cuando intentaban evadirse en una motora con una considerable cantidad
de dinero en plata (9).
También fueron ejecutados sobre el terreno y en plena desbandada
algunos soldados y oficiales; un teniente fue muerto personalmente por
Francisco Galán (10), pero no hemos encontrado pruebas de que
la afirmación de Azaña sea cierta. Referida al ejército
asturiano es falsa pues ninguno de los jefes de brigada asturianos fue
fusilado por sus compañeros, y los únicos jefes de brigada
vascos eran Miguel Arriaga y Cristóbal Errandones, que tampoco
lo fueron. Creemos que las medidas eficaces no estuvieron en los castigos,
sino en la reorganización y el ejemplo de mandos y comisarios,
lo que motivó la decisión de los combatientes republicanos
para seguir resistiendo.
En contra de lo que se hizo anteriormente (ocultación de las
conquistas nacionales), el periódico CNT de Gijón publica
el día 6: Los rebeldes lograron avanzar hasta Llanes, cuya
población había sido previamente evacuada por los nuestros.
También el enemigo se apoderó de las alturas inmediatas
a aquella villa. Al día siguiente, y contradiciéndose,
el mismo periódico publica un editorial en el que afirma que
Llanes no ha caído, pero caerá. El editorial,
dirigido contra los bulos de los quintacolumnistas, dice: Llanes
no tiene para nosotros la importancia de Belchite ni el valor de Quinto,
pero caerá (11).
Afirmación con escasa validez, pues Belchite no cambiaba la situación
republicana del Norte y Llanes estaba a un centenar de kilómetros
de Gijón.
La primera unidad
republicana que combate en el Mazuco es la Brigada 156, de la antigua
División Vasca de choque, que manda el guipuzcoano Miguel Arriaga,
formada por los batallones Guipúzcoa, Larrañaga
y el Isaac Puente. Frente a ellos, en la sierra del Cuera,
operó el batallón de Infantería de Marina republicano
que mandaba Benito Reola.
La I Brigada de Navarra sale de Llanes por la carretera, precedida por
los bombardeos de la Legión Condor , en dirección
al puerto de Tornería y al pueblo del Mazuco. La resistencia
de los vascos los frena en las cercanías del puerto. El movimiento
nacional destinado a envolver Cabrales se esfuma. A la resistencia que
ofrece la Brigada de Manolín Alvarez en la zona de Peñamellera,
que detuvo a la V Brigada de Navarra, se suma el parón en seco
de la I. Para reforzar estas, la VI opera desde la zona sur de Cabrales
y se combate en la zona de Cuñaba.
La respuesta del mando nacional es intensificar los bombardeos aéreos
y artilleros. Los alemanes practican aquí por primera vez el
bombardeo en alfombra (12), consistente en descargar todos
los aviones y al mismo tiempo las bombas en un punto de la defensa enemiga.
Como apenas se ven los escasos cazas republicanos, los pilotos vuelan
a baja altura para localizar con exactitud sus objetivos. Esto les costará
dos bombarderos Junker, uno abatido cerca de Llanes y otro derribado
por el fuego de fusilería que le hacen los soldados del batallón
222 (el antiguo Izquierda Republicana) en la zona de Peñas Blancas
(13).
Esta
operación y el comienzo de la dura resistencia después
de la caída de Llanes llena de alegría a los combatientes
de otros frentes. Jesús Larrañaga, el jefe de choque
comunista que ha sido desde comandante de un batallón de
milicias hasta comisario político del Ejército del
Norte, y que había sido herido en la zona de Potes, se
escapa sin haber sido dado de alta, del hospital de Ribadesella
para incorporarse a las tropas vascas que defienden el Mazuco.
El eco de la resistencia llega hasta la prensa, y así el
día 7 Manolín Alvarez, jefe de la brigada 184, que
ha hecho una defensa épica en Peñamellera, y su
comisario político Fernando Fernández, publican
en Avance una llamada de los combatientes del sur del Cuera para
alentar a los que combaten en el sector de Llanes y el Mazuco.
La actuación de la Brigada Vasca en ese día es digna
de mención por que supone una total ruptura con la actitud
desmoralizada de los días precedentes, en que hubo un intento
de motín y Arriaga tuvo que dar muerte a un soldado. Se
llegó a pensar en hacer prisionero al jefe de la División
Ibarrola, y solo la intervención moderada de este jefe
logró enderezar la situación (14).
Cuando finaliza el día 6, por ambas partes se ha llegado
a la conclusión de que la batalla del sector oriental es
decisiva para el resultado de la campaña asturiana. Los
nacionales concentran unidades, artillería y aviación,
y al mismo tiempo acuden a la zona de Llanes el crucero
Cervera y los transportes armados y bous artillados
de la base de Ribadeo. El cuartel general republicano de Gijón
enviará refuerzos al Mazuco de la División de Bárzana
e incluso de las unidades del frente de Oviedo.
En el orden
de avance del ejército nacional la brigada más adelantada
es la IV de Camilo Alonso Vega, que habiendo sido herido en Llanes
fue sustituido por Tella. Paralela a ella esta la I Brigada de
Navarra de GarcíaValiño, detenida en el desfiladero
del Mazuco, y la V Brigada, parada en el Cares. Para apoyarlas
fuerzas de la 81 División nacional avanzarán hacía
el puerto del Pontón y la agrupación del coronel
Moliner por el puerto de Piedrasluengas. La misión de todas
estas unidades era conseguir la unión de los dos contingentes
nacionales, el de Aranda y el de Solchaga, en la zona de Infiesto.
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El día 7
de setiembre, en la carretera de la costa los navarros de Tella se apoderan
del pueblo de Barro y llegan a Balmori. En la zona sur de la sierra
del Cuera la V Brigada ocupa Robriguero y avanza hacía el norte
hasta Cavandi, pero sin poder profundizar en la carretera de Cabrales.
Puede decirse que el frente se ha estabilizado en ese día 7.
Solo hace cuarenta y ocho horas que cayó Llanes y, por un momento,
pareció que en Asturias se repetiría el hundimiento republicano
producido en Santander. A pesar del empuje de los navarros y de la supremacía
artillera y aérea la ofensiva se ha detenido. En Peña
Turbina, en la sierra del Cuera, cascó media bandera de
la Coruña, cayendo como un héroe su comandante Marcial
Holguín al que han propuesto para la medalla militar (15).
Las bajas nacionales empiezan a ser considerables. De este día,
Avance informará de que los fascistas han bombardeado Trubia,
y cita la conducta distinguida de los batallones Larrañaga
e Isaac Puente y de la VII Brigada asturiana del
socialista Maximino Canga.LLEGA HIGINIO CARROCERA
En la zona oriental, además de la Brigada Vasca y el batallón
de Infantería de Marina, combatían los batallones asturianos
227 (Mártires de Carbayín), 237 (Piloña), 242 (Guerra
Pardo), 220 (Gordón Ordax y por mal nombre recula ),
234 (Somoza), 211 (Tino), 219 (Galicia), 232 (Máximo Gorki núm.
3), 256 y el 165 (16).
En los combates de Paxúes había muerto, cubriendo con
una ametralladora la retirada de sus hombres, el jefe de la brigada
José Fernández (alias Pepe el Caleyu), y para sustituirle
se nombró a Higinio Carrocera que se encontraba en aquellos momentos
en Avilés; que junto con el comunista Ladreda, será la
figura del Mazuco, sale para Cabrales el día 8 acompañado
del comisario de su brigada, Manuel Aller. Al día siguiente saldrán
los efectivos de la Brigada Móvil de Carrocera, la 192, compuesta
por los batallones 210 (Carrocera), 207 (Onofre) y 214 (San Emeterio),
A estos batallones hay que sumar el 233 (Bárzana), que también
llega de refuerzo a la zona.
La presencia de Carrocera se hace notar. Aparece en los lugares más
duros y personalmente acompaña a las unidades para establecer
sus posiciones y defensas, lo que hace subir el entusiasmo de los milicianos
que conocen su prestigio y valor. La inconfundible figura del anarquista,
embutido en chaquetón de piel y empuñando su cachaba,
sorprenderá a los enlaces en los sitios más desesperados
para un jefe de brigada, que por cierto llevará el control de
los batallones de su unidad desde primera línea de combate. Carrocera,
ante la batalla que se avecina, ha reforzado el armamento de su brigada,
y así cada uno de sus tres batallones cuenta con ocho ametralladoras,
lo que le da una gran potencia de fuego, muy poco frecuente en las fuerzas
republicanas asturianas (17).
Ante la defensa republicana, se suceden, constantes desde el amanecer
hasta que oscurece, los vuelos de la aviación nacional. La Legión
Condor deja caer sus bombas normales y al ver que estas no rompen
las defensas republicanas, las sustituyen por bombas incendiarias y
ametrallamientos a baja altura. Los efectos de este castigo son sangrientos,
ya que contra los aviones los soldados asturianos no tienen más
protección que tenderse, disparar sus fusiles y confiar en que
las bombas no les alcancen.
La artillería nacional establece su puesto de mando en unas peñas
que hay a la izquierda del camino que sube al Mazuco. En el puesto de
mando, en el Estado Mayor con Vigón, esta como turista de guerra
José María Pemán, que sigue con interés
los incidentes del combate (18). El frente oriental asturiano en esos
momentos el centro de interés para turistas y periodistas
que pululan por el cuartel del general Solchaga, lo que se repite, en
la zona leonesa, en el de Aranda.
En la zona del Cuera prosiguen los intentos de avance de la I Brigada
de Navarra que son de nuevo cortados. Para apoyarles acude la aviación
nacional que bombardea la zona tan precipitadamente que alcanzan a los
moros del IV Tabor de Alhucemas, que sufre varias bajas.
Miembros de las Brigadas de Navarra
EL
DÍA MÁS LARGO DEL MAZUCO
El 8 de setiembre, día de la Virgen de Covadonga, patrona de
todos los asturianos, va a tener de todo: sol, nubes, claros, agua y
hasta niebla. Los hombres de la Brigada de Ladreda, que habían
descansado unas escasas jornadas en Celorio, se reincorporan al frente.
El Batallón 210 de la Brigada de Carrocera, se sitúa como
reserva en Cabrales, y el 207 y el 214 sé apostan en la loma
llamada Crestacaballo, contra la que se estrella en ataque de los navarros.
Con niebla densa en el Mazuco y Cuera comienzan una serie de ataques
en los que muere el comisario político Villa. En el combate los
soldados del 207 (Onofre) no solo aguantan las embestidas continuas,
sino que llegan a contraatacar tomando a los navarros armas y pertrechos.
El sargento Elías Alvarez se apodera de una ametralladora y de
un fusil ametrallador, y el soldado Eximio Alvarez se hace con una bandera
monárquica (19). Pero las bajas de este batallón son tan
grandes que éste y el 214 tendrán que ser sustituidos
al día siguiente por el 210, que acude desde Cabrales a toda
prisa.
En el sector sur del Cuera los nacionales intentan llegar a Camarmeña
para apoderarse de la central eléctrica. El Batallón 242
de Quintela los detiene en la zona de Tresviso después de causarles
muchas bajas. Para reforzar esta zona acude el 2† Batallón de
la Brigada vasca, con lo que queda guarnecida la zona de Tresviso, Sotres,
Camarmeña y la central de Viesgo.
También en la zona sur del Cuera, en las alturas de Alles, el
Batallón Mártires de Carbayín es cogido
de flanco por el fuego enemigo, lo que le hace retroceder su línea
cerca de medio kilómetro. En la posterior rectificación
del frente vuelan dos curvas de la carretera y el puente de Alles. En
la lucha, el citado batallón sufre 8 muertos, 22 heridos y 7
evadidos al campo nacional (20).
Sobre las seis de la tarde los navarros atacan las posiciones del Batallón
231 (M. Gorki), siendo rechazados dos veces, pero se corren a las alturas
que debía defender el Batallón 252 y éste cede
el terreno. La acción la protagoniza la infantería y alguna
caballería nacional, que al desbordar la línea republicana
produce un pánico que acaba en huida. Los oficiales corren junto
a los soldados, y entre ellos va Cristóbal Errandonea, en una
fuga vergonzosa. La ocupación de más de dos kilómetros
por los nacionales se ve cortada por la llegada de la noche, lo que
aprovecha Manolín Alvarez para reorganizar la línea defensiva
(21). Esa noche habrá reconvenciones e insultos. El Batallón
233 está desmoralizado, el 252 tiene ya tres retiradas sin justificación,
a Somoza se le acusa de no servir para dirigir su unidad, a Cristóbal
de huir; pero a la mañana siguiente la nueva línea aguantará
la presión nacional y todo el mundo olvidará el conato
de caos del día anterior en el sur del Cuera, en el que se ha
perdido la zona de Peñamellera.
Al norte de las fuerzas del Mazuco la 54 División del teniente
coronel Ibarrola resiste como puede. Tiene a sus órdenes las
Brigadas 179 (Ladreda), 185 (Manuel Alonso) y la 191 (que mandaba José
Fernández hasta su muerte). El mayor peso lo lleva la Brigada
de Baldomero Fernández Ladreda, que refuerza la línea
de defensa del Batallón 214 (de la Brigada Carrocera) por orden
de Ibarrola. En una operación ofensiva el Batallón 233
(el antiguo Bárzana , que manda Casaprina) reconquista
dos cotas perdidas por el 219, que al igual que en la zona sur del Cuera
provocó un principio de huida que contagió a una parte
del Batallón 236 (que manda Alfredo Noval). La reacción
rápida y enérgica de Ladreda corta la desmoralización.
Ladreda sigue aguantando a pesar de que se queja en su parte diario
de que no tiene comisario, no tiene capitán ayudante y
se ha quedado sin enlaces, por lo que su Brigada necesita una reorganización
(22).
Cuando llega el final del día de la Santina, de ese
largo día para los defensores, los efectivos de la 54 División
son los siguientes:
1. Brigada 179 (Ladreda):
Batallón 224 (antiguo Ladreda), 294 hombres.
Batallón 233 (antiguo Bárzana), 187 hombres.
Batallón 224 (Noval), 201 hombres.
2. Brigada 185
(Manuel Alonso):
Batallón 227 (Mártires de Carbayín), 133
hombres.
Batallón 247 (Sangre de Octubre), 239 hombres.
Batallón 259, 86 hombres.
3. Brigada 191
(José Fernández después de su muerte, a las órdenes
de Carrocera):
Batallón 1 (antes 223, el Juanelo de Laviana),
152 hombres.
Batallón 2 (antes 228, el Mateotti ), 170
hombres.
Batallón 3 (antes 234, el Somoza , 182 hombres
(23).
Los efectivos de una División de 6.000 hombres están reducidos
a 1.734 hombres, menos de los que tendría una brigada normal.
En el resto de las fuerzas la situación viene a ser la misma
por lo que se puede calcular en tres brigadas los efectivos vascoasturianos
de la República que aguantan el ataque de más de 30.000
hombres del ejército nacional.
Ante la sangría de las unidades republicanas, el Consejo Soberano
determina ese día 8 que los obreros que no se incorporen
al ejército recibirán diariamente instrucción militar
para poder ser utilizados de inmediato como tropas de choque en caso
necesario (24).
Medida que se dará varias veces antes de que termine la campaña.
Por orden general del Ejército Republicano del Norte se publica,
en este día de la Santina, la concesión de la medalla
de la Libertad a los mayores de milicias Ignacio Esnaola y Antonio de
Teresa, jefes de los batallones Larrañaga e Isaac
Puente, por su actuación en el Mazuco (25). Por la defensa
del sur de la sierra del Cuera se concede la medalla de la Libertad
al mayor Manuel Alvarez y a Fernando Fernández, jefe y comisario
político de la 10 Brigada asturiana, la actual 184. El coronel
Prada, jefe del Ejército Republicano del Norte, propone el ascenso
a teniente coronel efectivo, por méritos de guerra, del mayor
de la Guardia Civil (Guardia nacional Republicana) Juan Ibarrola Orueta.
También recibirán la medalla de la Libertad el capitán
Pío Arias, de la Brigada 185, de Manuel Alonso y el teniente
Manuel Ramos, de la 186 de José Recalde (26).
SIGUEN
LOS COMBATES
El día 9, en cuanto amanece, empieza con los aviones y la artillería
machacando las posiciones del Mazuco. Ante el castigo el Batallón
219 (Galicia) abandona la posición que ocupaba a la izquierda
de la carretera y también se repliega parte del 214 (Emeterio).
La situación a las 13,30 es difícil, por lo que Ladreda
manda a su antiguo Batallón, el 224, que ocupe las posiciones
antes que el enemigo. El Bárzana aguanta en sus
posiciones, y en el combate muere el capitán José María
Alvarez (hermano de Manolín Alvarez).
De Cabrales sube con toda urgencia, y por orden de Carrocera, el Batallón
210, que, al mando del comandante Jarín, entra en combate nada
más llegar a las posiciones del Batallón 207, al que releva.
En el primer momento de la lucha el 210 tiene veinte bajas, entre ellas
el capitán Collado, sin tiempo a ocupar la línea defensiva
por la intensidad del fuego enemigo.
Con la retirada, por estar diezmados, de los Batallones 207 y 214 la
situación de los hombres de Carrocera se hace muy difícil,
aunque muchos de los hombres útiles pasan a reforzar la posición
del Batallón Bárzana. Carrocera recibe para reforzar su
diezmada Brigada los Batallones 247 (Sangre de Octubre), cedido por
la 185 Brigada, y el 220, con lo cual la línea que estuvo a punto
de saltar se mantiene.
Ese día, a la altura de Nueva de Llanes es derribado un avión
de transporte republicano que enlazaba con Francia. Los cazas Fíat
CR32 ametrallan el avión, que se estrella, muriendo su
piloto, Abel Guides, amigo íntimo de André Malraux, fue
uno de los primeros pilotos voluntarios que formaron la escuadrilla
internacional España y seguía combatiendo
a favor de la República cuando la mayoría de los pilotos
internacionales habían desaparecido. En el momento de su muerte
Abel Guides dirigía el servicio postal aéreo con Francia
y había transportado a varias personalidades asturianas a la
zona central y Valencia (27).
En la zona del Cuera llueve con intensidad, lo que dificulta los movimientos
de los navarros y de los defensores. La V Brigada de Navarra entra en
Llonín. La IV de Navarra queda detenida en la costa antes de
llegar a Niembro. Al sur del Cuera la VI Brigada navarra es sustituida
por los soldados de la Agrupación Moliner y marcha a concentrarse
en Llanes, de donde será llevada a la parte izquierda del Mazuco.
La relación personal entre Ladreda y Carrocera, el primero comunista
y el otro anarquista, funciona muy bien, auxiliándose los dos
jefes en los momentos difíciles y eludiendo toda clase de protagonismos
personales o políticos.
LA
RESISTENCIA IMPOSIBLE
Los combates prosiguen al día siguiente, monótonos e implacables.
Los nacionales concentran su artillería en la zona del Mazuco,
y en cuanto las nieblas se despejan, desde el cercano campo de Llanes
los Dornier 17 de la Legión Condor
descargan sus bombas con regularidad. Las bombas incendiarias, un precedente
del napalm, queman la vegetación, las rocas y los hombres. Para
evitar bombardeos sobre sus propias filas los nacionales señalaban
sus líneas avanzadas con paneles y banderas, por lo que los republicanos
solían avanzar lo más posible hacía esas señales
para protegerse de las bombas. Una y otra vez se repetía el mismo
espectáculo sangriento. Después de los cañonazos
de la artillería y de las bombas y ametrallamiento de los aviones
las fuerzas navarras saltaban de sus parapetos para ser segadas por
las ametralladoras de los republicanos. Tras un breve forcejeo los navarros
volvían a sus líneas y de nuevo empezaban a tronar los
cañones.
Toneladas y toneladas de explosivos machacaban la zona, pero cuando
parecía que nada vivo debía quedar en la zona volvía
a escucharse el tableteo de las ametralladoras republicanas y se frenaba
el avance nacional.
En el sector del Cuera la Brigada de Manolín Alvarez cubría
una línea que bajaba desde el Pico Lodón hasta los montes
de la Carria, pasando por el pueblo de Alles, y guarneciendo las siguientes
posiciones: Sierra del Cuera, Pico de Lodón, Collado de Caramo
(en las cercanías de Alles) y Monte de la Carria. En el flanco
derecho de la carretera de Cabrales cubría las posiciones de
Vallejo, la Mordal, Cabezón de Muros, el paso de San Esteban
Traspandio, Pico Jaya y la carretera de Tres Cares. Parece poco
menos que imposible que la Brigada 184 pueda mantener un frente tan
amplio con sus diezmadas tres batallones que llevan más de diez
días de continuos combates por la zona, desde que el enemigo
rompió la línea del río Deva en la frontera santanderina.
En este sector el Batallón 242 de Quintela se repliega, cumpliendo
órdenes, por lo que los nacionales llegan hasta Nedrina. Esta
posición es una de las peores, ya que carecía de agua
y se empleaban dieciséis horas en poder suministrarla, llegando
a pensar los defensores en la posibilidad de rematar a los heridos de
gravedad al no poder ser transportados (28).
En el Mazuco, los soldados de la I Brigada de Navarra, en ese día
10, se emplean a fondo para romper la resistencia del puerto de la Tornería.
Con niebla densa avanzan, y después de dura lucha se apoderan
de la altura del Biforco, a la derecha de la carretera, pero sin alcanzar
Sierra Llabres, que es la llave de la defensa del Mazuco. Desde su mayor
altura los hombres de Carrocera baten la zona, pero los navarros conservan,
con tenacidad, el terreno conquistado. Aquí se inventa una
nueva arma de combate: bidones de carburo son rellenados con
dinamita y después de prenderles una mecha se dejan resbalar
por las laderas hacía las posiciones enemigas más bajas.
No era un arma muy efectiva en cuanto a causar bajas, pero sí
aterradora.
Parte de las tropas de Carrocera protegen Pico Turbina y enlazan con
las de Manolín por Arangas de Cabrales. La única pérdida
importante es la de Pico Liño, y comienza en serio la política
d relevo de las unidades, con comida caliente a los soldados. Las fuerzas
de la Brigada vasca y las de carrocera y de Ladreda tendrán ese
día, por primera vez desde el 6, alimentos adecuados y unas horas
de descanso.
Peña Turbina se convierte en la línea más importante
de defensa en la sierra del Cuera. Con sus 1.315 m domina una horizontal
de 2 km. Y medio con un desnivel mayor de 1.100 m y más de cuarenta
grados de pendiente. Desde allí las crestas descienden escalonadamente
hacía el oeste, pero queda como posición de retaguardia
la elevación de Peña Blanca con sus 1.176 m (29). Una
posición que sin apoyo de la artillería y de la aviación
no habían podido tomar los nacionales y que Higinio Carrocera
va a cobrar a buen precio.SE INTENSIFICA
LA
OFENSIVA FRANQUISTA
El día 11, ante el parón que se esta produciendo en el
Mazuco, las unidades d la I Brigada de Navarra que manda GarcíaValiño
son reforzadas por tropas de la IV Brigada que operan por su derecha.
La situación de estancamiento de la ofensiva nacional esta creando
un problema militar de suma importancia. Se acerca el otoño y
la lluvia y la niebla de estos días de setiembre presagian un
invierno duro. El general Dávila, jefe del Ejército del
Norte y el asturiano Vigón, su jefe de Estado Mayor saben que
si no se conquista Asturias antes de que llegue el invierno será
muy difícil poder seguir el avance. Los puertos de montaña
asturianos y la dureza del clima, que no facilitan la actuación
aérea, junto con la decidida resistencia asturiana podrían
retrasar la conquista de la región hasta la primavera del año
siguiente, lo que destruiría los planes de conjunto del Cuartel
General de Franco. Había, pues, que forzar la defensa asturiana
y terminar cuanto antes la campaña. Sobre Asturias se vuelcan
los efectivos nacionales, la casi totalidad d la aviación y se
piensa en traer al Cuerpo de Tropa Voluntario (el CTV, Cuerpo Expedicionario
Italiano), que había sido trasladado a Aragón después
de la conquista de la provincia de Santander.
Por parte republicana también se comprende que el tiempo juega
a favor de la defensa y así los llamamientos urgentes para trabajos
de fortificación son constantes en la prensa. Incluso llega a
parecer una nota firmada por el alcalde de Sama, Félix Vitoria,
en la que se pide a los reclutas que estaban excedentes como facultativos,
administrativos u obreros de minas que deben presentarse para
ser destinados a fortificación. En caso de no comparecer serán
considerados desertores. Al mismo tiempo la labor de vigilancia
policial se extrema y se van sucediendo las detenciones, que son recogidas
en los periódicos.
Casi diariamente aparece en la prensa republicana una nota, con distinto
tipo de letra que el resto de las noticias, y sin firmar, que dice:
Al militar que abandone el puesto no hay que darle tiempo a explicar
porqué lo abandonó. Se le fusila antes, sin que explique
nada. No se puede perder tiempo en excusas de cobardes. Esta draconiana
observación es un arma de doble filo: por un lado sirve para
atemorizar y conseguir que los soldados resistan ante el riesgo de enfrentarse
a un pelotón, pero al mismo tiempo es el reconocimiento de que
hacen falta medidas extremas y que por lo tanto se está al borde
de la derrota.
En la sierra del Cuera la defensa de Pico Turbina por Carrocera y Peña
Blanca por el Batallón de Infantería de Marina de Reola
cambia el panorama para la V Brigada de Navarra. El coronel Sánchez
González no puede proseguir el avance por la carretera que bordea
el río Cares hasta Arenas de Cabrales. El encajonamiento de la
ruta y las continuas curvas permiten la defensa republicana que cuando
pierde una línea la reorganiza 50 m más atrás con
los mismos obstáculos que ha dejado en la anterior. Ya no es
suficiente flanquear la sierra del Cuera y proseguir el avance, y para
poder continuar Juan Bautista Sánchez tiene que tomar la sierra.
La ascensión de los navarros no va a ser fácil, pues además
tienen que subir su impedimenta y artillería de montaña
a lomos de mulos. Los caminos, que no son más que angostas trochas,
son una trampa por la que se despeñan soldados y mulos. Y como
estos son muy importantes los cañones acaban siendo subidos a
brazo por los soldados navarros, mientras detrás de ellos las
compañías de zapadores, trabajando sin interrupción,
construyen una pista para ganado.
Desde Llanes sale completa la VI Brigada de Navarra para operar al norte
de la sierra del Cuera sobre Peñas Blancas. La V por el sur y
la VI por el norte pretender ser las pinzas de una tenaza que aplasten
la defensa del Cuera, pero en ese día 11 el tiempo sigue siendo
malo y la aviación apenas puede operar sobre la zona, por lo
que la línea defensiva permanece estable a pesar del continuo
bombardeo de la artillería.
Lo duro del terreno es igual para los dos bandos, y así en la
zona de la V Brigada de Navarra los convoyes de alimentos tardan treinta
y seis horas en llegar a las primeras líneas y cuando se termine
la pista que se está construyendo el tiempo de las expediciones
se hará solamente en dieciocho horas (30).
Para completar la ofensiva nacional se ordena a Aranda que presione
en la zona d PajaresLeón, entrando en combate las fuerzas
del coronel Muñoz Grandes, pero sin conseguir romper el frente.
A la derecha de la División 81 que opera por el Pontón
actúa la Agrupación Moliner, que presiona por la zona
de Peña Labra y al norte de Cervera de Pisuerga, pero las montañas
de los Picos de Europa siguen siendo una barrera infranqueable después
de que haya caído la totalidad de la zona al sur del desfiladero
de la Hermida (31).
En la zona del Mazuco, pueblo y desfiladero, el fuego de la artillería
nacional en sol de toro, por lo que el Batallón 131
se empieza a desbandar, lo que impiden los jefes de milicias Ibarguen
y Tuñón. Mientras, los navarros han conquistado Sierra
Bautista, y desde esa altura machacan las posiciones del Batallón
247, en la que le jefe de la unidad, Salgado, herido, ha sido sustituido
por el comisario político. El Batallón 227 (Mártires
de Carbayín), ante lo crítico de la situación,
envía un refuerzo de 60 hombres. El ataque nocturno no se da
y los navarros conservan la posición (era frecuente que las posiciones
perdidas por los republicanos durante el día a causa de la aviación
y artillería, se recuperasen en violentos contraataques nocturnos).
Desde la posición conquistada la artillería nacional machaca
las líneas defensivas del Batallón Guipúzcoa
y después presiona con fuerza hacia Caldueño y Vibaño
por el Mazuco. Cuando termina el día los efectivos de la 15 Brigada
se componen de 300 hombres totalmente desorganizados y agotados, que
carecen de jefes, pues Manuel Alonso está en el Cuartel General
(32). La Brigada se está desmoronando por el continuo castigo
que sufre.
El Consejo Soberano anula este día todos los certificados de
prórroga y exención para la incorporación a filas
y anuncia que solo serán válidos los que se extiendan
en lo sucesivo por la Comisión Calificadora y la Comisión
de Guerra. Es una acertada medida destinada a reducir los enchufados
de la retaguardia, pero que se debió tomar varios meses antes
para evitar la confusión y la acción de los quintacolumnistas.
El Batallón Larrañaga pasa a Peñas Blancas para
reforzar a los Infantes de Marina republicanos que comienzan su dura
resistencia, prolongándose incluso después de que haya
caído el Mazuco. Otro de los batallones muy castigado es el 222
(Izquierda Republicana), que ha quedado reducido a 70 supervivientes
después de los combates y bombardeos (33). De las bajas, más
de la mitad han sido en combate. La aviación no solo ha actuado
sobre los frentes de batalla de la zona, sino que también ha
descargado sus bombas sobre Cangas de Onís y Pola de Gordón,
en busca de alcanzar los cuarteles generales de esos sectores y produciendo
bajas entre la población civil. Al día siguiente repetirá
sus acciones contra Cangas de Onís y Arriondas y en la carretera
de Arriondas a Ribadesella, para impedir la llegada de refuerzos republicanos
a las zonas de combate.
En plenos combates del Mazuco en el periódico nacional ABC de
Sevilla, el de mayor difusión en la zona franquista, se afirma
casi sin novedad en el frente y el parte oficial del cuartel
general dice textualmente: En el sector oriental del frente asturiano
no hubo novedad (34).
Esta vez Pemán
no escribe sobre gloriosas conquistas y permanece en silencio.
El día 12,
con mal tiempo, siguen los combates por las crestas que avanzan hacia
el Mazuco. Llegándose varias veces al cuerpo a cuerpo. La I y
la IV Brigadas de Navarra sufren muchas bajas, pero son inferiores a
las que la artillería produce a los defensores republicanos.
El batallón 220, por mal nombre Recula, adscrito
a la Brigada de Carrocera, inicia la desbandada abandonando sus posiciones.
Higinio Carrocera, sin empuñar su pistola ametralladora Mauser
que lleva en una funda de madera a la cintura, les planta cara.
Los milicianos atemorizados se encuentran con que el jefe de la Brigada
entre insultos, blasfemias y golpes de cachaba los devuelve a palos
a sus posiciones defensivas. Higinio permanece con ellos aguantando
la embestida navarra y los milicianos resisten sobre las rocas. A partir
de ese momento el batallón se distinguirá en el resto
de la batalla del Mazuco y en la retirada a la línea del Sella.
Nunca más se le volverá a denominar con el infamante mote
de Recula .
SE
ORGANIZA LA AGRUPACIÓN DE LOS PUERTOS
El día 13, después de una semana de continuos ataques
nacionales, las fuerzas republicanas acusan el castigo y empieza a ceder
la línea de resistencia. Los soldados de la IV Brigada de Navarra,
que refuerzan a la I, saltan del Biforco hasta Sierra Llabres, la posición
defensiva clave del Mazuco. Al mismo tiempo la V Brigada de Navarra
consigue avanzar por la Sierra del Cuera hacía Peña Turbina,
yendo en cabeza el Batallón de Valladolid, con una niebla tan
densa que los soldados apenas se ven entre sí y conquistan dos
cotas, Laguna y Pedrobulde, cerca ya de la cumbre de la sierra. A media
consiguen llegar al Cotero de las Avispas, muy cerca de Peña
Turbina, pero los hombres de Carrocera, en un contraataque con bombas
de mano, se internan entre los nacionales creando gran confusión.
Este tiempo de caos salva Peña Turbina, pues mientras los soldados
se reorganizan llega la noche y se paraliza el avance por desconocimiento
del terreno.
En el Cuartel General de Gijón el teniente coronel Linares y
el comisario Roces firman una orden por la que se constituye la Agrupación
de Defensa de los puertos de León. El Estado Mayor de Ejército
del Norte, advertido de que la caída del frente oriental es ya
inminente, comienza a preparar una línea más al oeste
que se fijará sobre los ríos Bedón y Sella y cerrando
el perímetro los puertos de montaña con León. Estos,
que habían estado defendidos por las dos Brigadas de el
Coritu y Antuña , son ahora vulnerables a
la mas de ataque del general Aranda, por lo que se crea la nueva unidad
republicana..... con las tropas que ya había.
La Agrupación estará compuesta por dos Divisiones, la
C y la D . De la primera se hace cargo el
mayor Luis Bárzana, con puesto de mando en Valgrande, y contará
con los soldados de la III Brigada Expedicionaria, Brigada 183 del mayor
Penido Iglesias y la 186 del mayor José Recalde. La División
D estará a las órdenes de Arturo Vázquez,
compuesta por los batallones de Puerto de Pinos, la 187 Brigada de Máximo
Ocampos y los restos de la Brigada montañesa. El Cuartel General
se establece en Villamanín. El mando supremo de esta nueva
unidad lo recibe el teniente coronel Ibarrola, que tiene como
jefe de Estado Mayor al comandante Bravo Quesada (35).
Entre tanto en la retaguardia se producen incidentes políticos
que rebelan sectarismos y ajustes de cuentas. En Avance aparece la noticia
de que Rafael Fernández, Consejero de Justicia, ordenó
la detención de Luis López, Emilio Gutiérrez, Servando
Bernardo y Arcadio González, responsables de dos organizaciones
obreras de Colunga, por actos de carácter derrotista. Como no
se señala que dos organizaciones obreras son, la CNT se considera
obligada a aclarar en su periódico que los detenidos no pertenecen
a la central sindical anarquista.
Mayor importancia tendrá la orden de detención cursada
en Gijón contra un sargento, siete cabos y cuatro Guardias de
Asalto a los que se acusa de deslealtad al régimen republicano
y que serán enviados al batallón disciplinario. La Guardia
de Asalto, que ha sido un cuerpo de total confianza en Gijón
desde el primer día de la guerra civil, empieza a sufrir los
efectos de la desmoralización, lo que indica que ésta
va llegando a todo el estamento militar de la retaguardia. Desmoralización
que, sin embargo, aún no se nota en el frente, pues al mismo
tiempo el Batallón Guipúzcoa es condecorado
con la Medalla de la Libertad por su actuación en el frente oriental
a propuesta del Jefe de Estado Mayor Ciutat.
Durante la batalla del Mazuco el valor de los combatientes asturianos
será reconocido hasta en el bando nacional. En una de sus charlas
radiofónicas nocturnas desde Sevilla, el general Queipo de Llano
reconoce la dura resistencia de ese Carroceda o Carrocera, pero
ya le bajaremos los humos.
CEDE
LA RESISTENCIA EN EL MAZUCO
El día 14 de setiembre la I Brigada de Navarra lanza todos sus
efectivos al combate y ocupa el Cabezo con lo que queda dividida la
línea de resistencia republicana entre los que están en
Sierra Llabres, los del pueblo del Mazuco y los de la Sierra del Cuera.
Desde su mayor altura los navarros dominan el pueblo del Mazuco que
se puede considerar como perdido. Las Brigadas de Navarra I, VI y V
se disponen para la conquista definitiva. Durante todo el día
los combates serán constantes a lo largo del frente, pero apuntando
el esfuerzo principal de las brigadas navarras hacía Sierra Llabres.
Sierra Llabres o Monte Cabeza como también se la llama, domina
el valle del Mazuco, situado al este de dicho monte, y el dominio de
esta posición supone el poder de avanzar por la carretera de
Posada a Ortiguero.
Si la batalla del Mazuco no tiene resonancia en el extranjero (el frente
norte después de la caída de Bilbao no llamó especialmente
la atención a pesar de que en él se decidía la
guerra), algo del espíritu de la resistencia republicana norteña
se transmite a través del éxito del Guernica
de Picasso. El lienzo del pintor malagueño se exhibe en el pabellón
español de la Exposición Internacional de París,
en la que hacen cola largas multitudes para contemplar el cuadro. Pero
si su visión recuerda el horror de la guerra, esta se olvida
rápidamente porque esta lejos. Mientras los franceses contemplan
el Guernica, Asturias agoniza bajo los mismos aviones que destrozaron
la villa vasca.
Al día siguiente el parte nacional afirma escuetamente: Se
ocupó el pueblo de Mazuco, alturas al norte de dicho pueblo,
alturas al oeste de Peña Villa, así como Peña Llabres.
La I Brigada de Navarra ha conseguido su objetivo y ha caído
el Mazuco. Las tropas republicanas de este sector se repliegan ordenadamente
hacía Meré.
Al mismo tiempo la VI Brigada llega a las proximidades del vértice
de Peña Blanca (en realidad son tres elevaciones). Las tropas
de la Brigada de Carrocera, después de todo el día de
combates, se repliegan y la V Brigada de Navarra se apodera de Peña
Turbina y, ocupando definitivamente los pueblos de Alles y Ruenes, llegan
por la carretera de Cabrales hasta Mier.
El 16 cae Arangas de Cabrales y al día siguiente Arenas, donde
estuvo el cuartel general de Manolín Alvarez y su Brigada. El
jefe gijonés da la orden de retirada hacía Meré
para unirse al resto de las fuerzas republicanas en retroceso.
Se reorganiza una nueva línea defensiva en el río Bedón,
partiendo de su desembocadura, y en las Sierras Ardisana de Llanes y
las estribaciones dl sur del Cuera. Pero la línea republicana
de resistencia tiene un saliente: Peñas Blancas, en la que sus
defensores aferrados al terreno, no piensan evacuar.
En la batalla del Mazuco el principal protagonista de la defensa republicana
ha sido el mayor de milicias Higinio Carrocera, al que Ciutat propone
para la medalla de la Libertad, que le es concedida al mes siguiente.
Por orden general del Ejército del Norte del 3 de octubre, el
mando patentiza el mérito de un jefe que ha sabido en circunstancias
difíciles mantener el espíritu de su Brigada y que hizo
posible la magnífica labor llevada a cabo en el frente oriental
de Asturias. El Mazuco ya tiene su héroe popular y Asturias
otra leyenda épica.
SIGUE
DURO LO DE PEÑAS BLANCAS (36)
Si el Mazuco era una pesadilla de la que por fin despertaban las Brigadas
navarras su desaparición, sin embargo, no produjo el derrumbe
de toda la resistencia republicana como se había esperado. El
espolón de Peñas Blancas es el objetivo que se señala
el coronel Abriat jefe de la VI Brigada de navarra para que una vez
conquistado se de por terminada la batalla.
El día 15, cuando el coronel preparaba su plan de operaciones,
en unión del jefe de la artillería Díaz de Rivera,
el puesto de mando es localizado por los cañones republicanos
y batido (37). Es el prólogo de lo que espera a la VI Brigada
en las alturas que tienen que conquistar. Ese mismo día, el teniente
coronel Martínez Iñigo, al frente del 10† batallón
de Zamora, llega a 50 m de la cumbre. El ataque es rechazado por los
infantes de marina republicanos que deshacen dos nuevos intentos de
los escuadrones de Villarrobledo. El fracaso de los tres ataques obliga
a concentrar más fuerzas para los nuevos asaltos. El 16 de setiembre
están ya preparados para intervenir diez batallones de la IV
Brigada y seis de la VI. Una buena masa de fuerzas para atacar los tres
picachos de Peñas Blancas (38).
Al día siguiente, sin bombardeos aéreos, aguantan los
republicanos y los navarros son espectadores de la entrada de sus compañeros
en Arangas. Asistirán como testigos a las luchas del valle en
las que intervienen dos carros de combate republicanos, los únicos
que debían de estar por la zona, y uno de los cuales es destruido
por los cañones nacionales.
El 17 un nuevo intento de asalto de Peñas Blancas, aprovechando
el claro entre dos chaparrones, cuesta muchas bajas al Batallón
de Zamora. Se prefiere entonces la maniobra de ataque y la VI Brigada
de Navarra va rodeando Peña Blanca hacia el sur. La operación
se termina al enlazar las Brigadas navarras V y VI.
Sobre las crestas que defienden los republicanos caen los cañonazos
de la artillería y los proyectiles de los morteros del 81. En
las alturas la llovizna se transforma en nieve. Las condiciones del
terreno son expresadas por el teniente coronel Martínez Iñigo
en un informe: Los combates se desarrollan en un terreno dantesco,
difícilmente imaginable, rocoso y lleno de obstáculos,
con apariencia de paisaje lunar hasta el punto de carecer del más
insignificante sendero. La lejanía de la carretera impide el
apoyo de la artillería, la lluvia y la niebla, el de la aviación
(39).
El 18 la aviación ametralla las posiciones republicanas una y
otra vez en cadenas . Después de su actuación,
al mediodía, la infantería navarra inicia un ataque que
será roto a base de bombas de mano. Después otra pasada
de la aviación, y cuando los aviones se quitan de encima las
bombas de mano republicanas cortan el segundo avance. En el tercer ataque
intervienen 36 aviones entre junkers y fíats, pero en cuanto
da la vuelta el último caza las ametralladoras republicanas rechazan
el avance nacional. En este combate muere a la cabeza de sus hombres
el comisario político del Batallón 249. La División
D , que es la que ahora defiende la línea republicana,
se compone de la Brigada 187 (Máximo Ocampos), la I Brigada montañesa
y los Batallones 241 (Silvino Morán) y 247 (Sangre de octubre).
Los días se repetirán, uno tras otro, monótonos
y sangrientos. La aviación machacará las rocas de Peñas
Blancas, la artillería nacional romperá sus defensas,
pero cuando la infantería navarra suba a conquistar las cimas
será constantemente rechazada. Hasta el día 22 la bandera
roja ondeará en lo más alto de la peña; ese día
la VI Brigada de Navarra consigue alcanzar Peñas Blancas. Esto
de Peñas Blancas ha sido una pesadilla (40)
La línea republicana retrocede al río Bedón. Durante
una semana la obstinada defensa de la última posición
de la Sierra del Cuera ha retrasado la ofensiva nacional.
El día 19 de setiembre, tres días antes de la caída
de Peñas Blancas, en el cuartel general de Llanes, Von Richstoffen,
el jefe alemán de las alas nazis sobre Guernica, expone que la
Legión Cóndor estima necesario bombardear
masivamente los puertos asturianos, principalmente el Musel.
En Gijón, en el barco prisión, hay presos nacionales,
familiares, amigos. Juan Vigón, el asturiano Jefe de Estado Mayor
del Ejército franquista del Norte, llama por teléfono
a su jefe el general Dávila y le pide autorización para
que se verifiquen los bombardeos de los aviones alemanes.
El general Dávila
dijo sí.
NOTAS:
(1)Martínez Bande: El final del frente Norte, pág. 128.
(2)El coronel Salas Larrazábal, soldado en una brigada navarra,
me contó que lo había pasado muy mal en diversas ocasiones
de la guerra civil, pero que no recordaba un cansancio y un frío
igual a los que padeció en tierras asturianas.
(3)Estos artilleros alemanes actuaron siempre con notorio retraso sobre
la línea de avanzada nacional. En Arenas de Cabrales se distinguieron
más por lo bien que camuflaban sus piezas que por su ardor combativo.
Testimonio de Daniel Casanova, de Arenas de Cabrales.
(4)Martínez Bande: obra citada, págs. 119 y 120.
(5)Cristopher Shores: Las fuerzas aéreas en la guerra civil española,
pág. 33.
(6)Adolf Galland: Los primeros y los últimos, pág. 42.
Por cierto, Galland habla que en el avance hacía Gijón
fue capturado un automóvil, con tres oficiales alemanes, por
desconocimiento del terreno. Creo que esto se refiere a una captura
en Vizcaya, pues en Asturias los dos prisioneros alemanes de que tengo
noticia son por derribo de su avión.
(7)Jesús Salas Larrazábal: La guerra de España
desde el aire, pág. 260.
(8)Manuel Azaña: Obras completas, tomo IV.
(9)Comunicación de la 54 División a la comisión
política del PC fechado en Meré el 7 de setiembre de 1.937.
(10)Testimonio de Miguel Bengoechea, oficial del servicio de información
del general Gamir, testigo presencial del hecho.
(11)Periódico CNT, días 6 y 7 de setiembre de 1.937.
(12)Galland, libro citado.
(13)Testimonio de Daniel Casanova, sargento del 223 Batallón
asturiano.
(14)Informe, sin fecha, firmado por Ania K 87. SDS.
(15)José María Gárate: Mil días de fuego,
pág. 320.
(16)Solano Palacios: La tragedia del Norte, págs. 192 y 195.
(17)Testimonio de Elías Fernández, capitán del
Batallón 210 asturiano.
(18)Jorge Vigón: Cuadernos de guerra, pág. 165.
(19)La importancia de las banderas como trofeo era más propagandística
que otra cosa. Cada batallón nacional llevaba doce banderas para
acotar posiciones, señalar a la aviación, etc., por lo
que la captura de alguna de ellas no tenía demasiado valor.
(20)Las deserciones en batallones de choque como el Mártires
de Carbayín se explica por las sucesivas reorganizaciones
de la unidad a causa de las bajas sufridas. Los voluntarios caídos
iban siendo sustituidos por soldados movilizados por llamamientos de
sus respectivas quintas y carecían del entusiasmo de los primeros
voluntarios.
(21)Informe del día 8 que redacta la subcomisión política
militar de Nueva del PC. AK S.D.S.
(22)Hay que señalar que en la reunión de mandos del día
6 de setiembre, al día siguiente de la caída de Llanes,
Ladreda era uno de los jefes que abogaba por la retirada total de la
zona. Dos días después era uno de los héroes de
la resistencia del Mazuco.
(23)Parte de la División 54 a la Comisión Político
Militar del PC firmada en Meré el 8 IX 1.937 a
las 12,40 horas del día por C. G. Roza. Documento original del
archivo del autor.
(24)Periódico Avance del 8 IX 1.937.
(25)Periódico Avance del 9 IX 1.937 y Ramón
Salas Larrazábal: Historia del Ejército Popular, pág
1.520.
(26)Las condecoraciones militares republicanas fueron creadas por un
decreto del 5 de marzo de 1.937, que establecía las recompensas
siguientes: Placa Laureada de Madrid (equivalente a la Cruz Laureada
de San Fernando), Medalla de la Libertad (equivalente a la Medalla Militar
Individual) y la Medalla de Sufrimientos por la Patria. Más tarde,
en 1.938, se crearon la medalla del Deber, la Medalla del Valor y la
Placa del Valor.
(27)El periódico CNT describe el avión derribado como
un aparato francés, lo que no es cierto, pues pertenecía
a las Líneas Aéreas Postales Españolas.
(28)Informe de la X Brigada del día 11 IX 1.937.
Archivo del autor.
(29)José María Gárate: libro citado, pág.
332.
(30)Idem, pág. 326.
(31)La ofensiva de Aranda sobre la zona de Pajares tendrá que
ser detenida por la abundancia de bajas, el16 de setiembre. Las fuerzas
de Arturo Vázquez y Luis Bárzana detienen a las de Aranda
y Muñoz Grandes.
(32)Informe de la 15 Brigada del 11 IX 1.937. Archivo del
autor.
(33)Testimonio de Daniel Casanova, sargento de ese batallón.
(34)Periódico ABC de Sevilla de 10 IX 1.937.
(35)ramón Salas Larrazábal: libro citado, pág.
2.942.
(36)Anotación del diario del coronel Vigón correspondiente
al martes 14 de setiembre de 1.937.
(37)Jorge Vigón: Cuadernos de guerra, pág. 166.
(38)José María Gárate: libro citado, pág.
337.
(39)Informe del coronel Tella, jefe de la IV Brigada de Navarra recogido
en el libro de Gárate, pág. 341.
(40)Vigón: obra citada, pág. 168.
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