Dinastías republicanas
El éxito de Cristina Fernández de Kirchner en su intento de seguir habitando la Casa Rosada ¿prefigurará el de Hillary Clinton de regresar a la Casa Blanca por la puerta grande?
Si tal cosa sucediera y, al igual que su marido, repitiera mandato, la presidencia de EE UU habría estado durante 28 años -entre 1988 y 2016- en manos de dos familias, los Bush y los Clinton.
¿Hay nostalgia del sistema sucesorio tradicional? Indira Gandhi, que fue primera ministra de la India durante tres lustros, era hija del Nehru, que lo fue durante 17 años, y madre de Rajiv Gandhi, que le sucedió en 1984. Ambos fueron asesinados. Y acaba de regresar a Pakistán Benazir Bhutto, primera ministra electa en 1986, nueve años después del derrocamiento y asesinato de su padre, Zulfikar Alí Bhutto. Aparecen así nuevos linajes políticos. Aunque hay una enorme diferencia entre instaurarlos por la vía democrática o por la autoritaria. Bashar al-Assad es hijo de Hafez el-Assad, al que sucedió por la fuerza del dedo en 2000 como presidente de Siria.
Su padre había gobernado durante 31 años. Poco comparado con los 46 que llevaba Kim Il Sung en Corea del Norte cuando, a su muerte, le sucedió su hijo Kim Jong-il, inaugurando la primera monarquía marxista-leninista de la historia. Muammar el Gaddafi ya ha designado sucesor a su primogénito, ex futbolista entre otras ocupaciones, lo que responde también a la persistencia de tribus y jefaturas. Hace años, cuando se daba por supuesto que Edward Kennedy sería candidato a la presidencia de EE UU tras los asesinatos de sus hermanos John y Robert, un periódico monárquico de Madrid titulaba El tirón dinástico de la República. Y muchos años llevaba mandando en España el general Franco cuando decidió invertir el orden de los apellidos de su nieto Francis Martínez-Bordiú Franco, ¿para fundar un linaje?
El caso de Cristina Fernández se sitúa plenamente en la estela democrática, no en la de Isabelita Perón, ni en la de Evita, que no llegó a ocupar ningún cargo. Pero estas sucesiones dinásticas a través de las urnas pueden indicar lo difícil que a veces resulta seleccionar candidatos y hacerles un nombre. En las dictaduras, sin embargo, se imponen, y punto. Así de fácil.
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