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CVC. El español en el mundo. Anuario del Instituto Cervantes 2018.
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El español en el mundo

La evolución de la lengua y la cultura en español en Filipinas

Carlos Madrid Álvarez-Piñer
Instituto Cervantes de Manila

Superada la percepción, poco realista, de que el español se perdió en Filipinas, cuando lo cierto es que nunca llegó a ser el idioma mayoritario de la población, debe no obstante tenerse presente que ha tenido una importancia esencial en el desarrollo de la identidad nacional del país, forjada a lo largo de varios siglos a partir de un mosaico, aún vivo, de identidades, culturas y tradiciones. El español en Filipinas parte de una situación por tanto que es radicalmente distinta a la del resto de su contexto geográfico.

En el último medio siglo de presencia española en Filipinas la extensión del idioma castellano era obligatoria, pero esta política no logró su objetivo en su totalidad por la falta de recursos y la oposición de algunos sectores que impidieron su aplicación íntegra. A mediados de la década de 1880 se calculaba que eran 200.000 los filipinos hablantes de español, cifra que aumentó hasta superar el 10% en la última década del siglo xix. Tras la retirada de España en 1898, el fracaso de la independencia filipina frente a los Estados Unidos dio espacio para la implantación del inglés en las siguientes cuatro décadas. El censo de 1918 arroja un 7,5% de población hispanohablante, y en 1939 dicho porcentaje se había reducido a 2,6%, pero son cifras que invitan a la confusión porque no incluían a los hablantes de español como segunda lengua, que aunque eran la mayoría quedaron fuera de las estadísticas oficiales.>

Antes de que Japón invadiese el país a finales de 1941, los grandes escritores, políticos y oradores de Filipinas se servían del español para expresarse, si bien en un contexto de rápido retroceso frente al tagalo y al inglés. El papel del español había sido, hasta entonces y junto con el inglés, el idioma de la clase profesional, universitaria, intelectual, política y comercial, pero no de la clase popular fuera del ámbito urbano. Se mantuvo la oficialidad del español en las sucesivas constituciones de Filipinas, pero los distintos esfuerzos del sistema de enseñanza por mantener el español no dieron fruto. La ley Sotto (1949), la ley Magalona (1952) y la ley Cuenco (1957) no lograron evitar que, por el empleo de métodos docentes desfasados y en ausencia de un profesorado cualificado, en 1967 se redujesen a doce los créditos obligatorios de español a nivel universitario.

La Constitución de 1973, en plena dictadura de Ferdinand Macos, que estableció por decreto un idioma nacional filipino, que es el tagalo con añadidos de otros vernáculos de Filipinas, mantuvo in extremis la oficialidad del español. Este estatus se reducía a la mínima expresión: mientras no se tradujeran los miles de documentos históricos escritos en español depositados en los archivos nacionales de Filipinas.

La importancia del idioma sobre la identidad filipina seguía siendo suficiente, no obstante, como para mantenerlo como idioma obligatorio en al menos doce créditos en los estudios universitarios. A pesar de todo, ante el asentamiento del nuevo idioma oficial (el filipino), el español perdió su papel previo como idioma que articulase a la nación en torno a un lenguaje común.

Una vez recuperada la democracia en Filipinas, durante el debate constitucional de 1986, se debatió el mantener el español como idioma oficial. Parte de los juristas del país formados en español así lo defendieron, de manera minoritaria. Fueron descartadas las propuestas y desapareció también la enseñanza obligatoria del español, pero aun así, en el artículo XIV, sección 7.ª, del texto constitucional vigente, se hace referencia a que el español y el árabe se promoverán a título voluntario. El artículo XIV, sección 8.ª, prevé la traducción de la Constitución al español y también al árabe, aunque hoy día no existe traducción oficial al español.

El español en Filipinas ha sido esencialmente un idioma urbano. Frente al ámbito rural, en pueblos y provincias del país donde el español era mucho menos conocido, encontramos que el español se había extendido entre aquella población urbana que recibió educación formal hasta niveles superiores, o que tenía acceso a oportunidades comerciales, ausentes en el ámbito rural. Siendo un idioma urbano, fue también un idioma de la burguesía y de las clases influyentes, y un idioma de estado, de los padres de la nación. La continuidad de uno ha sido vista como la continuidad del otro, lo que ha jugado a favor del español, pero ha sido visto también como un idioma de la clase dominante, lo que ha jugado en su contra.

En pleno siglo xxi, el español en Filipinas pervive en el propio idioma tagalo y en determinadas instancias oficiales. Con una diversidad lingüística tan pronunciada que puede suponer un problema de cohesión, en Filipinas el español sobrevive en el 20% del vocabulario tagalo, del ilocano, del visaya, del cebuano, del ilongo, etc. Se encuentran formas verbales congeladas, letras de canciones, parte del folclore, expresiones en español o traducidas literalmente a los idiomas indígenas. Con una buena parte del vocabulario hispano compartido entre las diferentes lenguas del archipiélago, la Academia Filipina de la Lengua Española, fundada en 1924, puede encontrar un encaje oficial en colaboración con la Comisión del Idioma Filipino o Komisyon sa Wikang Filipino, precisamente por la importancia del legado español en los idiomas vernáculos del país.

La familiaridad con el idioma español es perceptible hoy día en el habla popular, en expresiones literarias o en asociaciones, establecimientos y organismos oficiales que se titulan en español precisamente porque se subraya su esencia filipina.

Hoy día quedan instancias en las que el español sigue teniendo carácter propio, semioficial, distinto al de otros idiomas extranjeros que se aprenden en el país. La ya citada referencia pasajera en el artículo xiv, sección 7.ª, de la Constitución de 1986, sobre la promoción voluntaria del español y el árabe, es un ejemplo de ello. Sigue también vigente la Ley de Naturalización de Filipinas, y según su sección 2.ª, punto 5.º, hablar o escribir español capacitan para ser naturalizado ciudadano filipino, junto con el inglés o de uno de los idiomas del país. Alguna oficina pública, como el Ayuntamiento de Zamboanga (Mindanao), tiene el encabezado del papel oficial en castellano. En 2013, en español se denominó oficialmente una provincia de nueva creación: Davao Occidental. Y buena parte de los fallos judiciales de Filipinas quedaron registrados en español hasta mediados del siglo xx, lo que teóricamente favorece que los profesionales del derecho, para interpretar la jurisprudencia, tengan algo de conocimiento del español. El Foreign Service Institute del Ministerio de Asuntos Exteriores de Filipinas ofrece clases de español.

Hasta 1987, el español y su aprendizaje y enseñanza se referían a un idioma propio, pero a partir de entonces debe hablarse de la enseñanza del español como lengua extranjera. En ese contexto, el Instituto Cervantes de Manila, en funcionamiento desde 1994, es el principal referente como centro de aprendizaje de español de Filipinas, por su visibilidad, número de alumnos y sus cursos de formación de profesores. Es heredero institucional del Centro Cultural de España, que desde la década de 1970 prestaba servicios de promoción e intercambio cultural, enseñanza de español y biblioteca, y que a partir de 1993 se convirtió en el Instituto Cervantes de Manila. Figura 1Biblioteca del Instituto Cervantes de Manila..

En 2008, durante la administración de la presidenta Gloria Macapagal-Arroyo, se reintrodujo el español como idioma optativo en el sistema público de enseñanza secundaria. La firma en 2007 del Acuerdo de Cooperación Cultural, Deportiva y Educativa entre el Reino de España y la Republica de Filipinas, cuyo artículo VI establece que ambas partes colaborarán para el despliegue de herramientas y programas destinados a la enseñanza, dio paso en 2010 a un memorando de entendimiento para la mejora y promoción de la enseñanza de la lengua y cultura españolas, seguido en 2012 por otro memorando de entendimiento entre el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, el Instituto Cervantes, la AECID y el Departamento de Educación de Filipinas, sobre la formación de español para el profesorado de secundaria en Filipinas.

El Programa de Formación en Lengua Española para Profesores Filipinos de Educación Secundaria se inició, pues, con el objetivo de reintroducir el español como materia optativa en la enseñanza secundaria de todo el país, y de formar a un contingente de profesores filipinos de español, hasta al menos el nivel B1 del Marco común europeo de referencia para las lenguas. A los cursos presenciales del Instituto Cervantes se añadieron los cursos de actualización didáctica impartidos por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte de España, en colaboración con Universidad Internacional Menéndez Pelayo, además de incorporarse algunos docentes como alumnos a cursos de diferentes programas de máster en Enseñanza de Español como Lengua Extranjera y Lingüística en otras universidades españolas. Figura 2Instituto Cervantes de Manila..

Dicho programa terminó en 2017, habiéndose conseguido la reintroducción del español como asignatura optativa en centros públicos de distintas provincias de Filipinas. Con todo, el esfuerzo solo puede dar resultados sólidos si se mantiene a lo largo del tiempo, mediante sucesivos convenios como el anterior que den continuidad a la formación de un cuerpo docente suficiente como para dar respuesta a una demanda que puede aumentar en el futuro.

En los veinte años que median entre 1996 y 2016 se pasó de una cifra estable de unos 20.400 estudiantes de español entre 1996 y 2006, a los 33.600 hablantes actuales. Nuestro centro en Manila ocupa el segundo puesto de toda la red en número de horas/alumno (179.453), con más de 5.500 matrículas registradas en el año académico 2017-2018. El sistema didáctico y la excelente calidad docente de la plantilla de profesores del centro son esenciales en dicho crecimiento.

Las ventajas de aprender español continuarán creciendo, aunque los ciclos de aumento pueden verse frustrados ante la escasez de profesores de español que existe en Filipinas. Únicamente una política de apoyo por parte de las autoridades competentes filipinas, junto con el compromiso por parte de España sostenido a lo largo del tiempo, podrá para contribuir a revertir ese posible estancamiento. Es de desear que en un futuro se incorporen en dicha política de apoyo y cooperación países como México, Argentina, Colombia y los demás países de habla hispana con relaciones bilaterales fluidas con Filipinas.

Además de los 33.600 estudiantes de español que hay en Filipinas, así como unos 3.000 hablantes nativos de español, hay en Filipinas unos 400.000 hablantes de un idioma criollo español, el llamado chabacano. Es una mezcla del castellano con los idiomas bisayas de las islas centrales. Las cifras exactas de hablantes de chabacano no se conocen, pero su número aproximado en la actualidad está entre los 308.000, cifra utilizada por el Ayuntamiento de Zamboanga, y los 461.689 recogidos en el censo de 2010. Se habla en Zamboanga, capital de la isla de Mindanao, en menor medida en toda la península que lleva su nombre, y en las ciudades de Davao y Cotabato, así como en algunos barrios de Cavite y Ternate. En un país que cuenta con unos 120 idiomas y otras 60 variedades dialectales, el chabacano ocupa el número 12 de los 19 que el Gobierno incluye en el sistema público de enseñanza. El chabacano es, por tanto, uno de los principales idiomas de Filipinas.

A los centenares de miles de hablantes de chabacano, hay que añadir en torno a 1.730.000 filipinos con competencia pasiva en español: la práctica totalidad de quienes cursaron estudios universitarios antes de 1986 tienen nociones muy someras de español, porque recibieron los doce créditos hasta entonces obligatorios.

Las perspectivas de crecimiento del español en Filipinas han cambiado sustancialmente en los últimos veinte años. El Instituto Cervantes de Manila tiene abierta desde julio de 2018 una segunda antena en el barrio histórico de Intramuros, desde donde impartir cursos de español así como programar actividades de difusión y promoción cultural. Equipado con biblioteca, auditorio, sala de exposiciones y aulas, es un espacio excelente para la difusión de la acción exterior de España en Filipinas entre la población de a pie, y punto de encuentro para estudiantes de español o participantes de las actividades culturales del Instituto Cervantes, EUNIC, las embajadas iberoamericanas, asociaciones de estudiantes, etc.

A su vez, nuestro Ministerio de Educación mantiene el programa de auxiliares de conversación, a cargo de la Asesoría de Educación de la Embajada de España, que supone otro de los activos más importantes para la difusión del español y que ofrece oportunidades de formación a personas de todas las provincias de Filipinas.

La variedad dialectal del español que sigue existiendo en Filipinas, ya de forma casi residual, posiblemente desaparezca en las próximas dos generaciones. La demanda de español como segunda lengua seguirá creciendo en la medida en que aumente y se consolide la clase media filipina, y si se consigue paliar la falta de profesores, problema estructural que dificulta la difusión del español y que debe ser el ámbito en el que el Instituto Cervantes de Manila centre su eje estratégico de actuación en los próximos años, junto con la acreditación del nivel de español.

Un aumento del número de profesores de español en Filipinas, que responda a la demanda, debería paradójicamente hacer descender el número de alumnos registrados en el centro, especialmente si algunas de las instituciones educativas que se sirven en la actualidad del Instituto Cervantes como entidad proveedora de servicios, lo suplen mediante la contratación directa de un equipo docente. Hablar español en Filipinas aporta una cualificación profesional muy solicitada en el sector de los centros de llamadas, cuyos agentes hispanohablantes ven aumentado su sueldo significativamente. Podría haber oscilaciones a la baja en el sector si los centros de llamadas ceden ante el avance de la inteligencia artificial, que en ciertas instancias ya sustituye a los agentes humanos. La demanda de español, independientemente de las oscilaciones en la demanda, seguirá en aumento mientras resulte beneficioso a quienes lo estudian. Y para el estado filipino, seguirá formando siempre parte del patrimonio cultural propio.

El español en Filipinas va a estar indiscutiblemente ligado en las próximas décadas, además de a la política y economía del país, a la evolución de sus relaciones con los países latinoamericanos de habla hispana. El Instituto Cervantes, espacio de diálogo intercultural, puede seguir sirviendo de puente en esa tarea de acercamiento hacia los países de América, con quien Filipinas comparte intercambios comerciales, tratados bilaterales y un legado compartido común, de forma especial con México. Conforme se estrechen las relaciones entre los países de ASEAN y de América, Filipinas verá en su herencia lingüística un valor en el que ejercer como puerta de América en Asia.

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