Un estilo, dos candidatos

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[DISFRUTA DE LAS MEJORES IMÁGENES DEL PARTIDO]

Real Madrid y Borussia dejaron encarrilado en el Bernabéu su pase a octavos de final de la Champions en un partido que reivindicó un estilo compartido por ambos equipos: el del fútbol directo, vertical y ejecutado a velocidades de vértigo. El Borussia volvió a tener contra las cuerdas al Madrid, que rescató sobre la bocina un punto vital gracias a un libre directo de Mesut Özil.

El Dortmund certificó su mayoría de edad en el Bernabéu. Como en Manchester, se mostró como un equipo vigoroso, veloz y ambicioso. Valiente y capaz. Como dijo Mourinho en la víspera, candidato.

Y con un estilo muy similar al del Madrid. Poco trámite en el centro del campo y base en la presión para lanzar a sus fantásticos atacantes: dos laterales como piñales, Reus y, sobre todo Götze. Aunque el hombre determinante del primer tiempo fue Lewandowski. El ariete polaco ganó los dos pelotazos, ante Pepe primero y luego ante Varane, que propiciaron los tantos de Reus y Arbeloa, en propia meta, al filo del descanso.

El 1-2 compendió un primer tiempo sufriente del Madrid. Con Xabi y Modric en el medio, no fue capaz nunca de gobernar el duelo. Sus cuatro atacantes estuvieron desconectados (en especial Higuaín, que acabó como nuevo inquilino de la enfermería blanca), sus medios desbordados y sus defensas, constantemente exigidos. Mal los centrales y mal los laterales, con Ramos de vuelta en el despiste y Arbeloa desubicado en la izquierda.

De modo que el Madrid no fue el Madrid. Lo fue el Borussia. Sus dos goles fueron dos latigazos. El primero de Reus, tras una peinada de Lewandowski, y el segundo de Arbeloa, que llegó para evitar el remate de Götze, pero no el tanto. Tan cambiados estuvieron los papeles que el gol del Madrid lo hizo Pepe, un central incorporado al ataque, con un cabezazo racial, muy al estilo teutón.

Todo cambió tras el descanso. Mou rectificó el plan inicial y sacó a Essien por Modric. El cambio no sólo activo al ghanés, que firmó 45 minutos notables. También liberó a Alonso, que empezó a alimentar a sus delanteros. Entre ellos el dinámico José Callejón, recambio de Higuaín, que monopolizó la práctica totalidad de ocasiones blancas en el segundo tiempo. Empezando por un fuera de juego que no era a pase de Di María.

El canterano dispuso de otros tres balones para el empate antes de que el Madrid levantara el pie. Mediado el segundo tiempo, los blancos parecían sin aire, y desde luego carecían de ideas. Mou volvió a agitar el árbol y cayó al campo Kaká, que entró por Arbeloa. No había más. La nostalgia de los ausentes (Marcelo, Benzema, Khedira...) pesaba sobre un equipo que aún tuvo fuerzas para una última carga. Grosskreutz sacó sobre la línea un remate blando de Callejón que pareció cerrar el partido, hasta que apareció Özil.

El alemán obtuvo dispensa de Ronaldo para lanzar el último libre directo. Su disparo, en lugar de la potencia del luso, apostó por la colocación. Tanta que Wiedenfeller lo vio en el palo. Y allí fue, pero a su interior. Y de ahí, a la red, para reivindicar al alemán -autor de un partido discretísimo- y al Madrid, que ve más cerca un objetivo que, sin estar aún conseguido, estuvo crudo durante buena parte de la visita a Madrid del Dortmund. Un equipo con mimbres para hacer algo grande en Europa. Como el Madrid. Pero sólo el del segundo tiempo.

En Twitter:
@SantiSiguero