DEL FUTBOL, BUENOS AIRES 1900-1910 Julio David Frydenberg (Argentina)
Profesor de Historia - Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.
Resumen
Este trabajo intenta dar cuenta de las modalidades que adquirió el fenómeno de popularización de la práctica del fútbol, en el marco de dos procesos analíticamente diferenciados aunque estrechamente unidos en la realidad: por un lado el ejercicio asociacionista alrededor del cual se vertebró la adopción de la práctica del fútbol, y por el otro, la resignificación del sistema de valores adherido al deporte en su origen mismo y sostenido en la práctica de los "sportmen" ingleses radicados en el país. El análisis del algunos de los elementos presentes en la popularización de la práctica futbolística se inscribe en el intento por contribuir al estudio de las características del proceso de formación de los sectores populares porteños y de su cultura, hacia principios de siglo1. La investigación de las formas y contenidos con los que estos jóvenes comenzaron a jugar al fútbol puede ser instrumento eficaz para rastrear la constitución de hábitos, sentimientos y valores, algunos de los cuáles tuvieron duradera vigencia. El fútbol, como juego reglamentado, nació en Inglaterra hacia mediados de la década de 1860. En 1867, los residentes ingleses lo practicaron por primera vez en Buenos Aires, junto con otros deportes modernos. En este primer momento, su práctica se vinculó a la creación de clubes asociados a la colonia británica. Sin embargo, no será éste su trayecto histórico más exitoso, ya que estos clubes sufrieron mutaciones y no formaron tradición. Los educadores de los colegios de la colonia inglesa fueron los primeros en diseñar una política difusora de todos los llamados "juegos ingleses" en nuestro medio. Dedicaron especial atención al fútbol, transformado en practica cotidiana para escolares exalumnos, tanto ingleses como pertenecientes a la elite dirigente criolla, y además organizaron la liga oficial2 . Sumada a ésta, la práctica institucionalizada del fútbol hacia fines de la primera década abarcó al universo de las ligas independientes; junto a estos dos ámbitos comenzaba a emerger el del fútbol informal jugado en calles y espacios baldíos. Desde los primeros años del siglo XX la dirigencia de la liga oficial se abocó a una política de difusión del fútbol. Para esto organizó seleccionados nacionales y encuentros contra otros combinados como por ejemplo contra los uruguayos, así como la visita de equipos extranjeros, en especial ingleses. Según las crónicas estos partidos fueron presenciados por varios miles de espectadores. Desde los últimos años del siglo XIX su práctica se fue extendiendo hacia otros sectores sociales. De esta manera, y estrechamente ligado al nacimiento del espectáculo y a la fundación de clubes, el fútbol se fue diseminando como una moda por buena parte de la sociedad juvenil y masculina de la ciudad. Si se revisan los trabajos dedicados al estudio de los sectores populares se podrá observar que centraron su atención en otros momentos, otras prácticas y otros espacios sociales y culturales3 . A su vez, la historia tradicional del fútbol argentino - generada a partir de fines de la década del '20 - describe en mayor medida a sus fundadores, sus ideas y su época que al pretendido objeto de estudio4 . Estos relatos intentaron reconstruir el pasado de los clubes más populares, creando una leyenda - con vida propia - referida a la criollización del fútbol introducido por los ingleses. Así, repetida hasta el cansancio por todos los que retomaron la temática, se construyó la historia de un juego anclado en las franjas marginales de la sociedad del momento y practicado en las orillas espaciales de la ciudad. Los creadores de esta versión fueron periodistas, todos ellos poseedores de una pluma de reconocida excelencia, utilizada en la creación de la versión canónica acerca del nacimiento del fútbol criollo. Estas interpretaciones le dieron un tono de epopeya con un amanecer emparentado a un origen social humilde. En estas reconstrucciones - en muchos casos más cercanas a la ficción que a la historia - se utilizaron algunas de las fuentes disponibles con el explícito deseo de ilustrar los comentarios con anécdotas curiosas. Así aparece citado el periódico "La Argentina", para mostrar los extraños nombres que los jóvenes fundadores dieron a sus clubes. Sin embargo, desde la perspectiva de la presente investigación, "La Argentina" es una fuente privilegiada dado que fue un actor de primer orden en el proceso de popularización del fútbol como juego competitivo. Es necesario señalar que este periódica cumplió un papel activo en la organización de la práctica del fútbol aficionado y constituyó un aporte decisivo en la construcción del universo de adeptos al nuevo deporte fuera del marco institucional de la liga oficial. Además, contribuyó a la difusión de las reglas del juego y a la formación y propagación de una serie de hábitos y valores que quedarán, de ahí en más, asociados a la experiencia futbolística5 . Es preciso recalcar que la popularización del fútbol coincidió con las etapas iniciales del proceso de formación de los sectores populares y de su cultura. Habitualmente, esta etapa fue caracterizada a partir de una serie de elementos disímiles y en difícil convivencia. Algunas de estas reconstrucciones presentan a los inmigrantes gobernados por el signo del transplante, substancialmente adheridos a las imágenes de la tierra lejana y a la búsqueda pertinaz del ahorro mediante agotadoras jornadas laborales. En otras versiones, los vemos actuar guiados por ideas asociadas al entrenamiento social de las que aprendieron las razones d la lucha sindical y política contra un sistema que parecía, a todas luces, injusto6 . Sin embargo, fue la juventud quien encarnó el proceso de popularización de la práctica del fútbol a través de la formación de clubes, muchos de los cuales apenas contaban con once socios. Estos jóvenes podían ser dependientes de comercios del centro de la ciudad, trabajadores de los ferrocarriles ingleses, empleados públicos, cadetes de pequeños almacenes o aprendices de talleres. El juego se propagó rápidamente entre los estudiantes secundarios, los claustros universitarios y los cuarteles. Hijos de profesionales y de empleados jerárquicos del aparato estatal compartieron la dedicación al fútbol junto a otros ubicados algunos peldaños más abajo en la escala social. Fueron jóvenes con apellidos italianos, españoles y judíos: situación ésta que invita a conjeturar sobre la formación de una primera generación de criollos - en buena proporción- hijos de inmigrantes7 . Los jóvenes trabajadores accedieron, con el correr del tiempo, a una cuota mayor de tiempo libre. A principios del siglo XX la jornada laboral tendió a disminuir como efecto de un conjunto de circunstancias; algunas asociables a modificaciones económicas básicas y otras vinculadas a la lucha por el logro de reivindicaciones sociales como las ocho horas de trabajo. Los momentos de ocio fueron aprovechados de diversas formas: la música y el baile (hayan sido traídos de Europa o generados en la ciudad y el campo criollos), la práctica de juegos de azar, las recorridas por el centro o Palermo, el acceso al teatro popular, junto con el circo ambulante, y una vez al año, los festejos del carnaval8 . Los vascos trajeron y difundieron el juego de pelota con sus apuestas. Si bien la pelota vasca y el turf derivaron en espectáculos atractivos para miles de espectadores, fueron esencialmente diferentes de los deportes modernos, llamados "juegos ingleses", los que contenían en su propia razón de ser el requisito de su práctica. Así, el fútbol se fue integrando a un conjunto de nuevas experiencias de sociabilidad, en este caso asociadas sólo a la juventud masculina. La adopción de la práctica futbolística por los jóvenes de los sectores populares quedó indisolublemente ligada al esparcimiento y al uso placentero del ocio, junto a experiencias que fueron más allá de la mera utilización del tiempo libre como la organización de clubes de fútbol.
I. Los clubes-equipos Los clubes creados a partir de la segunda mitad del siglo pasado por los grupos sociales dominantes, eran instituciones que buscaban el mantenimiento de un status social mediante restrictivas normas de ingreso. Su razón de ser era la de servir de formato institucional al entrenamiento de sus cuadros jóvenes mediante la práctica de determinadas actividades, y construir un ámbito de socialización y de uso del tiempo libre. La selección de los potenciales asociados se ejerció a partir del elevado costo de la cuota social y la necesidad del aval de varios socios de reconocida antigüedad9 . El clima general reinante en la época alentaba la creación de asociaciones. En nuestro caso, las prácticas y los discursos a favor del aglutinamiento institucional fueron emitidos desde la nueva área de educación física de la escuela pública y privada10 , desde las asociaciones de inmigrantes y desde los propios clubes ingleses y de la elite criolla. Todos estos factores influyeron en los jóvenes atraídos hacia la práctica del fútbol que nació inseparablemente unida a la creación de instituciones. Parece que no era necesario fundar un club para jugar al fútbol, sino sólo formar un equipo. Sin embargo, el fenómeno de la difusión popular de la práctica futbolística aparece encarnado en la apoyatura institucional del club. Para ser un footballer fue suficiente ser miembro de un club, y no fue necesario saber jugar al fútbol. Cuando once jóvenes se agrupaban formando un equipo, dedicaban su tiempo en fundar un club, eligiendo su nombre, sus dirigentes, el diseño de su sello, etc. Aquí se puede apreciar el nacimiento del equipo-club. Un club creado para formar un equipo y poder así competir con otros semejantes en el espacio del fútbol aficionado. En este universo competitivo, con el tiempo, convivieron clubes que siguieron siendo sólo un equipo-club, con otras asociaciones integradas por ejemplo con cinco teams, os sea, con el mismo origen fueron logrando otro nivel de desarrollo. La misma dinámica de estos clubes los impulsaba a contar con la mayor cantidad posible de asociados. Cuanto más socios, más recursos para engrandecer la institución. La diferencia con los clubes de la elite o de la colonia inglesa fue notable pues estos hicieron de la restricción y selección un valor. Contrariamente, los nuevos clubes debieron ensanchar su base social de apoyo como forma de sobrevivir y si fuera posible, crecer. Algunas de estas nuevas asociaciones llegaron a constituirse en los clubes tal como los conocemos ahora pero la mayoría murió en el intento. Todos fueron creados con el explícito fin de practicar el "nuevo, noble y viril deporte inglés". Esta reunión de jóvenes tuvo en la mayor parte de los casos como marco aglutinante el lugar de residencia común: la cuadra, el vecindario, la parroquia. Los jóvenes definieron su intención de representar ese espacio urbano, ubicado tanto en las nuevas áreas urbanizadas como en pleno centro citadino. Por ejemplo, uno de los muchos avisos informando la fundación de un club anunciaba:
"En el vecindario de la calle Gaona el 24 de Septiembre se formó un nuevo club denominado Gaona Juniors. Siendo la CD, la siguiente(...) Correspondencia a Luis Riccio (hijo), Gaona 2148. El field está en la calle Gaona 1453, entre Cucha Cucha y Pujol. Acepta desafíos para menores de 12 años de edad, para el domingo 27 del corriente"11 . Se percibe con claridad a los fundadores del club Gaona, quienes vivieron tuvieron su cancha en esa calle homónima, y se sintieron representes del vecindario allí asentado. Pueden advertirse muchos casos (como por ejemplo los de las calles Venezuela o Saavedra del centro de la ciudad) distintos del anterior ya que no podían jugar en los lugares en los que residían, pues no existían espacios vacíos. En estos casos tuvieron que dirigirse hacia las afueras, hacia los nuevos vecindarios en busca de terrenos luego acondicionados como canchas. Esta búsqueda terminó con frecuencia frustrada dado que en ocasiones los espacios deseados les fueron negados. Muchos de los clubes-equipos carecieron de cancha propia12 . No sólo la residencialidad unió a los entusiastas del fútbol, pues desde el mundo laboral - como en las grandes tiendas o entre los empleados de empresas ferroviarias - y el mundo católico, también se generaron clubes de fútbol13. Los inicios de estas instituciones fueron relativamente semejantes, pero con el tiempo aparecieron una serie de elementos diferenciadores que dieron como resultado una amplia gama de variedades desde el precario equipo-club con sólo once participantes hasta el formado por varios equipos y un conjunto más o menos estable y amplio de seguidores. También comenzaron a diferenciarse los clubes inquietos por la promoción de otro tipo de actividades sociales que trascendieron la práctica del fútbol. Sin embargo, y a pesar de estas diferencias, se pueden advertir algunas características comunes: la necesidad de contar con recursos mínimos a través del cobro de una cuota mensual (excepcionalmente cuotas de ingreso) rifas y otras entradas extraordinarias, así como una serie de procedimientos organizativos. Los asuntos del club fueron tratados en reuniones ordinarias y en asambleas de socios, en las que además se elegía a la Comisión Directiva. De la lectura de las órdenes del día de las convocatorias a asambleas se desprenden los problemas vinculados al cobro de la cuita social, a asuntos relacionados con la cancha, a la inscripción en campeonatos, a la formación de equipos, a la elección de capitanes-delegados de el/los equipos del club, y a temas estatutarios variados, como renuncias o consideración de afiliaciones. Estos jóvenes asumieron voluntariamente una serie de responsabilidades surgidas de la necesidad de proveer los bienes materiales apropiados para sus equipos, y además participaron de un nuevo universo simbólico y conductual. En este aprendizaje (y su consiguiente entrenamiento en prácticas participativas) tuvieron en cuenta normas de funcionamiento democráticas en las que no escasearon los enfrentamientos entre asociados, entre clubes o entre éstos y las ligas independientes. Al promediar la primera década del siglo XX, este espacio creado por los nuevos clubes se fue ampliando y complicando. Las desapariciones, refundaciones y algunas deserciones en masa, fueron permanentes.
Año 3, Nº 10. Buenos Aires. Mayo 1998 http://www.efdeportes.com |