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escritor español del Siglo de Oro De Wikipedia, la enciclopedia libre
Tirso de Molina (seudónimo de fray Gabriel Téllez; Madrid, 24 de marzo de 1579-Almazán, hacia el 20 de febrero de 1648) fue un religioso mercedario español que destacó como dramaturgo, poeta y narrador del Barroco.
Tirso de Molina | ||
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Retrato de Tirso de Molina por fray Antonio Manuel de Hartalejo, Biblioteca Nacional de España | ||
Información personal | ||
Nombre de nacimiento | Gabriel José López y Telléz | |
Nombre nativo | Gabriel Téllez | |
Nacimiento |
24 de marzo de 1579 Madrid (Corona de Castilla) | |
Fallecimiento |
12 de marzo de 1648 Almazán (Corona de Castilla) | |
Sepultura | Almazán | |
Religión | Catolicismo | |
Educación | ||
Educación | artes y teología | |
Educado en | Universidad de Alcalá | |
Información profesional | ||
Ocupación | Dramaturgo, poeta, escritor e historiador | |
Movimiento | Literatura del barroco | |
Seudónimo | Tirso de Molina | |
Géneros | Poesía, teatro y comedia | |
Orden religiosa | Orden de la Merced | |
Firma | ||
Tirso de Molina destaca sobre todo como autor dramático. Su dramaturgia abarca principalmente la comedia de enredo, como Don Gil de las calzas verdes, y obras hagiográficas como la trilogía de La Santa Juana o La dama del olivar. Se le ha atribuido tradicionalmente la creación del mito de Don Juan en El burlador de Sevilla, cuya primera versión podría ser de 1617, con la obra Tan largo me lo fiais, editada en el siglo XVII a nombre de Calderón y que parte de la crítica atribuye a Andrés de Claramonte (no así otro sector de críticos, que la tienen como una versión emparentada con un arquetipo común escrito por Tirso entre 1612 y 1625);[1] en la citada obra, Don Juan, un noble sevillano, altera el orden social deshonrando a cuantas mujeres se le ponen delante y finalmente es castigado por la estatua funeraria de una de sus víctimas, el padre de una de las damas burladas, que lo mata y lo arrastra a los infiernos. También se encuentra en discusión la autoría de El condenado por desconfiado, comedia de bandoleros a lo divino. Tirso fue el primer autor que dio profundidad psicológica a los personajes femeninos, que llegaron a ser protagonistas de sus obras literarias.
Gabriel José López y Téllez nació seguramente el 24 de marzo del año 1579 en Madrid, hijo de Andrés López y Juana Téllez, humildes sirvientes de Pedro Mesía de Tovar, señor y luego conde de Molina de Herrera.[2] Sabemos que fue bautizado el 29 de marzo de 1579, en la parroquia de San Sebastián de Madrid, gracias al investigador Luis Vázquez Fernández, que lo documenta en su «Gabriel Téllez nació en 1579. Nuevos hallazgos documentales», en Homenaje a Tirso, L. Vázquez, ed., Madrid: Revista Estudios, 1981, pp. 19–36.
La escritora Blanca de los Ríos sostuvo que Gabriel fue hijo natural del Duque de Osuna y que nació en 1584, alegando una partida de nacimiento prácticamente ilegible, pero esa tesis carece de fundamento y hoy está completamente desacreditada. De ser cierta su tesis Tirso habría necesitado dispensa papal para entrar en la Orden de la Merced, y además, el duque de Osuna era entonces muy viejo y se encontraba acreditado en Nápoles. Ninguno de sus enemigos contemporáneos, por otra parte, le achacó ese origen.
Tirso de Molina fue un discípulo ferviente de Lope de Vega, a quien conoció como estudiante en Alcalá de Henares; toda su vida defenderá la concepción lopista del teatro. El 4 de noviembre de 1600 ingresó en la Orden de la Merced y tras pasar favorablemente el noviciado tomó los hábitos el 21 de enero de 1601 en el monasterio de San Antolín de Guadalajara. Fue ordenado sacerdote en 1606 en Toledo, donde estudió Artes y Teología y empezó a escribir;[3] ésta fue la ciudad donde vivió más tiempo y desde ella hizo viajes a Galicia (en 1610 o 1611), a Salamanca (en 1619) y a Lisboa.
En 1612 vendió un lote de tres comedias, y se cree que ya había escrito antes una primera versión de El vergonzoso en Palacio; de 1611 es La villana de La Sagra; de hacia 1613, El castigo del penseque y la trilogía de La santa Juana, y de 1615 data Don Gil de las calzas verdes; todavía este año estrenó en el Corpus toledano el auto Los hermanos parecidos. Ya por entonces, si bien cultivaba también temas religiosos, sus sátiras y comedias le habían granjeado problemas con las autoridades religiosas, lo que lo llevó a retirarse entre 1614 y 1615 al monasterio de Estercuel, en Aragón. Quizá por ello apenas figura en el Viaje del Parnaso de Cervantes.
Entre 1616 y 1618 estuvo en Santo Domingo, en cuya universidad fue profesor de teología durante tres años y donde además intervino en asuntos de su Orden. Esto le permitió conocer numerosas historias de la Conquista que usaría más tarde en sus obras. De vuelta ya en 1618, se instaló en Madrid, donde entre 1624 y 1633 aparecieron las cinco Partes de sus comedias; estas «profanas comedias» causaron un gran escándalo, de forma que el 6 de marzo de 1625 se reunió una de las Juntas con que el Conde-Duque de Olivares pretendía reformar las costumbres con el siguiente orden del día:
Así que se tomó la resolución de desterrarlo a Sevilla, donde residió en el Convento de la Merced, edificio que actualmente ocupa el Museo de Bellas Artes de la ciudad. En la dedicatoria de la Tercera parte alude a esta persecución, que no logró desalentar su vocación poética:
En 1622 participó en el certamen poético con motivo de la canonización de San Isidro, pero en 1625 la Junta de Reformación creada a instancias del conde-duque de Olivares le castigó con reclusión en el monasterio de Cuenca por escribir comedias profanas «y de malos incentivos y ejemplos», y pidió su destierro y excomunión mayor si reincidiese.
A pesar de todo, Tirso de Molina siguió escribiendo y no se tomaron medidas mayores contra él al desinflarse las disposiciones moralizadoras del Conde-Duque; es más, en 1626 pasó a residir en Madrid y fue nombrado comendador de Trujillo, por lo que vivió en la ciudad extremeña hasta 1629, año en que volvió a Toledo y posiblemente a Madrid.
Entre 1632 y 1639 estuvo en Cataluña, donde fue nombrado definidor general y cronista de su Orden y compuso la Historia general de la Orden de la Merced. En 1639 el pontífice Urbano VIII le concedió el grado de maestro; sin embargo, los enfrentamientos con miembros de su propia Orden lo llevaron otra vez al destierro en Cuenca en 1640.
Sus últimos años los pasó en Soria, en el Convento de Nuestra Señora de la Merced, en el que fue nombrado comendador en 1645. Murió en Almazán en 1648.
Aunque una de las obras que se le atribuyen ha tenido una enorme influencia en la cultura mundial como origen del mito de Don Juan, El burlador de Sevilla y convidado de piedra, en su tiempo la versión más conocida de la obra fue la versión primigenia, Tan largo me lo fiais, que según algunos críticos fue compuesta por el dramaturgo y actor Andrés de Claramonte, quien también podría ser el autor de La estrella de Sevilla.
Se han conservado unas sesenta piezas dramáticas de Tirso de Molina. Sin embargo, según su propio testimonio en el prólogo a la Tercera Parte, sin duda algo exagerado, habría escrito en 1634 unas cuatrocientas, con lo que habría sido uno de los dramaturgos más prolíficos del Siglo de Oro. La atribución de algunas de sus obras presenta, sin embargo, todos los ingredientes del más intrincado de los rompecabezas bibliográficos. Tal y como expone en El vergonzoso en Palacio, su idea de la comedia es la de un espectáculo integral para los sentidos y el intelecto, mostrándolo aquí:
Esta concepción del teatro es, pues, muy lúdica y artificiosa; para Tirso de Molina el artificio es esencial en la pieza artística, y la variedad es su sustancia misma:
La obra dramática de Tirso de Molina se caracteriza por la enorme complicación de sus argumentos, que a veces se hacen difíciles de seguir, como en el caso de Don Gil de las calzas verdes; posee, sin embargo, el secreto de la intriga y sabe cómo interesar al espectador con la infinita variedad de su imaginación:
Sus personajes poseen una profundidad psicológica mayor que en otros dramaturgos de la época, y sus caracteres femeninos destacan a menudo en sus obras, como por ejemplo la reina María de Molina en La prudencia en la mujer. También suelen ser increíblemente enredadores e intrigantes (el prototipo de estos sería, por ejemplo, la Marta de Marta la piadosa), de manera que siempre saben salirse con la suya y tienen salidas para las situaciones más apuradas, lo que atestigua el ingenio del fraile mercedario.
Tirso destacó sobre todo en la comedia, con piezas como Marta la Piadosa, Por el sótano y el torno, Don Gil de las calzas verdes, La villana de Vallecas y, dentro de la comedia palatina, El castigo del penseque, El amor médico y sobre todo El vergonzoso en palacio. Cultivó también las obras religiosas, tanto los autos sacramentales (El colmenero divino, Los hermanos parecidos, No le arriendo la ganancia) como los dramas hagiográficos (Santo y sastre, la trilogía de La santa Juana) y bíblicos (La mejor espigadora, sobre la historia de Ruth, y La vida y muerte de Herodes).
Escribió además dos misceláneas, Los cigarrales de Toledo (1621) y Deleitar aprovechando (1635), donde tienen cabida la novela cortesana, las piezas dramáticas y los poemas de distinta temática.
El estilo de sus obras es abiertamente conceptista, muy jugador con los vocablos, y en sus últimas obras algo culterano, pero siempre sobre un fondo conceptista.
El crítico Miguel Romera Navarro expuso algunas de las virtudes de Tirso de Molina:
Su reputación trascendió las fronteras española aun en vida, como demuestra el hecho de que la obra Opportunity de James Shirley se inspira en El castigo del penseque; sin embargo, superado por la fama de Calderón de la Barca, Tirso fue un gran olvidado en España durante más de un siglo, hasta que a finales del XVIII algunas de sus piezas fueron tímidamente recuperadas por Dionisio Solís y Juan Carretero.
No se trata de un índice exhaustivo; en negrita se señalan las obras teatrales destacadas por Edward M. Wilson y Duncan Moir en el capítulo quinto «Tirso de Molina» de su Historia de la literatura española, vol. 3: Siglo de Oro: teatro (Ariel).[5] Las dataciones proceden del artículo «La creación dramática de Tirso de Molina» (1998) de María del Pilar Palomo Vázquez,[6] y constituyen en general el terminus ad quem.
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