Monte Arruit
Localidad marroquí situada en el Rif Oriental en la región de Ayt Bou Yahyi De Wikipedia, la enciclopedia libre
Localidad marroquí situada en el Rif Oriental en la región de Ayt Bou Yahyi De Wikipedia, la enciclopedia libre
Monte Arruit[1] (en rifeño: ⵓⵄⴰⵔⵡⵉ, en árabe: العروي, en francés: Al Aaroui), es un municipio situado al noreste de Marruecos, en la provincia de Nador, a 30 km al sur de Melilla. En el censo del año 2014 contaba con una población de 47.599 habitantes[2]. A corta distancia se encuentra el Aeropuerto Internacional de Nador.[3] El núcleo de población actual tuvo su origen en el fuerte construido durante la época del protectorado español. En 1921 tuvo lugar en dicha fortificación un episodio de la guerra del Rif, dentro del denominado Desastre de Annual, en el que perdieron la vida alrededor de 3000 soldados del Ejército español.[4]
Monte Arruit ⵓⵄⴰⵔⵡⵉ العروي | ||
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Localidad | ||
De izquierda a derecha y de arriba abajo: la mezquita Mohamed VI, la puerta del Zoco de Monte Arruit y una puesta de sol con la ciudad al fondo.
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Localización de Monte Arruit en Marruecos | ||
Coordenadas | 35°00′37″N 3°00′26″O | |
Idioma oficial | Rifeño y árabe | |
Entidad | Localidad | |
• País | Marruecos | |
• Región | Oriental | |
• Provincia | Nador | |
Altitud | ||
• Media | 37 m s. n. m. | |
Población (2004) | ||
• Total | 35 021 hab. | |
Tras la caída el 22 de julio de la posición de Igueriben, lo que provocó el derrumbe del frente español alrededor de Annual y la apresurada evacuación de esta última posición por el General Navarro, las tropas españolas realizan un desesperado intento de evacuación para dirigirse atravesando el desfiladero de Izumar, un estrecho paso entre montañas de apenas 4 metros de ancho y pronunciadas laderas por las que en ocasiones se despeñaron hombres y vehículos, hacia Ben Tieb y de aquí hacia Dar Drius, posición que reunía las características para albergar una gran cantidad de tropas y que contarba un fácil abastecimiento de agua, aunque la distancia que la separaba de Melilla dificultaría un posible socorro desde la ciudad, por lo que es abandonada el día 23 de julio.
Es en el paso de Izumar donde comienzan a darse los primeros casos de brutalidad con las tropas españolas en retirada cometidos por la población civil rifeña[5].
La columna española, formada por unos 5000 hombres, de los cuales unos 3000 eran españoles y 2000 indígenas, daba como resultado unos efectivos de tres batallones y dieciocho compañías de infantería, tres escuadrones de caballería y cinco baterías de artillería, aunque mal equipadas y con escasez de munición, abandona el 23 de julio Dar Drius para intentar alcanzar las posiciones de Batel y Tistutin atravesando el río Igan, en el que fueron hostigadas por los rifeños y teniendo que emplearse a fondo el Regimiento de Caballería Cazadores de Alcántara n.º 14 para proteger la caótica retirada española, resultando dicho Regimiento prácticamente aniquilado durante las sucesivas cargas que realizaron contra el enemigo (hasta ocho, según algunos testigos y supervivientes, la última de ellas con los caballos cogidos de las riendas). A los cinco días en la pequeña posición de Batel no era posible resistir se replegaron a Tistutín, en la cual había tomado el mando el capitán Arenas por ser el capitán más antiguo, que al conocer la caída de Annual se dirigió voluntariamente en ayuda con intención de llegar a Batel pero al estar la carretera cortada se dirigió caminando hasta esta posición[6]. Reforzó toda lo zona con el buen pronóstico de la llegada de la columna, allí llegaron hasta que en la madrugada del día 29 el general Navarro decide iniciar la replegada hacia Monte Arruit, en las cercanías de la cual las tropas españolas volvieron a ser hostigadas por las harkas rifeñas, el capitán Felix Arenas cayó en las proximidades del fuerte defendiendo heroicamente la artillería abandonada durante la desbandada de las tropas al divisar Monte Arruit, se le concedió a título póstumo la Cruz Laureada de San Fernando[7].
Producida la entrada de las tropas españolas en Monte Arruit, los efectivos españoles superaban los 3000 soldados (los supervivientes de la retirada más las tropas que ya guarnecían la posición), quedando cercadas y a la espera de un auxilio desde Melilla que jamás llegó, iniciándose el día 24 de julio un asedio que duraría hasta el día 9 de agosto en que se produjo la rendición, tras un pacto por el cual la tropa podría volver a Melilla entregando previamente el armamento.
La situación en el interior del fuerte resulta realmente penosa. El abastecimiento de agua debía hacerse trayendo agua desde el exterior, resultando sangrientas las aguadas al estar completamente batidas por el enemigo. Se intentó el abastecimiento aéreo de la posición, lanzando bloques de hielo y armas y municiones a los defensores, aunque muchos de estos envíos caían en manos del enemigo o quedaban obsoletas durante la caída.
Conforme avanzan los días la situación resulta realmente desesperada en el interior. A la falta de agua y víveres hay que sumar el estado moral y físico de los defensores, y cada vez hay más muertos y más heridos (entre ellos el Teniente Coronel Fernando Primo de Rivera y Orbaneja, quien mandaba el Regimiento de Alcántara, es herido por una granada en el brazo y tiene que ser operado sin anestesia, muriendo días más tarde a causa de la gangrena.
Finalmente, el día 9 de agosto no queda agua, no hay víveres, y prácticamente no quedan municiones con las que responder al fuego enemigo. Tampoco hay medicamentos para tratar a los heridos. El General Navarro, tras comunicar con Melilla a través de un heliógrafo, es autorizado por la Superioridad para parlamentar con los notables rifeños, pactando unas condiciones mediante las cuales los españoles saldrían libres de la posición y serían escoltados hasta Melilla, aunque a costa de entregar el armamento.
Pactadas las condiciones referidas, se prepara todo para actuar según lo convenido. Se organiza el transporte de los heridos, los supervivientes amontonan su armamento y forman en el exterior de la fortificación mientras Navarro, herido en una pierna y apoyado en un bastón improvisado, se dirige junto a un grupo de oficiales hasta un edificio próximo.
Es en ese momento cuando grupos de rifeños irrumpen en la posición y comienzan a disparar contra los soldados españoles, aunque los soldados que todavía no habían entregado su armamento se defienden y responden al fuego enemigo. Otros soldados, en cambio, intentan buscar de nuevo refugio en el interior del fuerte, lugar en el que encontrarán también la muerte. Se da la circunstancia de que los restos mortales de algunos de los supervivientes de las cargas del Regimiento de Alcántara fueron encontrados junto a las puertas, sin duda en un vano intento de proteger al resto de sus compañeros.
Mientras se produce la masacre, Navarro y otros oficiales son llevados a Axdir, feudo de Abd el Krim, lugar en el que se les unirían más prisioneros hasta sumar alrededor de 500, de los que sobrevivirían unos 300, que serían liberados 18 meses más tarde tras un penoso y largo cautiverio y el pago de un cuantioso rescate.
En el campo de Monte Arruit quedan esparcidos los cadáveres de más de 2600 soldados españoles, muchos de mutilados y con muestras de haber sido cruelmente torturados. Permanecieron insepultos hasta que dos meses más tarde las tropas españolas reconquistaron la posición a finales de octubre y se encontraron con el dantesco y macabro espectáculo de los cuerpos descomponiéndose bajo el ardiente sol africano.
Los soldados españoles identifican a los que pueden, dándose el penoso y triste espectáculo de padres, esposas, novias, etc., que viajan desde la Península para intentar encontrar los restos de sus seres queridos, y se da a todos cristiana sepultura en una fosa común con una cruz, la cual fue conocida como la Cruz de Monte Arruit.
Años más tarde, en 1956, los restos de los defensores fueron trasladados de la fosa al Panteón de los Héroes situado en el Cementerio Municipal de la Purísima Concepción de Melilla, al igual que una placa dedicada a los mismos, lugar en el que reposan en la actualidad. Un poema de Goy de Silva resalta que allí “…no hay en la tierra templo funerario de mayor emoción que esta tumba gloriosa…”
Algunos testimonios de la época relatan lo que encontraron las tropas españolas cuando reconquistaron el lugar más de 2 meses después:
En la puerta del fortín, un grupo de unos cuarenta muertos, unos sobre otros. Todo el recinto completamente lleno de cadáveres en posturas trágicas. La sanidad trabaja activamente y los identifica cuando ello es posible. Continuamente salen camiones repletos, y del montón que oscila salen manos y pies crispados. Las grandes fosas se llenan. Pero aún quedan más, muchos más. Unos tres mil nos han dicho que van vistos.[8]
En la actualidad, el recinto que ocupaba el antiguo establecimiento militar ha desaparecido y el lugar que ocupaba se utiliza para realizar mercados ambulantes, aunque se conserva una parte del acuartelamiento de las tropas indígenas, el cual fue construido después de que sucediera la tragedia de 1921.
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