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Mientras los países del G-20 avanzaron en Londres en definiciones para enterrar formalmente el Consenso de Wa-shington, abriendo la expectativa sobre cuándo, cómo y qué medidas concretas se implementarán para cerrar esa fosa, las bancas centrales de la Argentina y China firmaron un acuerdo de contingencia que permite al primero contar con una herramienta monetario-financiera inmediata para amortiguar el impacto de la crisis global. El Gobierno podrá utilizarla como una alternativa para aliviar la carga de los pagos de vencimientos de deuda de los próximos años. Como no se trata de las líneas tradicionales del FMI ni de créditos que requieran la subordinación a los dictados del malherido pero aún influyente poder financiero internacional, este convenio no ha tenido una atenta evaluación sobre sus implicancias.
Las primeras reacciones estuvieron vinculadas con el frente comercial por el temor industrial de que ese acuerdo pueda servir como vehículo para facilitar la penetración de productos de fabricación china en el mercado doméstico. También se especuló con que el propósito sería abultar las reservas internacionales en un análisis superficial del convenio. En realidad, el acuerdo tiene otro objetivo y surge de la lectura desapasionada del comunicado distribuido por la entidad comandada por Martín Redrado.
El compromiso con el Banco Popular de China (la autoridad monetaria de ese país), estructurado con el mecanismo que técnicamente se denomina swap de monedas, por un monto en yuanes y su contrapartida en pesos equivalente a unos 10 mil millones de dólares, constituye un crédito contingente al país. Si se apela a esa línea será para hacer frente a los próximos vencimientos de deuda pública. Bancos internacionales ya detectaron el filón y acercaron ofertas al Gobierno para participar en una operación colateral a ese convenio que es la conversión a dólares de la suma en yuanes.
El convenio
Este acuerdo, que será por un plazo de tres años, con la opción de renovarlo a su vencimiento, volvió a descolocar a economistas del establishment de capacidad infalible para el error. La afirmación, reiterada hasta el cansancio, acerca de la imposibilidad del país de conseguir crédito internacional debido a la imprevisibilidad de su política económica y a la desconfianza ganada luego de la declaración del default ha quedado descolocada. Para acceder a esa línea de crédito china no fue necesario el sometimiento a las “buenas políticas” del FMI, regreso a esas fuentes que entusiasma con espíritu militante a los representantes del discurso dominante. Por motivos que hacen a su propia estrategia geopolítica de expansión de su influencia en el mundo, China abrió el grifo de asistencia financiera a la Argentina. Esa ventana para retirar fondos también vuelve a dejar en ridículo a la secta de la city que desde hace meses anuncia un default de la deuda pública que no sucede, convencimiento de esos fundamentalistas que se refleja en las deprimidas cotizaciones de los títulos públicos. El año pasado adelantaban que en éste el Gobierno no tendría los recursos suficientes para pagar los vencimientos de deuda. A medida que no se fueron cumpliendo sus pronósticos, han ido corriendo ese horizonte temporal, y primero lo ubicaron para después de las elecciones y después planteando las dificultades para el 2010. Para esos legionarios de las patrullas perdidas de la caída del Muro de Wall Street, la realidad resulta decepcionante ante la frustración de sus deseos motivados por anteojeras ideológicas o mezquinos intereses políticos.
Los puntos
El acuerdo monetario-financiero con el Banco Popular de China no incluye condicionalidades para la política económica doméstica, como sigue exigiendo el FMI pese a la crisis global, y amplía los márgenes de maniobra del Gobierno para administrar la deuda. Los puntos principales para comprender su alcance son los siguientes:
- El swap de monedas entre el BCRA y el Banco Popular de China consiste en un acuerdo contingente para que ambas instituciones dispongan de liquidez en la moneda del otro país.
- Es contingente porque las transacciones (provisión de fondos en la moneda del otro país) se efectúan sólo cuando son necesarias. El acuerdo permite tener disponibles esos recursos sin la obligación de utilizarlos.
- En caso de aplicarlos, se debe abonar una tasa de interés a convenir para cada moneda. Ninguna parte paga un costo mientras esos fondos no son utilizados. La estimación es que hoy el Central debería pagar 5-6 por ciento anual en yuanes por recibir esos fondos.
- A partir de la crisis global y la volatilidad en los mercados, se han celebrado varios acuerdos de este tipo entre diversas bancas centrales. Se concretaron entre países desarrollados: la Reserva Federal con el Banco Central Europeo, el Banco Central de Japón, entre otros. La Fed también instrumentó operaciones similares con países emergentes (Brasil, México, Corea y Singapur). El viernes México recibió 4 mil millones de dólares de un acuerdo total por 30 mil con la Fed. El Banco Popular de China lo implementó con sus pares de Corea, Malasia e Indonesia, entre otros.
- En términos prácticos, los swap de monedas están dirigidos a brindar liquidez contingente en la moneda del otro país, incrementado así la capacidad potencial de cada banca central para hacer frente al escenario global de fuerte volatilidad financiera. Si bien el G-20 emitió un comunicado con mensajes contundentes respecto de la necesidad de una reforma financiera global, en el Banco Central piensan que la crisis no da tregua para esperar los supuestos cambios en el funcionamiento del FMI, que por ahora no son sustanciales. Además, en el Central evalúan que la millonaria capitalización del Fondo decidido por el G-20 no está destinado a América latina sino que el objetivo primordial es rescatar a los países de Europa del Este, que están viviendo un proceso económico similar al del estallido argentino de 2001.
- Los swap son operatorias eminentemente financieras y sólo en algún caso, de países con una muy alta complementación regional, se han incluido menciones a la posibilidad de que el acuerdo tenga repercusiones en los sistemas de pago ligados al comercio.
- Pero en todos los casos, y más allá de las distintas expresiones que se utilizan en cada acuerdo, el objetivo principal es enfrentar la volatilidad financiera.
- En el caso del acuerdo alcanzado entre el BCRA y el Banco Popular de China, el objetivo es similar. De hecho, el texto del convenio comienza con la frase “for the purpose of enhancing financial conditions”. La “mejora” o “fortalecimiento” de las condiciones financieras hace clara referencia a la búsqueda de la estabilidad en ese frente.
- Por lo tanto, esta operatoria es diferente de la dispuesta para facilitar el comercio bilateral con Brasil.
- El régimen con Brasil consiste en el establecimiento de un sistema de pagos bilateral entre ambos países, mientras que este convenio no hace mención a ningún mecanismo para las transacciones de comercio exterior con China.
- En concreto, los swap de monedas son operatorias financieras entre bancas centrales, que se han intensificado en los últimos meses debido a la profundidad de la crisis internacional y a la incertidumbre acerca de la evolución financiera y a la previsible dificultad de acceso al crédito global de los próximos meses.
- Para la Argentina este acuerdo es relevante porque pone a disposición un monto muy significativo de una moneda que cada vez adquiere un rol más relevante en el mundo. Los yuanes no formarán parte de las reservas internacionales del BCRA, pero podrán ser utilizados para realizar operaciones financieras con contrapartes que necesiten dólares, por ejemplo el Tesoro.
- De hecho, en Hong Kong, Nueva York y Londres existe un mercado de intercambio entre el yuan y otras monedas como el dólar, el euro y el yen.
Los bancos JP Morgan, Merrill Lynch-Bank of America y el Citigroup ya le propusieron al Gobierno estructurar esa operación de canje de yuanes por dólares en caso que el Banco Central acepte las condiciones presentadas. Esas entidades estadounidenses, rescatadas con fondos públicos, están desesperadas por concretar negocios. Por eso están motivadas a acelerar esa operación, que les permitiría eludir el riesgo argentino puesto que sólo actuarían de intermediarios en el canje de yuanes por dólares cobrando una comisión. Esos dólares no formarán parte de las reservas. El Tesoro podrá recibir esas divisas a cambio de entregar al BCRA una Letra o bono de corto plazo, eludiendo así los límites existentes para los adelantos transitorios de la entidad monetaria al fisco. En el Central explican que sería una transacción similar a la concretada cuando la entidad monetaria entregó los dólares para cancelar la deuda con el FMI.