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28/03/2009
Opinión
Tomás Eloy Martínez
La Nación
Michel Balivo
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Tiendas, indios y la Venezuela azul
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En un artículo anterior escribí que estábamos de nuevo en el sin ley, lejano y salvaje oeste de duelos de pistoleros donde cada cual se las arreglaba como podía, aunque ahora se trate de que las legislaciones protejan los paraísos fiscales y los especuladores que vacían descaradamente los ahorros de las mayorías y además reciben ayuda del gobierno, es decir de los mismos fondos de los contribuyentes estafados.
Mientras que la gente de a pie es dejada totalmente desamparada y a su merced. Pero ahora me encuentro en las noticias que también están volviendo los indios y sus carpas o tiendas. El oeste está retornando completo. Nada menos que en los parques y plazas de Sacramento, California, uno de los estados emblemáticos del estilo neoliberal moderno de vida.
Indigentes, (¿derivará de indígenas la palabrita?), y desempleados están acampando con tiendas y todo, porque han perdido sus casas y no tienen donde vivir. Sin servicios de agua, luz o gas, sin baños ni cloacas. Por lo cual las autoridades sanitarias previenen ya posibles plagas y enfermedades y proponen establecer esos servicios. ¡Qué tal! ¿No es maravilloso?
Ahora Hollywood no tendrá que invertir millones de dólares sin respaldo en extras, y podremos ver muchas más superproducciones. Mientras tanto, en Venezuela hemos elegido caminos mucho más esforzados y engorrosos, ajenos a esta liviana atmósfera de la modernidad, la inmediatez, la impunidad por lo que hagas ya se trate de consecuencias en el reino natural o humano.
En otras palabras somos retrógrados, queremos volver a un pasado que se ha demostrado inviable, somos trogloditas, “Trucutrus”. Así el gobierno invierte en carreteras, represas para electricidad, canalización para riego, maquinaria, tecnología, semilla, capacitación, préstamos a bajísimos intereses con años muertos y 20 años para pagar.
Produce o genera electricidad, agua, gas, combustible y abonos a muy bajos precios. Esto ha incidido positivamente en la producción agraria y pecuaria, los campos abandonados comienzan a ser nuevamente cultivados y culturizados, porque hasta hoy no conocían los avances de las tecnologías. Ya nos autoabastecemos en varios rubros y ganamos terreno en otros.
Así que cuando los campesinos sacan hasta la carretera todo lo producido a bajos costos con su esfuerzo y la ayuda del gobierno, felices los esperan los camiones de los intermediarios para comprárselos nuevamente a precios irrisorios y multiplicar sus ganancias al revenderlos, contrabandearlos, acapararlos, especular.
Y por supuesto sus medios de comunicación informan imparcialmente a los usuarios, que es el gobierno el que tiene la culpa del desabastecimiento y la inflación. Los terratenientes con toda razón gritan histéricamente contra la reforma agraria que expropia y distribuye tierra a los campesinos. Las corporaciones lo acusan de inconstitucionalidad al intervenir sus procesadoras de alimentos para asegurar la dieta básica de las mayorías.
Los contrabandistas, delincuentes, los traficantes de droga, órganos y esclavos, a quienes gobernaciones anteriores entregaron carreteras, puertos y aeropuertos para administrar, (también construidos por el gobierno), van a acudir a la OEA y la ONU para dar testimonio de que se están violando flagrantemente sus derechos humanos, son minorías groseramente discriminadas.
Estamos atentando contra la sacrosanta libre empresa y mercado, contra la divina propiedad privada, contra el todopoderoso privilegio de que cada cual, siempre y cuando tenga dinero y poder, o al menos un apellido que le de cierta clase y estilo, haga con el ecosistema, el ambiente y la gente, lo que le venga en gana. Violamos el libre albedrío. ¡Vaya osadía!
Y todo para darle de comer a unos menesterosos pata en el suelo, sin ninguna distinción ni “look de moda” que nada agradecerán, porque creen que son dueños y merecedores de todo sin haber hecho jamás ningún esfuerzo, como no haya sido el de hacerlos ricos a ellos.
Ahora el gobierno central o nacional, ha decidido recuperar la administración y mantenimiento de esas carreteras, puertos y aeropuertos totalmente deteriorados. Y por supuesto los gobernadores que reciben su tajada de ese pastel se sienten molestos. Porque eso siempre se ha considerado parte de la “cartera” y era el objetivo de la descentralización.
En otras palabras, ¿qué sentido tiene toda una esforzada trayectoria política, si cuando finalmente te ganas democráticamente un puestito no puedes meter la mano en la cartera y resolverte de por vida? No se trata de que sean gobernadores de oposición y se quejen de todo lo que haga el tiránico y totalitario gobierno central, no,
Es solo que todos tenemos nuestro corazoncito y nuestras justas aspiraciones humanas. Y si cuando luego de la esforzada carrera, cuando estás llegando a la meta y crees que lo has logrado, te alejan la señal de llegada por varios kilómetros, ¿cómo esperan que uno se sienta? Por otra parte, cuando el presupuesto es limitado y no te permite hacer todo lo que deseas con tanto afán por tu pueblo, ¿no es hasta heroico que entregues la administración de las obras y servicios públicos al mejor postor, para hacer que esos dividendos se conviertan en circulante y lleguen por goteo hasta a las más alejadas aldeas y caseríos?
Que los que puedan hacer mejores ofertas sean los narcotraficantes para lavar su dinero, es un detalle secundario cuando se sopesa con el noble principio que los guía. Además ni siquiera lo sabías, fuiste vilmente engañado como todos. O tal vez fueron deslumbrados por el sonido de las tintineantes monedas deslizadas subrepticiamente en sus bolsillos. Un pecadillo menor.
A fin de cuentas, ¿somos humanos no? ¿Y a quien no le gusta recibir dinerillo rápido y fácil? Vivimos en una época donde hemos superado las estúpidas, arbitrarias y discriminatorias limitaciones que nos imponía la naturaleza, (¿o es que acaso nos consultó democráticamente si deseábamos sufrir hambre y sed y trabajar para satisfacerlas?). Ahora nuestros héroes son los Madoff y Stanford, que nos han mostrado el camino para vivir sin esfuerzo especulando con papeles e hipotecas sin respaldo, comprando en cualquier supermercado lo necesario.
¿No resulta retrógrado y obsoleto querer volver al campo a producir alimentos, expropiando y estropeando además para ello las magníficas haciendas de miles de hectáreas improductivas? ¿Qué importa que mientras declamamos acuerdos para combatir el narcotráfico este nos infiltre crecientemente y se convierta en paraestado? ¿Qué importa que cualquier día de estos nuestros hijos tengan que prostituirse y drogarse para poder comer? ¿Qué importa que irreflexivamente se destruya al ambiente y al ser humano para ganar más dólares?
Lo único relevante es aliviar el esfuerzo aquí y ahora, aunque miles de millones de seres humanos, sin perder el tiempo en mencionar el agotamiento creciente de todas las especies de los demás reinos, estén enfermando y muriendo por contaminación e inanición.
En esta atmósfera de liviandad moderna, que ya supera la densa y molesta gravedad a que están sujetos nuestros cuerpos, cada vez más cercanos a ingrávidos paraísos, ¿no es acaso retrógrado el gobierno Venezolano y otros cuantos que apuntalan la misma dirección de esfuerzo, contra la cual ha luchado la especie humana durante todo su historia?
¿Cómo es que se atreven a querer naturalizarnos, zoologizarnos otra vez? ¿Cómo osan poner irritantes despertadores que nos sobresalten en medio de nuestro hermoso sueño? Imagínense no más. En el último Aló Presidente festejaban con la anuencia y complacencia de la FAO, el ser el primer país que eliminaba la pesca de arrastre. ¿Y ahora qué? ¿Otra vez a pescar?
Comentaban que junto con el gobierno de Noruega, están experimentando jaulas marinas en las que cultivan peces con una producción de 80.000 kilos anuales, mientras un pescador artesanal solo recoge 25.000 al año. Decían que así, intermediando inteligentemente con la naturaleza se aliviaba al hombre, al mar y sus especies en vías de extinsión. ¿De qué inteligencia nos hablan, cuando hasta ahora todo lo que teníamos que pensar y hacer era ir al supermercado por pescados?
Ahora ya no están conformes con llamarle Venezuela bolivariana, agregarle estrellas a las banderas y cambiar la dirección de los caballos en los escudos, se inventaron una “Venezuela Azul”. Dicen que dos tercios de la superficie planetaria son aguas, más del 50% de sus especies están diezmadas, y 99% de nuestros alimentos los obtenemos de una tierra agotada. En otras palabras, ¡ahora a trabajar en el mar, el doble de superficie y de esfuerzo! ¡No mejora nada el enfermo!
Casi al mismo tiempo una fundación alemana sin fines de lucro, que hiede a pescado descompuesto y comunismo le da un premio a Chávez porque supuestamente democratizó la música. Ese premio se llama nada menos que Planeta Azul. Díganme uds. si no es demasiada casualidad. Es que repartiendo petrodólares todo es posible.
¡Y para colmo se dan el lujo de hablar del nuevo hombre y la nueva tierra! Se apropian de Jesús bajándolo del Cielo y convirtiéndolo en un barbudo revolucionario. Cuando lo que han hecho es dividir al país en dos. Los dueños de todo y todos, sus medios de producción y comunicación, gracias a los cuales podemos trabajar, comer y enterarnos de sus marramucias.
Y las grandes mayorías engañadas y puestas en contra de sus benefactores, como hicieron hace doscientos años con Bolívar que terminó solo, expatriado, abandonado, enfermo. Y el resultado son estos diez años de creciente conflicto, en lugar del tranquilo país en el que vivíamos como hermanos sin importar clases, razas ni religiones.
¿Qué motivación o sentido tiene ahora cualquier iniciativa y esfuerzo, si todo te lo quitan para dárselo a los ignorantes e improductivos que tendrán lo mismo que tú? ¿Cuándo y cómo entonces terminará o se mitigará al menos nuestro esfuerzo y sufrimiento?
¿O es que ahora todo pasará a manos de un ineficiente y torpe Estado y nos impondrán un nuevo mito y culto, por el cual tendremos que aspirar a “su realización” en lugar de la nuestra y adorarlo en lugar de los dioses? Y para peor, parece que aún con la desinteresada ayuda de nuestros amigos usamericanos, esta irracionalidad no solo no termina sino que crece y crece.
Acaba de ganar otro candidato en el Salvador que aparenta, (Dios quiera me equivoque), seguir esos mismos locos caminos, financiado por Chávez que será quien gobierne también allá. ¡Si hasta la Corte Electoral del Salvador decía públicamente que Chávez era el tercer candidato! La locura nos está rodeando crecientemente sin que nada podamos hacer. Tal vez como los dioses indígenas en la época del salvaje oeste, nuestros dioses se han vuelto ciegos y sordos también, dejándonos desamparados y por nuestra cuenta.
Tendremos que echar mano al alcohol, las drogas, la pornografía, el nihilismo, el epicureismo, el estoicismo, los palos de fuego, para aliviar este insoportable estrés, asesinando y suicidándonos, ya que somos impotentes víctimas de este manicomio que se lleva por delante hasta a los más poderosos.
No mi hermano, la historia no se terminó, se volvió loca. Está de remate. Y nosotros somos sus prisioneros. Justo cuando teníamos al alcance de las manos la eternidad. ¿Por qué a nosotros? ¿Qué pecado hemos cometido? ¿Cómo es que de repente sucedió, irrumpió todo esto? Si vivíamos tan pacíficamente como los primeros grupos humanos y todo parecía ir de maravilla. ¿De dónde salió esta pesadilla que como una oscura atmósfera de tormenta nos rodea, persigue y penetra como la misma respiración al aire? ¡Pellízcame, dame una bofetada, lastímame por favor!, a ver si la intensidad del dolor supera el sopor de este mal sueño y me despierta.