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Vocero Bolivariano: 28 mar 2009

28/3/09

ARTÍCULOS MUY INTERESANTES

Iván Lira
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Mundo
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Opinión
Vídeo. Duración 23:16
Mundo
Opinión
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Rebelión/28/03/2008

ESCARBANDO en LQ somos.

De Iglesia, abortos, linces y condones
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Queda claro que a la Iglesia Oficial de este País el aborto es un asunto que no le gusta nada. ¿Será porque por cada ciudadano bautizado al catolicismo reciben una suma de dinero anual por parte del Estado y entorpecen hasta la exasperación del demandante las solicitudes de apostasía? No, seguro que no es por eso, que no quiero ser yo un malpensado, un anticlerical lleno de resentimiento hacia la Conferencia Episcopal, que la cosa va a ser porque defienden la vida. ¿La de todos?, claro que sí, la de todos... aquellos que hayan fornicado con la única intención de procrear y por supuesto, sin utilizar profiláctico, que con la goma saltan las alarmas en el arco detector de la entrada al Reino de los Cielos; tener antecedentes en el uso del preservativo es una condena segura el día del Juicio Final.

Decía que la intención de esta agresiva campaña presentada por el portavoz de los obispos españoles José Antonio Martínez Camino, es que ninguna vida se vea malograda por la intervención humana independientemente de la fase en que se encuentre, y esa negativa a la interrupción del embarazo incluye para estos hombres que rozan la santidad el que la madre corra peligro de muerte o que el feto presente graves anomalías, y si no que se lo pregunten a los médicos brasileños y a la niña cuyo aborto llevaron a cabo para salvarle la vida después de haber sido violada por su padrastro, todos ellos han sido excomulgados; al parecer la Iglesia Católica prefiere a la chica muerta pero virtuosa antes que transgresora de la ley de la Curia Romana. Y si el motivo del deceso es el SIDA, a asumirlo con resignación y sobre todo con arrepentimiento, y si no haberlo pensado antes de pecar, que la promiscuidad en la coyunda no sólo aporta inmunodeficiencia en el sistema defensivo del organismo, también debilita el alma y eso es mucho más grave para estos pastores espirituales.

Hace años las consecuencias del desenfreno sexual eran granillos para los onanistas, acáso ceguera para los recalcitrantes y un muestrario de venéreas para quien tuviese hábitos de conejo en el apareamiento; en vista de que todas aquellas amenazas, tanto las reales como las de Catecismo, no han sido suficientes para reducir a la humanidad a una castidad sólo quebrantada con fines procreadores de ámbito monógamo, una maldición en forma de enfermedad mortal se ha convertido en el mejor aliado de la doctrina católica: el SIDA, una dolencia que a pesar de su virulencia se podría evitar en la mayor parte de los casos con el uso de un simple condón, pero ya ha dicho el Jefe del Sr. Rouco que tal precaución es algo inadmisible, no es un sistema de prevención, sinó que es el demonio transformado en látex y que se vende en cajitas de diferentes tamaños, sabores y colores en los lavabos de las discotecas y en las farmacias, así que no voy a ser yo quien le discuta al Delegado Celestial en este Planeta de ayuntadores.

Luego tenemos lo de la cuestión del lince y me tranquiliza en gran medida que hayan manifestado su preocupación por la defensa de los animales, aunque en el fondo no sé yo si no habrán escogido a esta especie con la aviesa intención de denostarla, sabiendo que el felino tiene la fea costumbre de copular unas cuarenta veces al día, vamos, como el Sr. Sánchez Dragó, sólo que este último todavía dispone de tiempo para presentar informativos imparciales. Claro, que surge en mí la incertidumbre y es que a falta de fe que me abotargue la razón tengo mis dudas y me hago preguntas. Si realmente y como afirman les inquieta el bienestar de los seres irracionales, ¿por qué no han escogido para el cartelito la imagen de un toro?, ¿tal vez porque apoyan y hasta promocionan la tauromaquia?. Yo les comprendo y no se trata de un agravio comparativo entre especies, que sus motivos tienen: el toro luce unos hermosos cuernos y ya se sabe que semejantes atributos son sinónimo de infidelidad, un pecado horrendo que merece la pena de muerte sin duda, así que para ejecutarla bienvenido sea un ruedo y un matador, sobre todo si antes ha pasado por la capilla de la plaza para contar con la bendición de la Iglesia a la que tanto le preocupa el bienestar de los animales.

Cuánta admiración siento por los Padres de una Religión que abomina del aborto. Luego vendrán algunos irredentos diciendo que si tan pronto en su seno algunos niegan el holocausto, como que silencian los casos de pedofilia entre sus miembros, condenan el divorcio aún en parejas en las que la convivencia es imposible, dicen no a la eutanasia para enfermos incurables cuyo sufrimiento es insoportable, satanizan la libertad de elección sexual, cierran las parroquias dedicadas a asistir a drogadictos, prostitutas o indigentes, incluso cubren bajo palio al responsable de cientos de miles de muertes y apoyan a dictadores. Pero todo eso son bagatelas morales, lo único que cuenta es que la Iglesia Oficial es poseedora por mandato divino del pleno derecho y hasta del deber de inmiscuirse en nuestras vidas y de recibir dinero incluso de aquellos que no somos creyentes. Y el Estado, aconfesional por cierto, calla y otorga. Todo diezmo moderno se hace poco para un negocio cuyos trapos sucios en el Banco Ambrosiano y en la Banca Vaticana que tal vez, sólo tal vez, le costaron la vida al efímero Juan Pablo I, no parecen ser suficientes para mantener el boato de tan sacrosanta multinacional.

Me hago una pregunta para terminar, ¿qué pasaría si todos los bienes de la Iglesia se vendiesen y del dinero obtenido, sumado a todas las subvenciones que recibe, se emplease una parte en ayudar económicamente a las madres solteras o sin recursos?, ¿disminuiría el número de abortos?. Ya lo sé, esto que digo es pura demagogia, no como afirmar que Dios existe, que es Uno y Trino a la vez o que el Papa es infalible, cuestiones todas ellas sustentadas en la razón más indiscutible: el dogma de fe.
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LQSomos. Pilar Izquierdo & Julio Ortega. Marzo de 2009
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LQSomos/28/03/2009

EL VICEPRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS, JOE BIDEN, SE REUNIO CON CRISTINA KIRCHNER EN LA CUMBRE PROGRESISTA

“Los ricos no van a salvar a los pobres”
Marcando distancia con el gobierno de George Bush, el vice de Obama le dijo a la Presidenta argentina que están dispuestos a dialogar sobre todos los temas. La reformulación del sistema financiero internacional es un punto a debatir en la Cumbre del G-20.
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La presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el vice de los Estados Unidos, Joe Biden.
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Por Fernando Cibeira
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Desde Viña del Mar
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“No estamos de acuerdo con las políticas del pasado, estamos dispuestos a dialogar”, le explicó el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden a la presidenta Cristina Kirchner durante la entrevista de casi una hora que mantuvieron ayer en Viña del Mar. La referencia a la vuelta de hoja que pretende la administración de Barack Obama respecto de lo que fue la de George Bush abarcaba la relación bilateral, el vínculo con la región y hasta el papel norteamericano en el mundo. Cristina Kirchner y Biden coincidieron en la necesidad de acordar posiciones respecto a la próxima Cumbre del G-20 que apunten a reformular el sistema financiero de manera que los países emergentes –como Argentina– tengan voz y voto. “No podemos tener éxito si ustedes no lo tienen, contamos con ustedes para salir de la crisis”, le aseguró Biden.

Fue la primera actividad de la Presidenta en el marco de la Cumbre Progresista que arrancó anoche y que cerrará hoy pasado el mediodía. El encuentro se atrasó unos minutos porque Biden se había reunido con el presidente uruguayo Tabaré Vázquez, pero la espera luego la compensó porque la charla con Cristina Kirchner se prolongó hasta que llegó la hora de partir hacia la cena oficial que Michelle Bachelet ofreció en el palacio del Cerro Castillo. Quedaron en sentarse a la misma mesa así podían seguir conversando.

Es que la posición de Biden es coincidente con la que viene exhibiendo el gobierno argentino a propósito de la crisis. Por ejemplo, el vicepresidente norteamericano enterró la teoría del derrame.

“Los ricos no van a salvar a los pobres”, definió, y explicó que el éxito de la economía debía medirse según el crecimiento de la clase media y de la clase trabajadora. “Hay que hacer crecer la demanda global”, fue otra de las definiciones de Biden como propuesta para salir del atolladero económico. En ese momento la Presidenta lo interrumpió: “Pero vemos que hay proteccionismo”. El norteamericano lo reconoció. “Es cierto, tenemos que evitar que Estados Unidos caiga en el proteccionismo, pero tenemos nuestras presiones”, respondió.

El encuentro se realizó en el Hotel Sheraton Miramar, sede de la cumbre, en las playas de Viña del Mar. El moderno edificio lució hipercustodiado por los carabineros pero, a diferencia de otras cumbres presidenciales, no consideraron necesario cortar el tránsito sobre la avenida costera. Del lado argentino, junto a la Presidenta se sentaron el canciller Jorge Taiana, el embajador en Estados Unidos, Héctor Timerman, y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini. Por los norteamericanos estuvo Dan Restrepo, el principal asesor de Obama en la política exterior para América latina.

Cuba y el mundo

No fue el primer encuentro entre Cristina Kirchner y Biden. Se habían visto en 2004, cuando la entonces senadora Kirchner viajó a Boston para participar de la Convención del Partido Demócrata que lanzó la candidatura de John Kerry. Biden fue durante décadas el principal referente de política exterior de los demócratas en el Parlamento, así que conoce prácticamente a todos.

Ayer, Taiana y Timerman hicieron de voceros luego de la reunión y de sus palabras no quedó claro si se había hablado de casos específicos de la región que preocupan a Estados Unidos como Cuba y Venezuela. Lo que sí, subrayaron fue que Biden adelantó que Barack Obama participará de la Cumbre de las Américas que se realizará a mediados de abril en Trinidad y Tobago dispuesto a hablar “de todos los temas”. Esta apertura, implícitamente, significa que aceptará analizar el embargo a Cuba, que ya mereció el rechazo de los países de la región en una cumbre realizada el año pasado en Brasilia.

Con todo, la conversación volvió siempre al eje de la crisis y sus posibles salidas, leitmotiv de la convocatoria a estas playas. Entre los países que discuten el tema se viene generando una división entre los que priorizan las regulaciones del sistema y los que se vuelcan de lleno al estímulo de la demanda. Ayer, Biden y Cristina Kirchner coincidieron en que una cosa no contradecía la otra y lo que debía buscarse era que ambas iniciativas se pusieran en marcha en conjunto.

“Usted ha trabajado mucho en la reforma del sistema financiero”, le dijo Biden a Cristina Kirchner. Agregó que, por eso, iba a ser útil escuchar su propuesta durante la Cumbre del G-20, la semana que viene en Londres. Las modificaciones que viene pidiendo la Casa Rosada son una democratización de la conducción de los organismos internacionales y el otorgamiento de créditos sin los condicionamientos que habitualmente traía atados, tan afines a la ideología de un Consenso de Washington del que ya hasta su creador reniega.

Biden viajó hasta el sur del continente con un discurso bastante parecido. Fue el primer encuentro de la Presidenta con un funcionario de la nueva gestión en la Casa Blanca. Al igual que durante la conversación telefónica que mantuvo con el propio Obama, la actitud fue la de dejar atrás los últimos tropiezos de la relación bilateral y buscar las coincidencias. Así, lo que vienen escuchando los funcionarios argentinos en los últimos días es todo lo que siempre quisieron escuchar en Washington. La mirada de la Casa Blanca ahora es más global y se interesa por cuestiones como la inclusión y el crecimiento, no sólo por la seguridad y los acuerdos de libre comercio. El tema es si se puede creerles. “Crédito tienen, porque a éstos los escuchás hablar y parecen de ultraizquierda al lado de lo que eran los de Bush”, resumía un funcionario argentino que participó de la reunión.
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Por Fernando Cibeira
Con Malvinas en la agenda
La confesión
Por Alfredo Zaiat
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Página/12 Web - Argentina/28/03/2009

Madoff o la telaraña de Dios

28/03/2009
Opinión
Tomás Eloy Martínez
La Nación

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En Nueva York, el rabino David Gaffner dice: "El Talmud establece una distinción clara entre un ladrón y un asaltante. El asaltante se presenta con un arma y atraca. En cambio, el ladrón se introduce furtivamente en la casa de un semejante para robarle. Según la mentalidad judía, el ladrón es más despreciable, porque con su sigilo pretende engañar a Dios".

La estafa de Bernard Madoff, que hasta el momento trepa a 64.800 millones de dólares y es la mayor que haya perpetrado una sola persona, resulta tan escurridiza que el desafío metafísico es una explicación como cualquier otra. Muchos prefieren la alternativa más morbosa de la patología: el título que The New York Times eligió para su perfil del personaje evocaba el primer libro de la serie de Ripley, de Patricia Highsmith, El talentoso señor Madoff.

En todos los medios abundan expertos que advierten los rasgos propios de los psicópatas en la sonrisa neutra con que el detenido elude las cámaras y también en la monótona insensibilidad con que agradeció ante el juez la oportunidad de enfrentar sus crímenes: la habilidad para manipular y engañar sin sentir remordimiento, un narcisismo que los hace creer con derecho a todo.

Por último, la básica opción de la avaricia también ha ganado un lugar en la opinión pública: el hombre que de sus modestos orígenes en el barrio de Queens, donde pagaba 87 dólares de alquiler por su primer departamento de dos ambientes con su esposa Ruth, terminó por ser dueño de un penthouse en el privilegiado Upper East Side de Manhattan, de un yate que navegaba de un lado a otro en la Riviera francesa, de parte de dos jets privados y una mansión en Palm Beach, Miami, en cuyo Country Club (350.000 dólares de cuota de ingreso) reclutó a una buena porción de sus víctimas.

Por un camino o por otro, se llega a la idea predominante de que Madoff se sentía Dios. El terror que sus manías obsesivas causaban a sus empleados es materia de leyenda, como su ascenso desde una juventud de estudiante de Derecho e instalador de sistemas de riego para jardines a la plateada madurez de asesor financiero codiciado entre los ricos. Se jactaba de no buscar clientes, sino de rechazarlos, imponiéndoles un monto mínimo de inversión y negándose a explicar cómo hacía para que, aun en un mercado volátil, sus rendimientos se ubicaran entre el 8 y el 12 por ciento anual. Madoff creía que, como un dios, controlaba los destinos de sus cinco mil clientes.

Y eso era lo que hacía. Les creó un espejismo de riqueza babilónica y una mañana los despertó en el infierno. Su caída ha causado hasta el momento dos suicidios sobresalientes: el del aristócrata René Thierry Magon de la Villehuchet, que había invertido con él 1500 millones propios y de sus amigos, y el del plebeyo jubilado William Foxton, que dejó al cuidado de Madoff los ahorros de sus magros salarios, con cuyos intereses mensuales contaba para vivir. Muchas organizaciones filantrópicas han debido cerrar sus puertas y hasta la Fundación para la Humanidad de Elie Wiesel, cuyos 15 millones administraba Bernard Madoff Investment Securities, se salvó por una ola de solidaridad que repuso el vacío. "No creo que otro enemigo haya producido tanto daño en la colectividad judía de los Estados Unidos como este canalla entre canallas", dijo Wiesel, en alusión a que buena parte de la clientela de Madoff estaba relacionada con las fundaciones benéficas judías -gente como Carl Shapiro o Steven Spielberg-, y con los ricos de la colectividad de Nueva York y Miami.

Al gran historiador Simon Schama le incomoda que se identifique a Madoff como judío, cuando nadie caracteriza como católico a Carlo Ponzi, el estafador italiano de comienzos del siglo XX, cuya famosa pirámide para multiplicar dinero vacío fue el artificio que inspiró a Madoff. Todas sus víctimas pertenecían a la colonia italiana más devota de Boston. Les infundió una confianza ciega en 1920 y pocos meses después las dejó en la miseria.

El ardid de Ponzi era tan simple como el propio Ponzi, un inmigrante que lavaba platos en Canadá, donde cayó preso por falsificar la firma en un cheque, y luego le escribió a su mamma que se quedaría algún tiempo en Quebec porque había conseguido empleo como asistente del director de una cárcel. En su delirante imaginación, Ponzi creyó que podía dar el gran salto de pobre a millonario gracias a una idea que lo reveló como un genio ante sí mismo: acumular sellos postales internacionales que costaban nada en las monedas europeas devaluadas tras la Gran Guerra y venderlos luego en la próspera América. Sus fotografías en la prensa reflejaban una convincente respetabilidad: traje con chaleco, sombrero de fieltro y bastón de puño dorado. Cuando el volumen de dólares que le confiaron superó abrumadoramente el valor de los sellos postales circulantes, se supo que Ponzi había comenzado a pagarles a los viejos inversores con el dinero de los nuevos. El esquema de la pirámide acababa de nacer.

A diferencia de Ponzi, quien creyó hasta la muerte que su idea era la madre de un negocio casi perfecto, que había fracasado sólo por la falla de un engranaje menor, Madoff supo siempre que su fondo de inversión era un colosal engaño, pero estaba convencido de que, cuanto más redoblara la apuesta, más seguros se iban a sentir los inversores. Estaba creando, como alguna vez les dijo a sus contertulios de Miami, "una telaraña mejor que la de Dios".

Cuando Ronald Reagan llegó a la presidencia, en 1981, Madoff llevaba veinte años construyéndose una reputación en Wall Street y adulando en Washington a las autoridades reguladoras del mundo financiero. Echó entonces por la borda una carrera que los banqueros respetaban y comenzó su plan de defraudación. Dejó de comprar y vender valores para ganar la diferencia y, bajo la inspiración de Ponzi, cumplió sus promesas de alto interés anual pagando a los viejos inversores con fondos de inversores frescos. Su estatura se agigantó en una década y la bolsa electrónica, Nasdaq, lo recibió con orgullo como director. Hasta entonces, Madoff era el único que se dormía sabiendo que en cualquier momento la pirámide iba a derrumbarse. Sólo ignoraba si estaría vivo cuando sucediera. Eso cambió en algún momento del año 2000.

El autor del inminente primer libro sobre Madoff, Harry Markopolos, trabajaba entonces como broker y sus jefes le recomendaron imitar al genio que se llevaba los mejores clientes. Markopolos estudió la contabilidad pública de aquel triunfador y descubrió dos cosas: que en el índice internacional de Standard & Poor´s no estaba disponible la cantidad de valores que Madoff decía comerciar (así como no había tantos sellos postales en los años de Ponzi) y que incluso dando por buena esa fantasía jamás se podía llegar al porcentaje de rendimiento que declaraba Madoff.

Desde ese momento Markopolos vivió para denunciar el fraude. En 2001 colaboró con el periodista económico Michael Ocrant (ahora coautor de su libro) en un informe para una publicación destinada a inversores, que no interesó a lector alguno. Cuatro años más tarde envió una denuncia de diecinueve páginas, con modelos matemáticos que probaban la estafa, a la Securities and Exchange Commission (SEC), la agencia que regula el mercado de valores.

Madoff había cultivado tan buenas relaciones con sus funcionarios que hasta su sobrina Shana, pieza fundamental de la trama, terminó casándose con uno. La denuncia de Markopolos fue arrojada a la basura al año siguiente, cuando una investigación recomendó que Bernard Madoff Investment Securities hiciera algunos cambios cosméticos.

Si no fuera porque otros efectos de la falta de regulación alumbraron la gran crisis financiera, quizá Markopolos habría seguido luchando en vano contra el viento mientras Madoff ordenaba nuevos trajes a Kilgour, la exclusiva sastrería de Savile Row, en Londres, y dejaba doscientos dólares en la barbería Everglades de Palm Beach por un corte de pelo, una afeitada y el arreglo de las uñas de pies y manos. Pero hizo el pánico que algunos clientes quisieran retirar 7000 millones de dólares y la pirámide se vino abajo en un suspiro. Presumiblemente para proteger a su familia -sus hijos, Mark y Andrew, que lo entregaron; su mujer, Ruth, ante todo; su hermano, Peter- Madoff se declaró culpable de once cargos que se pagan con 150 años de cárcel. Le costará acostumbrarse a no fumar un Davidoff cuando se le antoje. Aun después de que la justicia había congelado sus bienes, firmó cheques millonarios y distribuyó entre sus amigos los carísimos relojes que coleccionaba.

Tres meses después de que hayan empezado a revelarse los detalles de la estafa, la personalidad de Madoff sigue siendo insondable. ¿Cómo explicarlo sólo por una falta de escrúpulos sin límites, que ha destruido a su paso huérfanos, viudas, fondos de caridad, universidades, sueños de recién casados, vidas a medio camino? Lo que ha hecho Madoff podría compararse con un ciclón o con la explosión de mil volcanes, si él no lo hubiera encarado con humor.

En la fiesta de fin de año de su empresa, les deseó a sus empleados felicidad y prosperidad cuando ya sabía que iba a entregarse y que les había vaciado los ahorros. En esa carcajada trágica de Madoff sólo se puede leer lo que dice el rabino Gaffner: un desafío a Dios.

Creyéndose insuperable e intocable, tejió una telaraña con la que pudo arrinconar a la humanidad en el infierno y salir de allí sin quemarse.

¡Destruya ya, muera mañana!

Michel Balivo
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Tiendas, indios y la Venezuela azul
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En un artículo anterior escribí que estábamos de nuevo en el sin ley, lejano y salvaje oeste de duelos de pistoleros donde cada cual se las arreglaba como podía, aunque ahora se trate de que las legislaciones protejan los paraísos fiscales y los especuladores que vacían descaradamente los ahorros de las mayorías y además reciben ayuda del gobierno, es decir de los mismos fondos de los contribuyentes estafados.
Mientras que la gente de a pie es dejada totalmente desamparada y a su merced. Pero ahora me encuentro en las noticias que también están volviendo los indios y sus carpas o tiendas. El oeste está retornando completo. Nada menos que en los parques y plazas de Sacramento, California, uno de los estados emblemáticos del estilo neoliberal moderno de vida.
Indigentes, (¿derivará de indígenas la palabrita?), y desempleados están acampando con tiendas y todo, porque han perdido sus casas y no tienen donde vivir. Sin servicios de agua, luz o gas, sin baños ni cloacas. Por lo cual las autoridades sanitarias previenen ya posibles plagas y enfermedades y proponen establecer esos servicios. ¡Qué tal! ¿No es maravilloso?
Ahora Hollywood no tendrá que invertir millones de dólares sin respaldo en extras, y podremos ver muchas más superproducciones. Mientras tanto, en Venezuela hemos elegido caminos mucho más esforzados y engorrosos, ajenos a esta liviana atmósfera de la modernidad, la inmediatez, la impunidad por lo que hagas ya se trate de consecuencias en el reino natural o humano.
En otras palabras somos retrógrados, queremos volver a un pasado que se ha demostrado inviable, somos trogloditas, “Trucutrus”. Así el gobierno invierte en carreteras, represas para electricidad, canalización para riego, maquinaria, tecnología, semilla, capacitación, préstamos a bajísimos intereses con años muertos y 20 años para pagar.
Produce o genera electricidad, agua, gas, combustible y abonos a muy bajos precios. Esto ha incidido positivamente en la producción agraria y pecuaria, los campos abandonados comienzan a ser nuevamente cultivados y culturizados, porque hasta hoy no conocían los avances de las tecnologías. Ya nos autoabastecemos en varios rubros y ganamos terreno en otros.
Así que cuando los campesinos sacan hasta la carretera todo lo producido a bajos costos con su esfuerzo y la ayuda del gobierno, felices los esperan los camiones de los intermediarios para comprárselos nuevamente a precios irrisorios y multiplicar sus ganancias al revenderlos, contrabandearlos, acapararlos, especular.
Y por supuesto sus medios de comunicación informan imparcialmente a los usuarios, que es el gobierno el que tiene la culpa del desabastecimiento y la inflación. Los terratenientes con toda razón gritan histéricamente contra la reforma agraria que expropia y distribuye tierra a los campesinos. Las corporaciones lo acusan de inconstitucionalidad al intervenir sus procesadoras de alimentos para asegurar la dieta básica de las mayorías.
Los contrabandistas, delincuentes, los traficantes de droga, órganos y esclavos, a quienes gobernaciones anteriores entregaron carreteras, puertos y aeropuertos para administrar, (también construidos por el gobierno), van a acudir a la OEA y la ONU para dar testimonio de que se están violando flagrantemente sus derechos humanos, son minorías groseramente discriminadas.
Estamos atentando contra la sacrosanta libre empresa y mercado, contra la divina propiedad privada, contra el todopoderoso privilegio de que cada cual, siempre y cuando tenga dinero y poder, o al menos un apellido que le de cierta clase y estilo, haga con el ecosistema, el ambiente y la gente, lo que le venga en gana. Violamos el libre albedrío. ¡Vaya osadía!
Y todo para darle de comer a unos menesterosos pata en el suelo, sin ninguna distinción ni “look de moda” que nada agradecerán, porque creen que son dueños y merecedores de todo sin haber hecho jamás ningún esfuerzo, como no haya sido el de hacerlos ricos a ellos.
Ahora el gobierno central o nacional, ha decidido recuperar la administración y mantenimiento de esas carreteras, puertos y aeropuertos totalmente deteriorados. Y por supuesto los gobernadores que reciben su tajada de ese pastel se sienten molestos. Porque eso siempre se ha considerado parte de la “cartera” y era el objetivo de la descentralización.
En otras palabras, ¿qué sentido tiene toda una esforzada trayectoria política, si cuando finalmente te ganas democráticamente un puestito no puedes meter la mano en la cartera y resolverte de por vida? No se trata de que sean gobernadores de oposición y se quejen de todo lo que haga el tiránico y totalitario gobierno central, no,
Es solo que todos tenemos nuestro corazoncito y nuestras justas aspiraciones humanas. Y si cuando luego de la esforzada carrera, cuando estás llegando a la meta y crees que lo has logrado, te alejan la señal de llegada por varios kilómetros, ¿cómo esperan que uno se sienta? Por otra parte, cuando el presupuesto es limitado y no te permite hacer todo lo que deseas con tanto afán por tu pueblo, ¿no es hasta heroico que entregues la administración de las obras y servicios públicos al mejor postor, para hacer que esos dividendos se conviertan en circulante y lleguen por goteo hasta a las más alejadas aldeas y caseríos?
Que los que puedan hacer mejores ofertas sean los narcotraficantes para lavar su dinero, es un detalle secundario cuando se sopesa con el noble principio que los guía. Además ni siquiera lo sabías, fuiste vilmente engañado como todos. O tal vez fueron deslumbrados por el sonido de las tintineantes monedas deslizadas subrepticiamente en sus bolsillos. Un pecadillo menor.
A fin de cuentas, ¿somos humanos no? ¿Y a quien no le gusta recibir dinerillo rápido y fácil? Vivimos en una época donde hemos superado las estúpidas, arbitrarias y discriminatorias limitaciones que nos imponía la naturaleza, (¿o es que acaso nos consultó democráticamente si deseábamos sufrir hambre y sed y trabajar para satisfacerlas?). Ahora nuestros héroes son los Madoff y Stanford, que nos han mostrado el camino para vivir sin esfuerzo especulando con papeles e hipotecas sin respaldo, comprando en cualquier supermercado lo necesario.
¿No resulta retrógrado y obsoleto querer volver al campo a producir alimentos, expropiando y estropeando además para ello las magníficas haciendas de miles de hectáreas improductivas? ¿Qué importa que mientras declamamos acuerdos para combatir el narcotráfico este nos infiltre crecientemente y se convierta en paraestado? ¿Qué importa que cualquier día de estos nuestros hijos tengan que prostituirse y drogarse para poder comer? ¿Qué importa que irreflexivamente se destruya al ambiente y al ser humano para ganar más dólares?
Lo único relevante es aliviar el esfuerzo aquí y ahora, aunque miles de millones de seres humanos, sin perder el tiempo en mencionar el agotamiento creciente de todas las especies de los demás reinos, estén enfermando y muriendo por contaminación e inanición.
En esta atmósfera de liviandad moderna, que ya supera la densa y molesta gravedad a que están sujetos nuestros cuerpos, cada vez más cercanos a ingrávidos paraísos, ¿no es acaso retrógrado el gobierno Venezolano y otros cuantos que apuntalan la misma dirección de esfuerzo, contra la cual ha luchado la especie humana durante todo su historia?
¿Cómo es que se atreven a querer naturalizarnos, zoologizarnos otra vez? ¿Cómo osan poner irritantes despertadores que nos sobresalten en medio de nuestro hermoso sueño? Imagínense no más. En el último Aló Presidente festejaban con la anuencia y complacencia de la FAO, el ser el primer país que eliminaba la pesca de arrastre. ¿Y ahora qué? ¿Otra vez a pescar?
Comentaban que junto con el gobierno de Noruega, están experimentando jaulas marinas en las que cultivan peces con una producción de 80.000 kilos anuales, mientras un pescador artesanal solo recoge 25.000 al año. Decían que así, intermediando inteligentemente con la naturaleza se aliviaba al hombre, al mar y sus especies en vías de extinsión. ¿De qué inteligencia nos hablan, cuando hasta ahora todo lo que teníamos que pensar y hacer era ir al supermercado por pescados?
Ahora ya no están conformes con llamarle Venezuela bolivariana, agregarle estrellas a las banderas y cambiar la dirección de los caballos en los escudos, se inventaron una “Venezuela Azul”. Dicen que dos tercios de la superficie planetaria son aguas, más del 50% de sus especies están diezmadas, y 99% de nuestros alimentos los obtenemos de una tierra agotada. En otras palabras, ¡ahora a trabajar en el mar, el doble de superficie y de esfuerzo! ¡No mejora nada el enfermo!
Casi al mismo tiempo una fundación alemana sin fines de lucro, que hiede a pescado descompuesto y comunismo le da un premio a Chávez porque supuestamente democratizó la música. Ese premio se llama nada menos que Planeta Azul. Díganme uds. si no es demasiada casualidad. Es que repartiendo petrodólares todo es posible.
¡Y para colmo se dan el lujo de hablar del nuevo hombre y la nueva tierra! Se apropian de Jesús bajándolo del Cielo y convirtiéndolo en un barbudo revolucionario. Cuando lo que han hecho es dividir al país en dos. Los dueños de todo y todos, sus medios de producción y comunicación, gracias a los cuales podemos trabajar, comer y enterarnos de sus marramucias.
Y las grandes mayorías engañadas y puestas en contra de sus benefactores, como hicieron hace doscientos años con Bolívar que terminó solo, expatriado, abandonado, enfermo. Y el resultado son estos diez años de creciente conflicto, en lugar del tranquilo país en el que vivíamos como hermanos sin importar clases, razas ni religiones.
¿Qué motivación o sentido tiene ahora cualquier iniciativa y esfuerzo, si todo te lo quitan para dárselo a los ignorantes e improductivos que tendrán lo mismo que tú? ¿Cuándo y cómo entonces terminará o se mitigará al menos nuestro esfuerzo y sufrimiento?
¿O es que ahora todo pasará a manos de un ineficiente y torpe Estado y nos impondrán un nuevo mito y culto, por el cual tendremos que aspirar a “su realización” en lugar de la nuestra y adorarlo en lugar de los dioses? Y para peor, parece que aún con la desinteresada ayuda de nuestros amigos usamericanos, esta irracionalidad no solo no termina sino que crece y crece.
Acaba de ganar otro candidato en el Salvador que aparenta, (Dios quiera me equivoque), seguir esos mismos locos caminos, financiado por Chávez que será quien gobierne también allá. ¡Si hasta la Corte Electoral del Salvador decía públicamente que Chávez era el tercer candidato! La locura nos está rodeando crecientemente sin que nada podamos hacer. Tal vez como los dioses indígenas en la época del salvaje oeste, nuestros dioses se han vuelto ciegos y sordos también, dejándonos desamparados y por nuestra cuenta.
Tendremos que echar mano al alcohol, las drogas, la pornografía, el nihilismo, el epicureismo, el estoicismo, los palos de fuego, para aliviar este insoportable estrés, asesinando y suicidándonos, ya que somos impotentes víctimas de este manicomio que se lleva por delante hasta a los más poderosos.
No mi hermano, la historia no se terminó, se volvió loca. Está de remate. Y nosotros somos sus prisioneros. Justo cuando teníamos al alcance de las manos la eternidad. ¿Por qué a nosotros? ¿Qué pecado hemos cometido? ¿Cómo es que de repente sucedió, irrumpió todo esto? Si vivíamos tan pacíficamente como los primeros grupos humanos y todo parecía ir de maravilla. ¿De dónde salió esta pesadilla que como una oscura atmósfera de tormenta nos rodea, persigue y penetra como la misma respiración al aire? ¡Pellízcame, dame una bofetada, lastímame por favor!, a ver si la intensidad del dolor supera el sopor de este mal sueño y me despierta.

*******************
Así más o menos corren los acelerados tiempos presentes en la confundida y divagante conciencia colectiva. Los argumentos dramáticos van cambiando como los vestidos de cada época, pero el guión esencial es siempre el mismo. En algún momento, de algún modo la conciencia humana despertó de su niñez sintiéndose atrapada en un cuerpo, en un mundo natural. “Como semidioses caídos de su patria original con un planeta por prisión”.
Desde entonces la vida se ha ido convirtiendo progresivamente en un peso, del que cada intento de alivio nos atrapa en nuevas, más amplias, engorrosas y pesadas redes de opresión. Esa arcaica pero siempre nueva sensación de esfuerzo, alienación, soledad, encerramiento, es la que estimula toda nuestra historia, sueños y luchas liberadoras contra todo tipo de opresión.
Todo pensamiento, por abstracto o elevado que sea ha de tener su correlato sensual, intracorporal, porque de otro modo las respuestas al mundo no tendrían la menor coherencia ni aliviarían los sistemas de tensión, el dolor que el hambre genera de no ser satisfecha por ejemplo. A medida que las respuestas se acumulan, se hacen más complejas, y se van organizando superestructuras intelectuales, teologías, filosofías, ideologías.
Estas visiones que dan dirección al humano accionar en y hacia el mundo, operan como nuevas resistencias a la expresión de la vitalidad, como mayor peso que exige más esfuerzo, que genera mayor cansancio. Esto es así, porque en una organización mental que posibilita la libertad de elegir, necesariamente opera la duda, desorientación, incertidumbre.
La vida, las actividades humanas oscilan entre las polaridades de este pensamiento ingenuo que intenta encontrar direcciones válidas, de alivio a su creciente tensión, en medio de la desorientación y confusión, pero que en la mayoría de los casos no logra sino traducir desapercibidamente a imágenes del paisaje, sus propios estados de ánimo y sensualidad exacerbada.
En un extremo tenemos al dogmatismo, correlato de la parálisis del pensamiento y la actividad, que se expresa como que Dios, un ser externo creó al mundo completo y para siempre. Por tanto hay o ha de haber una autoridad y leyes estrictas que obedecer, de no hacerlo sobrevienen los castigos, el dolor, el sufrimiento, la angustia mental, lo inesperado, la interrupción de los hábitos y creencias, de la “normalidad”.
En el otro extremo tenemos al anarquismo, expresión ingenua del deseo de liberarnos de esos estados de temor, depresión, ensimismamiento, separación, esfuerzo; intentos de dinamizar esa inercia resistente a la movilidad vital de la intimidad. Y en los hechos todo esto se expresa y puede estudiarse en las religiones, en las ideologías, en las organizaciones sociales, en los sentidos o direcciones temporales de vida. En el sueño y los ensueños diurnos.
Y por supuesto puede comprobarse como trasfondo operante y desapercibido, de las confrontaciones entre diferentes visiones de como podemos liberarnos de esas opresiones, esfuerzos, y los mundos que conciben o sueñan. Ya sea que hablemos de guerras entre pueblos o naciones, como de luchas entre clases, géneros, generaciones, razas, religiones.
En última instancia ambos extremos del pensamiento solo son ideales irrealizables, porque conciben y tratan de operar sobre una imagen externa y estática del mundo. No hemos logrado aún reconocer que todas esas visiones o modelos directrices de nuestro accionar colectivo, son traducciones intelectuales de nuestra sensaciones, íntimas, vegetativas, corporales.
En otras palabras, manejamos toda la información como proveniente de sentidos externos, sin comprender que tienen su correlato íntimo, sentido, visceral y sensual, es decir su información de sentidos internos también. En consecuencia intentamos cambiar nuestras sensaciones de esfuerzo, cansancio, soledad, temor, escepticismo, nuestros crecientes sistemas de tensiones manipulando intermediadamente al mundo.
Un ejemplo de ello es la resultante acumulativa de explotación de crecientes grupos humanos, que no es sino una transferencia de las sensaciones de esfuerzo, de estrés creciente del que deseamos desembarazarnos. De ese modo concebimos complejos modos de organizar las actividades sociales y ponerles precios a su productos para poder controlar los flujos de dinero.
Obviamente el sistema de tensiones íntimas no se procesa ni termina de ese modo, solo se reproduce como continuas y crecientes luchas o dialéctica histórica, como incertidumbre sin fin a futuro. Y si alguna duda podemos tener, basta con observar como esa violencia nos estalla ahora en la cara, pero también dentro de nuestros cuerpos como somatización en su clímax.
Es que no solo tú o un grupo, desean liberarse de la opresión y esfuerzo que les imponen sus cuerpos y sociedades. Ese anhelo vive, palpita en todo ser humano. Por lo cual la formación de bandos sociales y su confrontación creciente es inevitable a medida que aumenta la opresión y el sufrimiento, los sistemas de tensión, la violencia interna. El desmoronamiento del modelo, la desorganización social y la desintegración orgánica son entonces su correlato inevitable
Solo cuando reconozcamos que la violencia que sentimos, vemos y sufrimos en el mundo, es el correlato intelectual y conductual de la que sentimos en la intimidad, comenzaremos a rechazar todo tipo de violencia visceralmente, corporalmente. Porque comprenderemos que la reproducimos, la contagiamos en nuestras visiones y conductas.
Entonces finalmente dejaremos de buscar autoridades y responsables externos, castigadores y premiadores. Estaremos ya en capacidad de comenzar a intentar organizar visiones del mundo y sociedades más justas, pacíficas, solidarias. La oscura y tormentosa noche de la atmósfera que respiramos ahora, comenzará a descargarse y amanecerán días más calmos, relajados.
Si alguien me dice que ese proceso será sumamente conflictivo y que la humanidad y el planeta completo puede perecer en el intento. Le recordaré que todo pensamiento, visión y conducta, tiene su correlato sentido y sensual. Es en la traducción ingenua de esas sensaciones internas a imagen que dispara y direcciona conductas, que se produce y multiplica el error o el acierto.
Por lo tanto es en la actividad despierta e intensificada de la conciencia, que esta puede apercibir su actividad, sus operaciones, puede hacerse conciente de sí y ganar el manejo de su energía, de sus imágenes. Por tanto el conflicto, el elevado nivel de tensiones puede convertirse en el combustible apropiado para una visión del mundo que impulse con fe las nuevas conductas solidarias.
Las visiones esenciales de estas dos direcciones, la del error y la del acierto, son sencillas. ¿Adónde puede conducir una dirección de vida evasiva de nuestra violencia íntima, donde lo único que importa es acumular dinero como si nos comprara el pasaje al paraíso y sin importar los medios para conseguirlo? La respuesta la tienes enfrente de ti, está sucediendo.
¿Donde alternativamente puede conducirnos una visión de solidaridad donde todos compartamos generosamente nuestros dones o habilidades y sus frutos, donde todos nos ocupemos de todos, y por tanto no haya temor al futuro desamparo ni necesidad de ponerle precio a cada cosa, salvo para facilitar los intercambios?
Simplemente experimenta lo que cada dirección de la imaginación desencadena en tu intimidad y decide cual es la libre elección más apropiada para ti. Pero no la dejes a nivel de ideas y palabras, ni siquiera a nivel de voto por opciones políticas dadas. Practícala en tu accionar cotidiano, descubre las resistencias que ello moviliza y aprende a superarlas renunciando a opciones violentas, impositivas.
La vida es aquí ahora en dinámica relación, acción tras acción, elección tras elección. No hay personas ni mundos estáticos, hechos para siempre, iguales a sí mismos eternamente. Sino consecuencias conductuales o reacciones a cada una de tus acciones, gracias a las cuales, si te mantienes atento y sensible, puedes reconocer errores y corregirlos, así como aciertos y entonces afirmarlos. Así es como abres o cierras caminos a tus intenciones y acciones.
Un pequeño detalle como epílogo para los que aún ensoñamos mundos salvajes, sin ley. Las leyes del ecosistema universal no son resultantes de la experiencia y conocimiento humano, sino la condición de su existencia. Por lo cual el único modo de que esas leyes dejaran de limitarnos, sería que las interiorizáramos haciéndolas concientes,
En otras palabras que fuésemos en pensamiento y conducta esas leyes. Si existiera la posibilidad de anularlas sin interiorizarlas, no sobrevendría un mundo liberal, sino el caos y la desintegración. La libertad es como un colibrí, como un pez que nada río arriba. La conciencia ha de aletear a suficiente velocidad o intensidad , para permanecer en una dirección o lugar.
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LPyC/28/03/2009

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