Política y estilos
Foto: Cuartoscuro
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Pecado y penitencia
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Por Rosaura Cruz de Gante*
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México - Ante el escenario público que tenemos a la vista, es indiscutible que la corrupción y la impunidad son el origen de los males que enfrenta México por lo que ya es tiempo de que los hombres y mujeres responsables de la toma de decisiones, muestren la voluntad suficiente para empezar a combatir esas lacras.
Aunque ciertamente, no son prácticas que sólo existen en nuestro país, somos los mexicanos los que, sobre todo en años recientes, hemos padecido en nuestra economía y en nuestra vida diaria, las consecuencias del acelerado y descarado aumento de la corrupción y la impunidad.
El tráfico de estupefacientes a gran y pequeña escala, la violencia callejera, los asesinatos, el abuso de todo tipo hacia los sectores más vulnerables de la población, el saqueo de nuestros recursos naturales y muchas otras acciones negativas que atentan contra la convivencia social y nos han convertido en rehenes de la delincuencia organizada, común y de cuello blanco, son resultado de no haber exigido contundentemente que se combatieran dichas prácticas en todos los ámbitos.
Incluso, con demasiada ligereza, en ocasiones hemos considerado que la corrupción es parte del "folclor" nacional y así, hemos contribuido a que se encadene con la impunidad y con el descaro.
Si bien existen infinidad de casos de corrupción, impunidad y cinismo, el más evidente es -debido al impacto que en la vida de todos los mexicanos tuvo su desempeño como administrador del país- el de Vicente Fox, quien cada vez está más cercado ya que continuamente salen a relucir pruebas de su no sólo pésima, sino muy deshonesta actuación como presidente de la República.
Su inmoralidad, revestida de cinismo lo llevó a publicar en la página del dichoso centro Fox, reportes financieros que chocan con las declaraciones patrimoniales que en su momento presentó ante la Secretaría de la Función Pública que por cierto ya están en poder de la comisión legislativa que investiga sus bienes.
Cada vez que intenta defenderse, se hunde más porque salen a relucir datos que no concuerdan con lo que él afirma, además de que las traiciones que cometió con sus antiguos "impulsores", como el caso de Lino Korrodi, motivan a que le saquen más trapos al sol. Eso, aunque es un asunto entre ellos, ha permitido que se conozcan públicamente parte de las inmoralidades con que Fox ejerció el cargo de presidente de los mexicanos.
Ahora, toca a los legisladores y a las autoridades, escribir la parte final de esta historia terrorífica que inició con el arribo de ese hombre al poder.
Él malgastó la oportunidad que tuvo de servir a México y cometió abusos de poder que a todos nos incumben porque corrompió, por lo pronto, la confianza que le otorgaron quienes creyeron en él.
La indignación que despierta cada nuevo paso de las pesquisas en torno a la riqueza que ni siquiera se ocupa de disimular, tiene que alentar la voluntad de los responsables de la toma de decisiones para evitar que la arbitrariedad sea el punto final de esta historia.
Si se vuelve a permitir que la impunidad impere, los mexicanos seguiremos llevando en el pecado la penitencia.
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*Rosaura Cruz de Gante
Periodista, consultora en comunicación. Becaria de la OEA en el diplomado "Ética Periodística en las Américas"
Es comentarista en Radio Fórmula, 1470 AM
Presidenta del Club Primera Plana
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El Financiero - México/10/11/2007
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Pecado y penitencia
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Por Rosaura Cruz de Gante*
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México - Ante el escenario público que tenemos a la vista, es indiscutible que la corrupción y la impunidad son el origen de los males que enfrenta México por lo que ya es tiempo de que los hombres y mujeres responsables de la toma de decisiones, muestren la voluntad suficiente para empezar a combatir esas lacras.
Aunque ciertamente, no son prácticas que sólo existen en nuestro país, somos los mexicanos los que, sobre todo en años recientes, hemos padecido en nuestra economía y en nuestra vida diaria, las consecuencias del acelerado y descarado aumento de la corrupción y la impunidad.
El tráfico de estupefacientes a gran y pequeña escala, la violencia callejera, los asesinatos, el abuso de todo tipo hacia los sectores más vulnerables de la población, el saqueo de nuestros recursos naturales y muchas otras acciones negativas que atentan contra la convivencia social y nos han convertido en rehenes de la delincuencia organizada, común y de cuello blanco, son resultado de no haber exigido contundentemente que se combatieran dichas prácticas en todos los ámbitos.
Incluso, con demasiada ligereza, en ocasiones hemos considerado que la corrupción es parte del "folclor" nacional y así, hemos contribuido a que se encadene con la impunidad y con el descaro.
Si bien existen infinidad de casos de corrupción, impunidad y cinismo, el más evidente es -debido al impacto que en la vida de todos los mexicanos tuvo su desempeño como administrador del país- el de Vicente Fox, quien cada vez está más cercado ya que continuamente salen a relucir pruebas de su no sólo pésima, sino muy deshonesta actuación como presidente de la República.
Su inmoralidad, revestida de cinismo lo llevó a publicar en la página del dichoso centro Fox, reportes financieros que chocan con las declaraciones patrimoniales que en su momento presentó ante la Secretaría de la Función Pública que por cierto ya están en poder de la comisión legislativa que investiga sus bienes.
Cada vez que intenta defenderse, se hunde más porque salen a relucir datos que no concuerdan con lo que él afirma, además de que las traiciones que cometió con sus antiguos "impulsores", como el caso de Lino Korrodi, motivan a que le saquen más trapos al sol. Eso, aunque es un asunto entre ellos, ha permitido que se conozcan públicamente parte de las inmoralidades con que Fox ejerció el cargo de presidente de los mexicanos.
Ahora, toca a los legisladores y a las autoridades, escribir la parte final de esta historia terrorífica que inició con el arribo de ese hombre al poder.
Él malgastó la oportunidad que tuvo de servir a México y cometió abusos de poder que a todos nos incumben porque corrompió, por lo pronto, la confianza que le otorgaron quienes creyeron en él.
La indignación que despierta cada nuevo paso de las pesquisas en torno a la riqueza que ni siquiera se ocupa de disimular, tiene que alentar la voluntad de los responsables de la toma de decisiones para evitar que la arbitrariedad sea el punto final de esta historia.
Si se vuelve a permitir que la impunidad impere, los mexicanos seguiremos llevando en el pecado la penitencia.
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*Rosaura Cruz de Gante
Periodista, consultora en comunicación. Becaria de la OEA en el diplomado "Ética Periodística en las Américas"
Es comentarista en Radio Fórmula, 1470 AM
Presidenta del Club Primera Plana
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El Financiero - México/10/11/2007