Programa doble de Goyescas + Gianni Schicchi en el Teatro Real de Madrid que se convirtió en triple: Plácido Domingo, debido a la reciente muerte de su hermana, no se sentía con ánimo de encarnar el personaje principal de la ópera cómica, con lo que canceló, y en su lugar, en especial atención al público de Madrid, ofreció un mini-concierto entre ambas obras.
Y así empezó este extraño Tríptico.
Goyescas, de Granados, es una ópera puñetera. La partitura es de una exquisitez tremenda, que conjuga partes líricas con partes más folklóricas en un engranaje que tiene que saber ser interpretado en su justa proporción e intensidad.
El problema que tiene es que el argumento es una anécdota, el texto es bastante infumable y la progresión dramática es nula, con lo que hay que interpretarla muy bien para que no resulte un tostonazo de no te menees.
Si además la versión es en concierto "semiescenificado"... huy, estamos en la cuerda floja.
Y nos caímos con todo el equipo.
Porque el primer cuadro fue tal desastre que ya no se pudo levantar aquello. Guillermo García Calvo llevó durante toda la obra la orquesta a trompicones. El inicio de la obra fue un desbarajuste absoluto: el coro pegando gritos y sin que se les entendiera una palabra, mientras que la orquesta iba por otro lado. Se perdieron toda la gracia y fuerza que tiene que tener el "Vivan las Manolas" de la segunda escena. Y esto es cuestión de trabajo y ensayos.
Luego aparecieron los solistas.... que iban como si pasaran por allí y les hubieran invitado a cantar. Decepcionante.
La única que me pareció que se implicaba en la ópera fue María Bayo (Rosario, la prota). Sí, es cierto, tiene sus cosas: el agudo en bocina, el grave hablado, la emisión tan suya... pero fue la única que proyectaba, que interpretaba y que se metía dentro de la ópera. ¿Qué me faltó? Canto legato. Iba como dando una nota aquí y otra allá. ¿Culpa de ella o de la dirección musical? Póngansele todas las pegas que se quiera a su estado vocal actual, pero destacó por encima de todos.
Primera parte de este tríptico: Goyescas. Un horror.
Antes del descanso, mini concierto de Plácido Domingo en papeles baritonales.
Lo de este hombre es sorprendente. Mira que sus incursiones en la cuerda de barítono no me acaban de convencer (recuerdo su desastroso Rigoletto televisado, por ejemplo), pero anoche se marcó tres intervenciones excepcionales en las que estuvo francamente bien, sin forzar ni colorear artificialmente en exceso los graves y con ese brillo de timbre tenoril que le queda y que hace que nos regale sonidos que enamoran.
Nemico della patria, de Andrea Chénier (Giordano), Pietá, rispetto, amore, de Macbeth (Verdi) y el dúo de La Traviata (Verdi). Sin que sea pasión de fan, lo digo de corazón: antológicas. Terminó con un bis de Luisa Fernanda de Moreno Torroba (Por el amor de la mujer), ya agotado y sin lucirse.
En el dúo de La Traviata lo acompañó Maite Alberola (que empezó rasgando pero se entonó enseguida e hizo una Violetta sensacional). Y entre sus intervenciones salieron Luis Cansino a hacer una arietta de Falstaff (gracioso) y Bruno Praticò a destrozar una de la Cenerentola. Lo más comentado fue que parecía que competían a ver cuál de los dos estaba más gordo. Porque joder, señores, que parecía patrocinado por Biomanán, no se trata de estar figurín, pero esos kilos son ya problema de salud.
En fin, que la segunda parte de este Tríptico fue estupendo, muy bien señor Domingo, muchas gracias.
Descanso y... Gianni Schicchi de Puccini.
Otra ópera a la que también hay que saberle sacar el jugo y en la que la orquesta (dirigida por Giuliano Carella) empezó también un poco remolona.
Pero aquí no pasa como con Goyescas, tan delicada, tan endeble. Gianni Schicchi tiene tanta entidad que sólo la obra en sí puede con todo: te envuelve la gracia del argumento y la fuerza de una partitura que no deja de sorprender.
Si además los intérpretes están bien, mucho mejor.
Nicola Alaimo hizo el papel protagonista sin excesos cómicos y con voz más que suficiente (y también kilos, qué barbaridad, cómo está de orondo el señor).
Maite Alberola cumplió con creces, destacando en el aria.
Secundarios de los de decir "qué gusto": Elena Zilio, Vicente Ombuena, Eliana Bayòn (deliciosa voz), María José Suárez, Francisco Santiago, Tomeu Bibiloni, Valeriano Lanchas... todos bien e interpretando de manera cómica pero sin pasarse.
¿Algún lunar?
Ay, pues sí.
Albert Casals (que cantó tres frases en Goyescas) promete: tiene -aparte de buena planta- una voz bonita y bien proyectada durante las frases aisladas, pero cuando le tocó abordar el aria "Firenze è come un albero fiorito" no pudo con ella. Se ahogó, lo pasó fatal, no llegó y hasta galleó al final. Y lo lamento, pero si se contrata a alguien para que cante el Rinuccio es para que pueda con ese aria y con el dúo final, en el que menos mal que estaba Maite Alberola.
Pese a este lunar, un conjunto notable de cantantes.
La producción lleva el sello de Woody Allen. No se esperen genialidades ni originalidades. Tiene un par de detallitos que se salen de lo normal (la actitud de Lauretta, que es una zorruscla, el final, o cómo camuflan al pover Buoso) pero en conjunto es una puesta muy tradicional. Ah, sí, salen unos títulos de crédito iniciales con nombres graciosos en italiano.
Lo que digo, que al final la que triunfa es la ópera, y de Gianni Schicchi se sale (casi) siempre con una sonrisa y aplaudiendo mucho.
Tercera parte del extraño Tríptico: Gianni Schicchi de Puccini: Muy bien.
Enrique Granados
Goyescas
María Bayo, Andeka Gorrotxategi, César San Martín, Ana Ibarra, Albert Casals
Guillermo García Calvo
Concierto Plácido Domingo
Giaccomo Puccini
Gianni Schicchi
Nicola Alaimo, Maite Alberola, Albert Casals, Elena Zilio, Valeriano Lanchas, Vicente Ombuena, Bruno Praticò, Eliana Bayón, Luis Cansino, María José Suárez, Francisco Santiago, Tomeu Bibiloni, Federico de Michelis, Francisco Crespo, Darío Barón, Gabi Nicolás.
Giuliano Carella / Woody Allen (Kathleen Smith Belcher)