Protarco Sócrates, he oído muchas veces decir a
Gorgias, que el arte de persuadir tiene ventajas sobre los demás, porque todo se somete a él, no por la fuerza, sino por la voluntad; en una palabra, que es el más excelente de todos.
Platón
Mira, vete, porque puedo estar diciendo cosas así setenta días con setenta noches: recuerda que soy el gallo de
Gorgias, el sofista.
Leopoldo Alas
Pero, repara cuando dejan este juego sublime, y dan lecciones al mundo, cuán austeras, lacónicas, desligadas de toda inútil imagen con sus máximas y sus preceptos de moral. -Gallo de
Gorgias, calla y muere.
Leopoldo Alas
Critón buscó una piedra, apuntó a la cabeza, y de la cresta del gallo salió la sangre... El gallo de
Gorgias perdió el sentido, y al caer cantó por el aire, diciendo: -¡Quiquiriquí!
Leopoldo Alas
Fedro No, ¡por Júpiter!, ni tampoco las retóricas de Néstor y Ulises, a menos que tu Néstor sea
Gorgias, y tu Ulises Trasimaco o Teodoro.
Platón
Se dice también que ha puesto en versos mnemónicos la teoría de los ataques indirectos; en fin, es un sabio. ¿Dejaremos dormir a Tisias y
Gorgias?
Platón
CHAIREFON.- Siendo así, contestarás con mucha facilidad. GORGIAS.- De ti depende el hacer la prueba. POLOS.- Es cierto, pero hazla conmigo, si te parece bien, Chairefon, porque me parece que Gorgias está cansado, pues acaba de hablarnos de muchas cosas.
SÓCRATES.- ¿Venimos entonces, según se dice, a la fiesta y retrasados? CALLICLES.- Sí, y a una fiesta deliciosa, porque Gorgias nos ha dicho hace un momento una infinidad de cosas a cuál más bella.
Me siento tan incapaz de decir nada tan bello, que avergonzado habría desertado de mi puesto si me pudiera haber sido posible, porque la elocuencia de Agatón me ha recordado a Gorgias hasta tal punto, que verdaderamente me ha ocurrido lo que dice Homero: «Temí que al acabar Agatón no lanzara sobre mi discurso la cabeza de Gorgias, el terrible orador, y petrificara mi lengua».
Bonito fuera que después de librarme de la inaguantable esclavitud en que me tenía
Gorgias, cayera inmediatamente en poder de este pobre diablo, pensador de segunda mano y mucho menos divertido que el parlanchín de mi amo».
Leopoldo Alas
-¡Oh, filósofo idealista, de imitación! -dijo el gallo en griego digno del mismo
Gorgias; -no te molestes, no volarás ni lo que vuela un gallo.
Leopoldo Alas
¿Qué? ¿Te espanta que yo sepa hablar? Pues ¿no me conoces? Soy el gallo del corral de
Gorgias. Yo te conozco a ti. Eres una sombra.
Leopoldo Alas