I. Introducción
Con ese mismo título: “Caliabria y Ciudad Rodrigo”, el P. Fidel Fita publicaba en 1913 en el Boletín de la Real Academia de la Historia un pequeño artículo donde daba a conocer la correspondencia enviada por el obispo civitatense Pedro Gómez de la Torre al P. Enrique Flórez en 1755, para la preparación de su España Sagrada. En las cartas el obispo daba cuenta, entre otros, de los privilegios de 1171 y 1191 conservados entonces en el Archivo de la catedral de Ciudad Rodrigo y donde se hace mención de la donación real a la iglesia civitatense de la ciudad de Calabria[1]. En ese mismo Boletín, Fita publicaba otro artículo con el título “Caliabria romana”[2], donde daba cuenta de algunos epígrafes romanos, lo que indicaría la antigüedad de esta ciudad, para la que se han señalado, como veremos más adelante, varios asentamientos y cuya historia, al menos desde mediados del siglo XII, parece estar vinculada a la erección de la diócesis de Ciudad Rodrigo.
II. Caliabria
La sede episcopal de Caliabria debió ser fundada en época visigoda y vino a ocupar un espacio entre las de Viseu, Egitania (Indanha) y Salamanca. Anteriormente había sido parroquia del obispado de Viseu, como recoge el parroquial suevo, redactado entre 572 y 589 y al que se añadió luego: quae apud Gotos postea sedes fuit[3]. J. Vives sostiene que fue fundada después de 621, mientras que Fita se decanta entre 603 y 610, fechas del reinado de Witerico[4]. Se tienen noticias de cuatro de sus obispos que asistieron a varios concilios de Toledo y Mérida, entre 633 y 693[5] y que en la ciudad se acuñó moneda en época de Witerico[6]. Referencias a la diócesis calabricense tenemos también en los códices medievales de los siglos IX y X (nóminas cordobense y mozárabe), donde se incluye en la provincia de Lusitania, sufragánea de la metrópoli emeritense[7]. La División de Wamba, documento apócrifo de principios del siglo XII, señala el nombre y los límites de las sedes episcopales. Entre ellas se cita Caliabria teneat de Sorta usque Albennam. De Soto usque Faram[8]. Independientemente de la falsificación del documento –todo apunta a que fue elaborado por el obispo de Oviedo don Pelayo, como ya apuntaron Flórez y Risco-, interesa el texto por recoger la memoria del nombre de Caliabria, unas décadas antes de la creación del obispado civitatense y del título que usó el primer obispo de la nueva sede de Ciudad Rodrigo: Dominicus calabriensis[9]. También en la nómina leonesa, de 1058 –tres años antes de la cesión de los derechos episcopales de Ciudad Rodrigo a la iglesia compostelana-, se incluye Caliabria en Lusitania[10].
Localización. En el privilegio de donación que Fernando II hace a la iglesia de Santa María de Ciudad Rodrigo por el que le entrega la Torre de Aguilar y Calabria, se dice que esta última está entre los ríos Côa y Águeda[11]. Flórez, no obstante, ignora su ubicación, “pues hoy no se conocen vestigios; y mientras no aparezcan, ignoraremos el sitio individual”, escribe el agustino[12]. No se si Flórez debió conocer la obra de Juan Tamayo de Salazar, que sí sitúa el emplazamiento de la ciudad. Salazar publicó en 1659 su Anamnesis, sive conmmemoratio omnium Sanctorum Hispanorum, y allí dice refiriéndose a Caliabria:
“Caliabria. Civitas vetustísima, in Lusitania Hispaniae supra Dorium fluvium im vértice montis excelsi sita, quam hodie Oppidani Calavre vocitant, in territorio Almendra. Nunc ejus ruinae visuntur et murorum strues, licet temporum anfractibus intercise diruta, qua et in ejus terminis inscriptions sepulchrales, Romanis litteris incisae, plurimae reperiuntur, urbis antiquitatem praeferunt et canitiem manifestan”[13]
Así pues, la ciudad de Caliabria se hallaría en la ribera del Duero, sobre un alto monte, en término de Almendra, de donde procederían varias estelas romanas. Años antes a la descripción de Tamayo de Salazar, también Sánchez Cabañas se refirió a su emplazamiento:
“Dista Calabria como ocho leguas de nuestra ciudad, en la ribera del Duero, y fue destruida en la pérdida de España, viéndose hoy sus grandes ruinas en el sitio llamado por la gente comarcana la Cabeza de Calabre, como una legua de Villanueva del Coa, en Portugal, cerca de Portugal, cerca de donde entra este rio en el Duero”[14].
Parece, por tanto que desde el siglo XVII hay coincidencia en identificar las ruinas de Caliabria con el monte que se yergue prominente en la margen izquierda del Duero, en el término de Almendra. Así lo reconoció también la Academia de la Historia en su Memorial histórico al referirse a la Villa de Almendra. “siete leguas al Nordeste de la villa de Trancoso, dos al Noroeste de Castelo Rodrigo, y una al Oriente del río Côa, se halla la villa de Almendra, que tomó el nombre por la abundancia de este fruto que hay en su término, en el cual se reconocen las ruinas de la antigua Caliábriga…”[15]. Del siglo XVII es también la obra de Rodrigo de Acunha, arzobispo de Braga, Historia eclesiástica de Braga com as Vidas dos seus Arcebispos e Varoês santos e eminentes do Arcebispados de Braga, donde se recoge las actas de la vida, culto y milagros de San Apolinar que, según la leyenda fue obispo de Caliabria y sufrió martirio en época de Trajano[16].
Hoy parece pues admitido el emplazamiento de Caliabria en el término de Almendra a orillas del Duero (foto 1). Así lo recoge Fortunato de Almeida en su História da Igreja em Portugal:
“A cidade de Calábria, ou Caliabria, na forma latina, existiu no cimo de um monte íngreme e alcantilado, entre o rio Douro e a ribeira de Aguiar, que lhe leva o tributo de suas águas. Viterbo descreve as suas ruínas já no termo de Almendra, a uma legua de Castelo Melhor, entre leste e nordeste”[17].
No obstante, no han faltado opiniones que sitúan a Caliabria en Coura, cerca de Viseo, así como en la villa zamorana de Fermoselle[18] o, más en la línea tradicional, en Vilanova de Foz Côa o en Castelho Melhor[19]. La Crónica General de España, de Alfonso X, al ocuparse de las ciudaes que han cambiado los nombres dice que Caliabria es Montanges (Montánchez, en la crónica de Lucas de Tuy, donde bebe la Crónica), lo cual no tiene muchos visos de ser, habida cuenta de los errores de esta aseveración, al confundir también Numancia con Zamora[20].
III. El cerro de Caliabria
Todo hace pensar, en efecto, que el emplazamiento de la antigua ciudad estuvo en las cercanías de Almendra y Barca d´Alva, próxima al Duero, entre las riberas del Côa y del Águeda. Muy cerca de la estación de ferrocarril de Almendra se levanta un prominente cerro de pronunciadas pendientes que en la actualidad está señalado como “ruinas de Calabria” y que visitamos en los últimos días del verano de 2000[21]. El terreno está destinado almendros y viñedo en la parte baja. El cerro está cubierto por una vegetación de matorral, tomillo y retama y plagado también de almendros en su parte alta. Hacia el norte le limita el Duero, después de haber realizado una curva de ballesta por encima de la estación de Almendra.
En la parte superior se levanta una muralla, ya muy arrasada, que se adapta al terreno siguiendo un trazado irregular y calzando directamente en varios puntos sobre la roca madre (pizarra), con bloques de diverso tamaño (algunos superan el metro de longitud). La fábrica es de sillarejo de pizarra; sólo muy ocasionalmente hay algún sillar de granito intercalado. La parte del oriente y del mediodía es la zona donde mejor se conserva la cerca, con una altura que llega en algún tramo a los dos metros. El espesor es cercano a los cuatro metros en diversos puntos. Dentro del recinto aparecen salpicados decenas de amontonamientos de piedra, que sugieren casas o construcciones rectangulares. El espacio interior no es llano, con vaguada hacia el norte. Se trata de un viejo castro sobre el Duero, de probable origen prerromano, como sucede en otros castros de la región Águeda-Côa-Duero, que, con el transcurso del tiempo se vio afectado por la romanización y por un poblamiento altomedieval. Una reciente descripción del cerro es la de D. José da Cruz Policarpo que, al ser nombrado obispo auxiliar del metropolitano de Lisboa en 1978, recibió el título de “episcopum titulo Calabriensem”. Monseñor da Cruz visitó el monte Calabre y ha dejado escrito:
“Encontrámos, no alto do monte, hoje coberto de amendoeiras, uma espécie de planalto, em forma de ligeiro vale, onde se situa uma fonte, sendo a área murada por uma muralha, em pedra xistosa, ainda visible, em parte á superficie do terreno, aquí e achola elevando-se ainda cerca de um metro. Tem a seus pés o rio Douro, no ângulo que forma com a ribeira de Aguiar, seu afluente. Pedras dispersas, explica-nos um pastor, sao o que resta da antiga igreja. Cantámos vésperas sentados na muralha. Eis como, sem ter participado em nenhum dos Concilios de Toledo ou Colorado na defesa da cidade contra os Sarracenos, me encontrei como último bispo conhecido de Caliabria”[22].
IV. La creación del obispado civitatense y su legitimidad: su relación con Caliabria
La institución de la diócesis de Ciudad Rodrigo tiene lugar en 1161, cuando el rey de León Fernando II hace donación de los derechos episcopales a la iglesia compostelana y a su obispo electo Fernando Gudesteiz[23]. Sin embargo no será hasta 1168 cuando comencemos a tener noticias del primer obispo. El 10 de julio de aquel año, en la donación que hace el rey a la iglesia de Compostela de la villa de Cuntis y cinco iglesias más a cambio de la ciudad de Coria, entre los obispos confirmantes del documento (León, Astorga, Oviedo, Zamora, Salamanca, Lugo y Orense) se halla también la firma del obispo Domingo de Ciudad Rodrigo. El prelado no debía haber sido todavía consagrado, pues confirma el documento como “electus Civitatis Roderici”[24]. Sin embargo, esta fue la única vez en todo su pontificado que Domingo usó su título de obispo de Ciudad Rodrigo. Sólo tres meses más tarde, cuando desde León el rey y su curia confirman el anterior documento, nuestro prelado está presente en calidad de “Dominicus calibriensis” y como tal usó ese título hasta su muerte en 1172. ¿Qué había pasado? Esto es, ¿por qué en el corto espacio de tiempo Domingo abandonó su título de obispo de Ciudad Rodrigo y comenzó a utilizar el de Caliabria?
La respuesta la encontramos en los problemas que comportaba la creación del nuevo obispado y en la intención de la Corona para legitimarlo. En efecto, la elevación a silla episcopal de Ciudad Rodrigo despertó el recelo de la iglesia y también del concejo de Salamanca. Éste veía en la potenciación de Ciudad Rodrigo un freno en su expansión hacia el sur y un límite de los pastizales de su cabaña ganadera[25]. Por otro lado, hacia 1136 varios clérigos y hombres del obispo de Salamanca habían comprado Civitatem de Rodric, con lo que la ciudad del Águeda había quedado incorporada a la diócesis de Salamanca y sujeta al cabildo salmanticense[26]. La creación, por ende, del nuevo obispado, conllevaba la pérdida de un importante territorio tanto para el concejo como para la iglesia de Salamanca. De ahí que el clero salmantino recurriera a Roma contra el nuevo obispado civitatense y de ahí también que la ciudad tormesina se levantara en armas contra el rey en la conocida batalla de La Valmuza[27].
Domingo debió ser consagrado obispo por el metropolitano de Santiago, pero para evitar problemas de legitimidad debió hacerlo como obispo de Caliabria, una antigua diócesis de época hispano-visigoda. De esta manera, Ciudad Rodrigo se presentaba como continuidad de la diócesis calabricense, por lo que se entendía que lo que se hacía no era crear un nuevo obispado sino restaurar uno ya existente, con lo que no era necesario contar con la autorización expresa de la Santa Sede, a donde había recurrido la iglesia salmantina. Para dar mayor legitimidad a la nueva sede episcopal, cuyo titular tenía el título de una diócesis extinta, en su política de donaciones reales Fernando II entregó un privilegio a la iglesia de Santa María de Ciudad Rodrigo y a su obispo, por el que le hacía donación de la torre de Aguilar y Caliabria “quae iacet Inter. Coam et Agadam”[28]. Se pretendía así vincular el título que detentaba Domingo con la antigua ciudad, al mismo tiempo que el rey pretendía asegurar para el reino leonés la Riba Côa, esto es, los territorios fronterizos con Portugal[29].
Así que ya sabemos qué relación tiene Caliabria con Ciudad Rodrigo. De esta manera podremos entender también algunas de las referencias que la historiografía local ha hecho cuando se ha ocupado del origen del obispado civitatense. Sánchez Cabañas, en la Historia que editó Verdi, alude a Caliabria como ciudad a la que los godos pasaron la silla de Civitas Augusta, que el historiador identifica con Ciudad Rodrigo. Destruida Caliabria en la invasión musulmana –siempre según Cabañas-, siglos después fue restituida la antigua silla en Ciudad Rodrigo. Gil González Dávila, contemporáneo de Cabañas, no se ocupa por el contrario de Caliabria[30]. En Cabañas, debe beber Flórez cuando escribe que “después de la entrada de los Moros, empezaría á despoblarse, retirándose las principales familias á sitios más seguros hasta que llegase el tiempo de restablecer la libertad; pero entonces, teniendo por mejor el sitio de Ciudad-Rodrigo, colocaron allí la antigua Sede de aquel territorio...”[31]. También a Cabañas parecen remitir las opiniones de historiadores locales posteriores más recientes, tales como Nogales Delicado y Hernández Vegas. Nogales escribe que el propósito del rey al ordenar el levantamiento de la catedral intramuros fue el “de devolver a Ciudad Rodrigo la sede episcopal que cuando la irrupción de los bárbaros se había trasladado a Calabria” y que “para dar a entender que no erigía una nueva silla episcopal, sino que restablecía la antigua, dispuso que el obispo usase el título de calabriense, con el cual aparece confirmando algunos privilegios no sólo don Pedro, sino su sucesor don Domingo”[32]. Se ocupa largamente del asunto M. Hernández Vegas, el cual sostiene el traslado de Civitas Augusta a Caliabria una vez que la primera fue destruida por las tropas de Leovigildo[33]. Supone don Mateo que Caliabria no fue totalmente destruida con la invasión musulmana, sino que debió seguir conservando su rango de ciudad, para lo cual se ampara en la donación que en 1171 hizo Fernando II a la iglesia de Ciudad Rodrigo[34].
Dejando a un lado la polémica sobre la existencia de un obispo, Pedro, anterior a la de don Domingo de Caliabria, que señala entre otros Gil González Dávila[35] –sin que se cuente con documentación sobre ello- lo cierto es que el sucesor de Domingo dejó ya de usar el título de la diócesis visigótica y comenzó a hacer valer el de Ciudad Rodrigo. Las negociaciones entre los cabildos salmanticense y civitatense debieron ir limando los escollos, lo que desembocó en la firma de una concordia entre las dos iglesias, por la cual pasaron a Ciudad Rodrigo las parroquias de Abusejo, Soutel de León, Soutel de Arroyo, Cabrillas y Bobadilla, si bien las villas situadas entre los ríos Yeltes y Huebra quedaron “pro indiviso posideantur” al tiempo que los frutos de las nuevas parroquias serían repartidos equitativamente entre las dos diócesis[36]. Con el acuerdo, la consagración del sucesor de Domingo era, pues, propicia, por lo que el arzobispo de Santiago consagró a Pedro da Ponte, antiguo canciller real, como obispo de Ciudad Rodrigo y este, como tal, comenzó a usar su título. El nuevo obispo viajó a Italia a obtener de la Santa Sede el reconocimiento de su obispado y allí consiguió la bula de aprobación, expedida desde Ferentino por el Papa Alejandro III el 25 de mayo de 1175[37]. La bula recoge la extensión, iglesias y monasterios de la nueva diócesis: iglesias de Hinojosa, Lumbrales, Sepúlveda y monasterios de Santa María de la Caridad, de Santa Águeda, de Elteios, de San Martín del Castañar, de la Torre de Aguilar y del Pereiro, “et Ceteras eclesias”; pero en el documento pontificio no se alude para nada a Caliabria, con lo que se pasaba a la idea de “creatio”, quedando así normalizada la situación apostólica de Ciudad Rodrigo, sin tener que recurrir a legitimaciones anteriores.
José Ignacio Martín Benito
Publicado en “Caliabria y Ciudad Rodrigo”. Ciudad Rodrigo, Carnaval 2001. Salamanca, pp. 325-331.
[1] F. FITA (1913): “Caliabria y Ciudad Rodrigo”. B.R.A.H, LXII, pp. 264-270.
[2] F. FITA (1913): “Caliabria romana”. B.R.A.H, LXII, pp. 173-183.
[3] Ver texto del parroquial suevo en D. MANSILLA REOYO (1994): Geografía eclesiástica de España. Estudio histórico-geográfico de las Diócesis. Tomo I, Roma, pp. 215-217.
[4] J. VIVES (1972): (voz Caliabria o Calabriga): Diccionario de Historia eclesiástica de España. Tomo I, pp. 318-319 y F. FITA (1913): “Caliabria romana”. B.R.A.H, LXII, pág. 180.
[5] Estos son Servus Dei (Servodeo), Celedonio, Aloario y Ervigio. E. FLÓREZ, España Sagrada, Tomo XIV, pp. 36-4; D, MANSILLA, Op.cit., pág. 301. J. VIVES (1972): (voz Caliabria o Calabriga): Diccionario de Historia eclesiástica de España. Tomo I, pp. 318-319.
[6]Como lo revela el hallazgo de un triente (moneda de oro) con la inscripción VITITIRICVS REX en el anverso y CALIAPRIA PIVS en el reverso. F. FITA (1913): “Caliabria romana”. B.R.A.H, LXII, pá. 180.
Ver también L. A. GARCÍA MORENO )1997): “Riba Côa en el periodo visigótico”. En O Tratado de Alcanices e a importancia histórica das terras de Riba Côa. Sociedade científica da Universidade Católica portuguesa. Lisboa, pág. 119.
[7] D, MANSILLA, Op.cit., pp. 260-261 y 266-272.
[8] El texto lo reproduce D. MANSILLA, Op. cit., pp. 252-256. Texto de Caliabria en 254. También la Primera Crónica General de España, de Alfonso X (edición de Menéndez Pidal, Madrid 1977), vierte al castellano el texto: “Ell obispado de Caliabria tenga de Sorta fasta Albenan et del Soto fasta Faram”. En Sorta confluían los obispados de Lamego, Viseo y Caliabria; Caliabria limitaba con el de Salamanca en Albenan, p. 297 b.
[9] Sobre la polémica historiográfica acerca de la División de Wamba, véase D. MANSILLA, Op. cit. pp. 240-256.
[10] D. MANSILLA, Op.cit., pp. 263-264.
[11] E. FLÓREZ (1758): España Sagrada, privilegios de Fernando II y confirmación de Alfonso IX Tomo XIV, pp. 364-367.
[12] E. FLÓREZ, Op. cit. pág. 38.
[13]J. TAMAYO DE SALAZAR (1659): Anamnesis, sive conmmemoratio omnium Sanctorum Hispanorum. Tomo VI, Pág. 359. Lyon (citado por F. Fita (1913): “Caliabria romana”, Op. cit, pp. 175-176).
[14] SÁNCHEZ CABAÑAS (1861): Historia de la m.n. y m.l. ciudad de Ciudad-Rodrigo. Ciudad Rodrigo, pág. 19. Sigue aquí Cabañas a Fr. Bernardo Brito (1609): Monarquia Lusitana, 2ª parte, lib. 5, cap. 24. Lisboa.
[15] R.A.H. Memorial histórico, Tomo XXVII, pág. 329: Estado de Portugal en 1800. Madrid, 1894. citado por F. FITA, Op. cit., pág. 177.
[16] R. DE ACUNHA, Op. cit., Braga 1636, cap. VI, fol. 167; citado por F. FITA, Op. cit., pág. 176. Según el arzobispo de Braga, el cuerpo de San Apolinar fue trasladado a Urros, al otro lado del Duero, donde en época del arzobispo Acunha debía seguir siendo objeto de culto. Urros está enfrente de Castelho Melhor, entre Peredo y Ligares.
[17] F. D ALMEIDA (1967): História da Igreja em Portugal. Barcelos. Nova ediçâo preparada e dirigida por Damiâo Peres. IV. Vols. Tomo I, pág. 63. La correspondencia Caliabria con el cerro o Cabeza de Calabre parece hoy aceptado. En un estudio reciente sobre la Salamanca tardoantigua y visigoda M. SALINAS afirma a propósito de los límites de la diócesis de Salamanca: “… y por el oeste Lamego y Caliabria, que es tal vez la actual Calabre al oeste de Barca d´Alba. Es posible que esta última tuviese jurisdicción sobre lo que hoy es el occidente de la provincia”. Véase: “Salamanca, tardoantigua y visigoda”. En Historia de Salamanca. I. Prehistoria y Edad Antigua. Salamanca, pág. 411.
[18] Lo que defendió M. CORTÉS y LÓPEZ en su Diccionario geográfico-histórico de la España antigua, Tomo II 2, pág. 275, Madrid, 1836
[19] Caso de J. De Alarçao y de A. Da Costa. Recoge las citas D. MANSILLA REOYO, Op. cit. Pág. 300.
[20] Primera Crónica General de España, de Alfonso X (edición de Menéndez Pidal, Madrid 1977), pp. 299 a.
[21] Concretamente la tarde del 16 de septiembre, en viaje desde Ciudad Rodrigo. La visita la realizamos junto a los canónigos de la catedral de Ciudad Rodrigo, Nicolás Martín Matías y Ángel Olivera Miguel y los profesores Ángel Barrios García, Mª Paz Salazar y Acha y Pilar Huerga Criado, en el contexto de la preparación del Congreso de Historia de la Diócesis de Ciudad Rodrigo.
[22] J. DA CRUZ POLICARPO (1998) “A cidade romana e a diocese de Caliabria”. En O Tratado de Alcanices e a importancia histórica das terras de Riba Côa. Sociedade científica da Unviersidade Católica portuguesa. Lisboa, pág. 108.
[23] Sobre este particular véase A. LÓPEZ FERREIRO (1901): Historia de la Santa A.M. Iglesia de Santiago de Compostela. Santiago, Apéndice nº XXX), quien no lo recoge íntegro, a juzgar por la copia que don Fernando Peña Vicente, Vicario capitular de Santiago, remitió a M. Hernández Vegas. Precisamente, la transcripción de Ferreiro no incluye la relación de las villas de Urunia, Margarida y Lirela. Reproduce Fita el documento de López Ferreiro, con la consabida laguna, F. FITA (1912): “La Diócesis y fuero eclesiástico de Ciudad Rodrigo en 13 de febrero de 1161“. Boletín de la Real Academia de la Historia (BRAH). Madrid, pp. 437‑448). Sí lo recoge en su totalidad M. HERNÁNDEZ VEGAS (1935): Ciudad Rodrigo. La Catedral y la Ciudad. Tomo I. Salamanca, pp. 20‑22, citando su existencia en el Archivo de la Catedral de Santiago. Tumbo A. Fol. 47. Recientemente ha sido publicado por M. LUCAS ÁLVAREZ (1997): La documentación del Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela. Estudio y edición. León, pp. 271‑73, doc. 112). Se ocupa también de la fundación de la diócesis A. SÁNCHEZ CABAÑAS: Historia de la muy noble y muy leal ciudad de Ciudad Rodrigo, ed. Verdi, 1861. Ciudad Rodrigo, pág. 66 y ss. y ed. de Benito Polo, 1967 pp. 69 y ss.
[24] A. LÓPEZ FERREIRO, Op. cit., Vol. IV. Apéndice XXXIX. Más recientemente, el documento ha sido reproducido por LUCAS ÁLVAREZ (1997): La documentación del Tumbo A de la catedral de Santiago de Compostela. Estudio y edición. León, pp. 280-282, doc. 116.
[25] J.J. SÁNCHEZ-ORO ROSA (1997): Orígenes de la iglesia en la diócesis de Ciudad Rodrigo. Episcopado, Monasterios y Órdenes Militares (1161-1264). Centro de Estudios Mirobrigenses, pp. 48-49.
[26] J. L. MARTÍN MARTÍN et alii (1977): Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (siglos XII-XIII). Salamanca, doc. 10b, pp. 93-94.
[27] “Salamanticenses autem eo quod rex Fernandus, et elegerunt sibi regem nomine Nunnum Serranum, et pugnaverunt cum rege Fernando in valle de Muza. Siquidem incenderunt quendam montem, eo quod ventus veniebat ex parte ipsorum contra exercitum regis Fernandi, ut fumo et vento leoneses fatigati ad bellum accederent. Sed miericordia Dei non de fuir regi Fernando. Nam ventus et fumus, qui contra suum exercitum veniebat, contra salamanticenses et abulenses conversus est, et illorum obtendravit aspectus. Rex autem Fernandus inrrit super eos, et cum victoria magna ceit regem Nunnum vivum etocidit erum, atque subdidit sibi Salmanticam”. LUCAS DE TUY: Crónica de España. Chronicom mundi (Madrid, 1926, pág. 106). Véase también J. GONZÁLEZ (1943): Regesta de Fernando II. Madrid, 48 y ss.
[28] FLÓREZ, España Sagrada, privilegios de Fernando II y confirmación de Alfonso IX Tomo XIV, pp. 364-367.
[29] Sobre la ocupación leonesa de la raya con Portugal véase A. BARRIOS GARCÍA (1998): “El proceso de ocupación y ordenación del espacio en la Raya leonesa”. En O Tratado de Alcanices e a importancia histórica das terras de Riba Côa. Sociedade científica da Unviersidade Católica portuguesa. Lisboa, pp. 156-183.
[30] G. GONZÁLEZ DÁVILA (1618): Teatro eclesiástico de la iglesia de Ciudad-Rodrigo, vidas de sus obispos y cosas memorables de su ciudad y obispado (Reed. 2000, Teatro eclesiástico de la iglesia de Ciudad Rodrigo. Centro de Estudios Mirobrigenses.
[31] FLÓREZ, Op. Cit. Tomo XIV, pp. 36-48.
[32] D. NOGALES DELICADO (1882): Historia de la muy noble y leal ciudad de Ciudad-Rodrigo. (Reedición de 1982, Historia de Ciudad Rodrigo, pág. 50).
[33] M. HERNÁNDEZ VEGAS (1935): Ciudad Rodrigo. La catedral y la ciudad. Tomo I. Salamanca, pp. 4-8.
[34] HERNÁNDEZ VEGAS, Op. Cit. pág. 13
[35] G. GONZÁLEZ DÁVILA (1618): Teatro eclesiástico de la iglesia de Ciudad-Rodrigo, vidas de sus obispos y cosas memorables de su ciudad y obispado (Reed. 2000, Teatro eclesiástico de la iglesia de Ciudad Rodrigo. Centro de Estudios Mirobrigenses. pp. 13-14.
[36] J. L. MARTÍN MARTÍN et alii (1977): Documentos de los archivos catedralicio y diocesano de Salamanca (siglos XII-XIII). Salamanca, docs. 59, 60 y 61, pp. 143-148.
[37]Fr. R. ESCALONA (1782): Historia del Real Monasterio de Sahagún, sacada de la dexo escrita el Padre Fr. Joseph Perez,. Facsímil, León 1982, Escritura CLXXXVI, Apéndice II, 549‑51. La transcribe también M. HERNÁNDEZ VEGAS (1935): Op. cit., Salamanca, vol. I, 30. J. A. FERNÁNDEZ FLÓREZ (1991): Colección diplomática del monasterio de Sahagún. León, doc. 1382‑a, 350‑52.
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